Hogar acoge a los niños abandonados

Salcedo. En una humilde vivienda en la que funciona el Hogar Divino Niño Jesús se refugian 27 menores, algunos ya adolescentes, que fueron abandonados por sus padres.

Salcedo. En una humilde vivienda en la que funciona el Hogar Divino Niño Jesús se refugian 27 menores, algunos ya adolescentes, que fueron abandonados por sus padres.Este espacio de atención a menores funciona en el sector Palmarito Abajo, en la provincia Hermanas Mirabal y lleva diez años haciendo una labor titánica en favor de quienes necesitan de techo y amor.

Es una labor de entrega que se impone a las precariedades en que se desenvuelven por la falta de apoyo económico.

El programa fue iniciado por dos monjas y en la actualidad cuenta con nueve, pertenecientes a la orden de la Caridad del Buen Pastor.

Sor Yesenia Tejada, la encargada general, explicó que hace dos años enviaron un proyecto a las autoridades para una remodelación de la vivienda que ocupan y que se encuentra en pésimas condiciones, al punto de que la cocina colapsó y el techo está agrietado. Pero a pesar del tiempo, su solicitud nunca ha sido respondida.

Apoyados en la fe

“Siempre hemos tenido fe de que la divina providencia nos ayudaría a continuar, ya que los ingresos que recibimos son únicamente de personas caritativas que mensualmente envían aportaciones aleatorias”, dijo. “Pañales y leche están entre las variadas necesidades que tenemos”, dijo sor Mayra Sánchez.

La religiosa confía en la mano amiga de alguna autoridad o que el Despacho de la Primera Dama les pueda auxiliar.

Explicó que en sus inicios el proyecto de acogida inició solo con niñas, pero no tuvieron otra opción que acoger también a los varones.

La edad de ingreso al hogar van desde recién nacidos hasta los ocho años, aunque tienen una joven de 18, que llegó cuando apenas podía valerse por sí misma pero logró superarse y ya ingresó a la universidad.

Ofrecen una educación forjada en valores

El objetivo general de la casa de acogida está basado en hacer que los niños descubran y vivan una vida forjada en los valores. Pese a las precariedades en que deben desenvolverse cada día, el hogar sobrevive, gracias a la generosidad y la caridad de algunos amigos que contribuyen con la causa, haciendo aportes económicos o donando comida y ropas.

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