La lengua, órgano impar y simétrico, tiene bordes libres y redondeados que se relacionan con los arcos dentarios, y está cubierta de una mucosa especializada. La mucosa que cubre el dorso de la lengua contiene numerosas papilas que están muy irrigadas e inervadas, de ahí el fácil sangramiento cuando nos mordemos la lengua y su gran sensibilidad. Las papilas caliciformes, llamadas así porque tienen forma de cáliz, están distribuidas en línea que adopta la forma de V, abierta hacia adelante, en la unión de los 2/3 partes anteriores con el 1/3 posterior de la superficie de la lengua, y recibe el nombre de “V lingual”. Detrás de esta, en la base de la lengua, están las amígdalas linguales, una a cada lado de la parte posterior, que tienen glándulas mucosas para mantener un drenaje eficiente para filtrar las bacterias y evitar las infecciones.
En la lengua tenemos unas 10,000 papilas gustativas que contienen células receptoras que, al ser estimuladas por los alimentos, envían señales eléctricas a la corteza cerebral. Los principales grupos de papilas gustativas son 6, y nos permiten distinguir el sabor dulce, el agrio, el amargo, salado y el picante. Las del gusto dulce y el salado están en la punta de la lengua, las del agrio a los lados y las del sabor amargo en la mucosa de la parte posterior.
La superficie de la cara inferior de la lengua carece de papilas. A ambos lados de la parte anterior del frenillo hay una pequeña protuberancia con un orificio, cada una, para la salida de saliva proveniente de las glándulas submaxilares a través del conducto de Wharton. También, a los lados del frenillo lingual, pero en la parte posterior, hay pequeñas protuberancias con un orificio, cada una, en donde desembocan los conductos de Bartolini para la salida de la saliva que viene de las glándulas sublinguales.
