Hace días corría en las redes y de boca en boca la historia de la calcomanía aquella en que se promueve la unificación de la isla, hasta que le dimos entrada a las páginas de elCaribe y en elcaribe.com.do.
Ya hasta le tiran la culpa a “los organismos internacionales”, pero vista la imagen, el rudimento, y hasta una firma de autor, nos parece que es un juego. Ni siquiera llega a provocación, quizás un simple entretenimiento.
Y es que la materia unificación, fusión, o la “presencia masiva” de nuestros vecinos, han devenido en “asuntos sensibles”, sea producto de la imaginación o de la realidad.
De todas maneras, no se viola ninguna ley planteando la fusión de la República Dominicana con Haití. Ese es un punto de vista. Ya antes el presidente Joaquín Balaguer hablaba de la confederación de dos estados, en su Isla al Revés.
Si bien la fusión es un imposible, es necesario que trabajemos las materias de interés común. Ya hemos suscrito diferentes acuerdos en esa dirección.
Imaginamos que las autoridades de ambos lados de la isla hacen lo propio para materializarlos.
La semana pasada, la ministra de Turismo de Haití, Stéphanie Villedrouin, inauguró en Santo Domingo una Oficina de Promoción Turística (OPT) para dar a conocer los atractivos turísticos que tiene esa nación. La cara de ese país que poco conocemos.
Asimismo, las noticias sugieren que el intercambio comercial ha recibido un fuerte impulso en los últimos meses, y empresarios de la isla buscan los medios para invertir en algunos puntos de ambos lados de la frontera para mejorar la vida de los habitantes e impulsar el desarrollo común.
La divulgación de calcomanías estimulando la fusión de los estados puede ser un deseo, o un divertimiento. Hay que dejarlo pasar, aunque José Ramón -Monchy- Fadul diga que investigará sabemos muy bien que lo asumirá como cosa de estos tiempos. El momento que vivimos.
Mientras tanto, juguemos a la paz en la isla.
