El desarrollo a través del empleo

La importancia del tema del empleo es difícil de sobreestimar. Como dice el Informe sobre Desarrollo Mundial 2013 del Banco Mundial, el desarrollo ocurre a través del empleo. Es a través de éste que recibimos ingresos u otro tipo de remuneraciones&#82

La importancia del tema del empleo es difícil de sobreestimar. Como dice el Informe sobre Desarrollo Mundial 2013 del Banco Mundial, el desarrollo ocurre a través del empleo. Es a través de éste que recibimos ingresos u otro tipo de remuneraciones que nos permiten satisfacer necesidades materiales, y que producimos y expandimos la base material de nuestra existencia, poniendo en los mercados (o por medio de otros arreglos), bienes y servicios a disposición del público. También, una parte significativa de las vidas de las personas se realiza en el trabajo, influyendo en la autoestima y la felicidad.

Por lo anterior, la importancia del empleo no sólo radica en su cantidad sino también en su calidad. En principio, el crecimiento económico debería, por un lado, generar nuevos empleos al expandirse el número de empresas y puestos de trabajo, y por el otro, debería incrementar las remuneraciones y otros beneficios de las personas empleadas en la medida en que la calidad de los procesos productivos se transforma, y las empresas y personas se vuelven más productivas.

En esa lógica, las personas desempleadas o que ingresan al mercado de trabajo, se emplean, y las que ya están empleadas pasan de tener empleos menos productivos a empleos más productivos y mejor pagados. En otras palabras, el crecimiento debería reducir el desempleo y los empleos de baja calidad y mal remunerados, como lo son la mayoría, aunque no todos, de los empleos informales, y aumentar los de mayor productividad y remuneración.

Sin embargo, ese proceso no está garantizado. En la mayoría de los países pobres, el ritmo de creación de nuevas empresas es bajo y si es alto, es compensado con la muerte rápida de las que recién nacen o de otras, y las empresas establecidas no se expanden de manera significativa, y se transforman a ritmos mucho más lentos que lo deseable. El resultado es que la gente se queda esperando en la pobreza y la precariedad laboral, con sus oportunidades gravemente restringidas. ¿Qué puede hacer la política pública para cambiar esto e impulsar la creación de empleos de mayor calidad?
Estimular y crear las condiciones para que las iniciativas económicas de la gente (empresas, negocios individuales, cooperativas) prosperen, se transformen y demanden más empleos y de mayor calidad.

El enfoque del informe del Banco Mundial es enriquecedor. Propone tres tipos de políticas. Primero, políticas que sienten los “fundamentos” de la prosperidad, es decir, aquellas que ayuden a sostener el crecimiento, que eviten exabruptos de precios, que velen por el cumplimiento de las leyes y combatan la corrupción, que provean servicios sociales básicos de calidad, y que mejoren la infraestructura económica.

Segundo, políticas laborales que establezcan las reglas del mercado de trabajo y que eviten los extremos. Estos son, por un lado, una amplia desprotección que deja a trabajadores y trabajadoras extremadamente vulnerables, y por el otro, la protección excesiva que desestimula severamente la creación de empleos. El informe argumenta que son muy pocos los países en los extremos, que las normas que protegen a los trabajadores no suelen figurar entre principales limitaciones que enfrentan las empresas, y que los cambios en esas normas han tenido pocos efectos en los empleos. Para el empresariado, el mensaje del informe es claro: dedicar tanta energía a reformar leyes laborales es un desperdicio.

Tercero, políticas específicas para el desarrollo productivo y la creación de empleos. Los países deben tener claro qué tipo de empleo quieren promover, cuáles sectores productivos quieren desarrollar, y cuáles son las barreras que enfrentan. Las respuestas a esas preguntas son contextuales. Probablemente, un país como la República Dominicana debe apostar simultáneamente por crear nuevos empleos que demanden habilidades básicas a fin de reducir la desocupación y los empleos informales y precarios, mientras incrementa la calidad del empleo en actividades existentes promoviendo que escalen tecnológicamente y demanden habilidades más sofisticadas. La industria ligera puede ofrecer oportunidades laborales a las mujeres y a los jóvenes en las zonas urbanas (son los más afectados por el desempleo). Al mismo tiempo, hay que promover empleos que aumenten el valor agregado de las exportaciones, que demanden más destrezas y contenido tecnológico, y que generen encadenamientos productivos más densos. Eso contribuye a impulsar los salarios.

Dejemos de gastar pólvora en garzas y pongamos el énfasis en lo que verdaderamente hace la diferencia para el empleo y el bienestar de la gente.

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