El Papa dice no a las drogas recreativas

CIUDAD DEL VATICANO — El papa Francisco condenó el viernes la legalización del uso recreativo de las drogas por considerarle un experimento fallido, y sumó su voz al debate que se libra desde Estados Unidos hasta Uruguay y más allá.

CIUDAD DEL VATICANO — El papa Francisco condenó el viernes la legalización del uso recreativo de las drogas por considerarle un experimento fallido, y sumó su voz al debate que se libra desde Estados Unidos hasta Uruguay y más allá.

Francisco declaró ante los miembros de una conferencia contra el narcotráfico efectuada en Roma que incluso los limitados intentos por legalizar este tipo de drogas «no solo son altamente cuestionables desde un punto de vista legislativo, sino que además no consiguen los efectos deseados».

Suministrar drogas a los adictos, agregó, equivale a «rendirse ante el fenómeno».

«Permítanme afirmarlo inequívocamente», dijo, «el problema del uso de drogas no se soluciona con drogas».

«La drogadicción es un mal, y con el mal no se puede ceder ni comprometerse. Pensar que el daño puede reducirse al permitir que los adictos usen narcóticos de ninguna manera resuelve el problema», sostuvo.

Francisco tiene años de experiencia atendiendo a adictos en barrios pobres de la capital argentina, y con frecuencia ha clamado contra el consumo de drogas y contra los narcotraficantes que alimentan el mercado.

Pero sus comentarios del viernes marcaron las que han sido sus declaraciones más fuertes y claras dirigidas al movimiento que busca legalizar el uso recreativo de la marihuana, que en años recientes está cobrando fuerza, particularmente en Estados Unidos y América del Sur.

El uso recreativo de la marihuana ha sido legalizado en los estados de Colorado y Washington, mientras que Oregon votará sobre el asunto este año.

En Argentina, país natal de Francisco, la posesión personal de sustancias de venta controlada ha sido despenalizada. En el vecino Brasil, las autoridades no castigan el consumo personal de drogas, si bien el tráfico y transporte de sustancias controladas en un delito. En diciembre, Uruguay se convirtió en el primer país en aprobar la legalización y regulación de la marihuana. Y el mes pasado despejó el camino para la venta legal de cigarrillos de marihuana en las farmacias.

Por raro que parezca, el zar antidrogas argentino, que cree que Argentina merece sostener un debate sobre si se debe seguir el camino de Uruguay, es un sacerdote católico.

Pero Francisco cree lo opuesto. Cuando era arzobispo en Buenos Aires, logró que sus sacerdotes abrieran centros de rehabilitación en los barrios pobres de Buenos Aires, donde la adicción a la pasta base de cocaína era desenfrenada, y lavó los pies de adictos en recuperación durante al menos dos misas de Jueves Santo.

La droga, una sustancia altamente adictiva y económica elaborada con derivados de la producción de cocaína y otros químicos tóxicos, es conocida como la droga de mayor consumo entre la gente pobre en Argentina debido a su preponderancia en los barrios pobres en los que el papa, entonces conocido como Jorge Mario Bergoglio, dedicó su ministerio.

En sus declaraciones del viernes, Francisco enfatizó que el uso de drogas no puede ser resuelto con la liberalización de las leyes, sino atendiendo los problemas subyacentes al consumo de drogas: la desigualdad social y la falta de oportunidades para los jóvenes.

Para rechazar las drogas ilegales, afirmó, «uno debe decirle sí a la vida, sí al amor, sí al prójimo, sí a la educación, sí a mayores oportunidades laborales. Si les decimos sí a todas esas cosas, no habrá lugar para drogas ilícitas, abuso del alcohol y otras formas de adicción».

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