Memoria de mi trayectoria literaria (1)

INTRODUCCIÓNAtravés de la directora de Ateneo Amantes de la Luz, Inc., la poetisa Carmen Pérez, recibí la invitación para tener en la sede de esta venerable institución santiaguera un conversatorio sobre El libro…

INTRODUCCIÓN

Através de la directora de Ateneo Amantes de la Luz, Inc., la poetisa Carmen Pérez, recibí la invitación para tener en la sede de esta venerable institución santiaguera un conversatorio sobre El libro y mis libros, la creación literaria y la fe, el jueves 29 de mayo de 2014. Lo tuve. Fue una experiencia agradable y confortante. Todos nos sentimos bien.

Para tal ocasión busqué entre mis papeles, en mi memoria escrita, y encontré un largo trabajo redactado en el 2004, que titulé Apuntes sobre mi trayectoria literaria. Vi que me servía, muy bien para introducir el coloquio, propiciado ahora, diez años después, en el 2014. Lo utilicé, pues, como primera parte de mi exposición. Al repasarlo, me pareció bueno y útil compartirlo ahora con otros más. Lo haré en varias entregas.

Comenzaré diciendo, como dije en aquel 2004:

Agradezco al doctor Bruno Candelier y al Movimiento Interiorista del Ateneo Insular la petición de unas notas autográficas sobre mi trayectoria literaria, espiritual y estética. Si no me lo hubieran solicitado, tal vez nunca lo hubiera hecho. Vi, cuando me lo dijeron, que era bueno y útil. El primer beneficiado de esta mirada y reflexión sobre mi historia personal, desde el ángulo de lo literario-espiritual- estético, he sido yo mismo. Me ha hecho bien. Ha sido como un reencontrarme conmigo mismo, con mis aspiraciones más profundas, un retomar parte de mi identidad y -permítanme decirlo así- volver a identificarme con ella.

He redactado, pues, con mucho gusto estas notas y las comparto, igualmente, con gusto y gratitud. Además debo agregar que desde muy joven renuncié a hablar de mí mismo y opté por escuchar a los demás, porque muy temprano en mi vida descubrí que las personas prefieren más ser escuchadas que escuchar. Ustedes son un grupo que han venido a escucharme a mí a hablar de mí. Esto no sucede con frecuencia en mi trato con los demás.

Normalmente o escucho a los otros hablar sobre sí y sus cosas de interés o hablo para ellos las cosas que les interesan, los orientan o les son convenientes.

En mi exposición seguiré un orden cronológico, porque, a mi modo de ver, podré ser más claro y ustedes podrán seguirme mejor.

1. Mi infancia y adolescencia:
A- En mi hogar: A mi familia debo el amor a la lectura. Papá y mamá leían mucho. Es verdad que papá sólo leía novelitas de vaqueros, a montones, a parte del periódico; y mantuvo esa práctica hasta que murió de 87 años. Mamá leía de todo: obras literarias de valor universal, revistas, novelas rosa. A ella le debo el primer consejo en materia de lecturas. Me dijo: Nunca leas a Vargas Vila, porque sus libros hacen daño. Nunca los he leído, aunque conozco sus contenidos por referencia. Un consejo parecido me dio uno de mis profesores de literatura, el sabio jesuita P. Antonio Valle Llano, cuando quise leer los libros del escritor ruso Fedor Dostoievski en mis años de estudiante de filosofía: No leas todavía Dostoievski, me dijo. Leélo cuando termines la filosofía, entonces, estarás preparado para criticarlo, y sacarle provecho, sin que te dañe. Lo obedecí.

B- En mi niñez devoré toda la literatura infantil que pude, muñequitos y cuentos. Creo que esa literatura desarrolló en mí la fantasía y la imaginación. Me preparó para la poesía. Todavía la disfruto; y cuando me siento a hablar con los niños nos entendemos perfectamente bien. Nos podemos mover en el mismo mundo. La pena es que los adultos no siempre me permiten conversar con los niños y caminar con ellos en el hermoso universo de la fantasía y la poesía.

C- El ambiente de mi casa, pequeña y humilde, en las noches o tardes de domingo o en cualquier otro momento, era ambiente de abstracción y silencio: toda la familia sumida en la lectura.

D- A los nueve años, cuarto de primaria, mi profesor Don Bienvenido Durán me lleva con algún escrito ante el director de la escuela, entonces llamada Servando Morel, en Higüey y le dice: Mire lo que ha escrito este muchacho. Vale la pena. Ahí hay futuro. No recuerdo más ni la respuesta del director, en ese momento, el señor Monte de Oca. Pero la escena está grabada en mi memoria como una fotografía: el director sentado en su escritorio, Don Bienvenido detrás de mí con las manos sobre mis hombros. Ese hecho -siempre lo he pensado ha debido estimularme muchísimo a lo largo de mi vida y lo uno a la influencia que ejercen los maestros en la vida de sus alumnos.

E- A los diez años, quinto de primaria: recuerdo la escena de muchos alumnos a mi alrededor y algún profesor no identificado, eligiéndome entre otros compañeros director de un periódico del curso y comprometiéndose todos a colaborar conmigo. No tengo memoria de que el periódico funcionara ni que aparecieran colaboradores.

Años más tarde, en el Seminario Mayor, dirigí un periódico mural interno y fui el impulsor de la Revista Orientación, que los Padres Jesuitas, directores del Seminario, hicieron suya y se publicó durante un tiempo.

F- A los trece años, octavo curso: la profesora, Doña Catalina de Monte de Oca pide a sus alumnos que escriban su autobiografía y que indicaran qué querían ser en el futuro. Escribí que yo quería ser escritor, orador e historiador. Un año más tarde Dios me llamaría al sacerdocio, pero en esa vocación me he realizado ampliamente como escritor de muchas maneras; como orador en la predicación, en retiros, charlas y conferencias; y como historiador, a veces.

G- A los catorce años, primero de bachillerato: para el acto de Duarte en el Liceo de Higüey, Gerardo Jansen, 26 de enero de 1954 (en este 26 de 2004 se acaban de cumplir 50 años), tengo mi primer discurso escrito sobre Duarte.
Recuerdo la escena y en mi imaginación me veo rodeado de mis compañeros, vestidos con nuestro uniforme pantalón kaki y camisa azul claro. En esa exposición debí comparar a Duarte con Trujillo, porque en la época de la dictadura había que hacerlo así. Pero en el momento mismo de terminar mi breve discurso me cuestioné sobre ello y sobre Trujillo. Desde entonces la figura de Duarte y sus ideales han influido en mi vida y mi pensamiento y me han servido para iluminar y criticar todas las situaciones políticas y sociales de mi Patria.

2. Seminario Menor (1954-1958)
Entro en el Seminario Menor en Santo Domingo para formarme como sacerdote. Allí termino el bachillerato. Este período, cuatro años, es muy importante para mi formación literaria, por la educación misma que nos daban los jesuitas, más allá de un bachillerato normal. De esta época recuerdo:

A- Las traducciones que debíamos hacer de los escritores latinos y griegos, los poetas Ovidio y Horacio, me marcan. Aun conservo, de esa época, algunas traducciones hechas por mí.

B- Los ejercicios literarios, incluso de versificación, que también debíamos hacer en español y en latín.

C- Las llamadas academias literarias, que consistían en actos artísticos, en los que se exponían trabajos literarios, se declamaba y otras cosas del género.

D- En una materia, llamada Preceptiva Literaria, para ejercitarnos en el arte de escribir y hacer poesías, se nos pedía ante todo, aprender las diversas métricas, acentos y modos de versificación antes que soltar la imaginación poética y luego educarla según las leyes clásicas de la literatura. Estos ejercicios me traumatizaron para la poesía de tal manera que yo pensaba que no podía escribir poesías, porque me parecía muy duro combinar un número determinado de sílabas en cada verso y con rimas consonantes o asonantes.

E. Así a mis quince añitos opté decididamente por la prosa, aunque, a lo largo de mi juventud, aquí y allí, aparecía algún brote poético. De todas maneras, de estos ejercicios -de los que conservo todavía borradores- me quedó un poema en versos sáficos, porque en este tipo de estrofas, aunque sometidas a leyes de versificación, encontré mayor libertad de expresión. Se llama Tiempo. Tenía aun dieciséis años. Lo comencé en marzo de 1956, como ejercicio escolar y lo terminé en mayo de ese mismo año. Lo guardé como borrador, con sus tachaduras y correcciones, durante treinta años. Apenas en 1986, lo pasé a limpio. Helo aquí:

TIEMPO

De golondrina azul mágicas alas,
alas que llevan cantares de rosas,
alas que llevan consigo de liras
tristes gemidos
Tiempo, ¿por qué la vida no es eterno
jardín con nardo y embriagadoras fuentes?
¿Por qué hoy me traes sonrisas y mañana dardos y espinas?
¿Por qué tu vuelo de misterio en sombras
sin ley se lanza a saetear las rosas que ayer perfume a mi existencia dieron, néctar de vida?
¡Cuántas veces te he dicho vete, vete!
¡No hieras más mi pecho, no troques mi sonrisa, deja que cante con mi lira nueva cantos de gloria!
 Con tu bajel cargado siempre vuelves
con sombras tristes de melancolía:
la pálida inocencia de mi hada
llora tu engaño
Los pasos callados de mi adversa suerte
siguen buscando eterno amanecer
¡Ah! quién pudiera, fugaz golondrina
tus alas romper!
¡Señor, Señor!, cuando las sombras tristes de la noche sombría tiendan el manto, sin el tiempo, brillante, siempre eterna, torna mi vida.
 
CONCLUSIÓN
 
CERTIFICO que, en mi primera entrega de Memoria de mi trayectoria literaria 1, sólo di a conocer datos de mi infancia, adolescencia y de los años de bachillerato y Seminario Menor
 
DOY FE en Santiago de los Caballeros a los doce (12) días del mes de junio del Año del Señor dos mil catorce (2014).

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