¿Dirigente o líder? (1 de 2)

Hace años escribí en este mismo espacio, dos artículos que se referían a la crisis dirigencial de la industria de entonces.

Hace años escribí en este mismo espacio, dos artículos que se referían a la crisis dirigencial de la industria de entonces. Se acentúa mi percepción de la valía del genuino líder y su contraste con el elemental dirigente, electo o designado. Mi reconocimiento a esos líderes excepcionales, a los que la mediocridad pretende siempre descalificar. Con pertinencia actual, lo escrito antes: “Soplan vientos cruzados y el sector industrial dominicano manifiesta incertidumbres que tienden a hacer más confuso el umbral del destino inmediato. Ante situaciones de crisis, el líder se hace más necesario por su condición de faro orientador y de motorizador de acciones tendentes a dar sentido de clase, provoca posiciones coherentes, levanta la autoestima y reivindica el papel de grupo de presión, que el empresariado como gremio, representa en la sociedad. La crisis no es únicamente externa, tiene también componentes dentro del sector y de manera descarnada se ponen de manifiesto, debilidades dirigenciales que bien pueden afectar al movimiento empresarial en su universo”.

“No es lo mismo un dirigente que un líder y la correlación entre lo político y lo empresarial muestra un apreciable desequilibrio. La empresa dominicana tiene marcadas diferencias dinámicas en su desarrollo y crecimiento, siendo el sector industrial el que muestra el mayor desfase en su conjunto. Tenemos honrosos ejemplos de tecnología de punta y de pujantes crecimientos, pero son los menos. Para sacar al sector fabril de su marasmo, hacen falta esfuerzos titánicos; impulsar el sector industrial dominicano requiere el diseño de una política global, de un matrimonio entre Estado y sector privado con un respaldo completo en la conquista de mercados y horizontes claros así como reglas de juego estables y un Estado promotor, coherente, respetuoso, fuerte y equilibrado. Pero precisa más que nada, de líderes capaces de catalizar el proceso o de lo contrario tendremos crecimiento de algunos pero nunca un país con empuje productivo. Ese ente escaso que es líder, es definido por los textos como “conductor, guía, dirigente; definidor del ideario o programas, conductas o tácticas a seguir. Representa al grupo o clase en sus decisiones y personaliza sus aspiraciones y tendencias mientras cuenta con el asenso o confianza de sus parciales”. Es evidente la marcada diferencia entre dirigente y un verdadero líder. No basta un verbo recio o florido; no es suficiente la respuesta rápida pero hueca. Es imprescindible la palabra con respaldo moral: clara, transparente, honesta y sincera. Debe practicar lo que predica y ser impermeable al mal agradecimiento. Caminar sobre el fuego y volar sobre el pantano y no hundirse ni en uno ni en el otro. Tiene que haber contenido moral para reclamar a su propia gente, sus desvíos y desatinos y contar con un claro respaldo de sus representados. Es casi un producto de laboratorio”.

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