El mundo del niño y del adulto

D e los niños lo que más amo es su sinceridad, su espontaneidad, su inocencia. Esa forma tan tierna de creer en todo y de confiar en todos. Un niño es incapaz de dañar, no duda, no ve toda la maldad que se esconde en la gente. En la…

D e los niños lo que más amo es su sinceridad, su espontaneidad, su inocencia. Esa forma tan tierna de creer en todo y de confiar en todos. Un niño es incapaz de dañar, no duda, no ve toda la maldad que se esconde en la gente.

En la infancia no existen los problemas, nada es complicado. Todo es un juego, todo da risa y lo que pasa, por peligroso que sea, es muy divertido.

La vida del adulto es muy diferente. Todo lo contrario. La madurez nos vuelve inseguros, desconfiados. Las actitudes que la gente asume frente a nosotros a lo largo de nuestra existencia, nos hacen ver el mal en todas partes.

La duda reside en nuestras almas y opaca toda felicidad. La desconfianza nos invade y termina haciéndonos un gran daño. Todo lo bueno tiene algo malo y mientras más hermoso, menos creemos merecerlo.

El niño ve rosas, el adulto espinas. El niño ve la belleza del paisaje, el adulto se cuida de las piedras en el camino.

Los niños se divierten en los charcos, los adultos lamentan que el lodo les salpique el zapato. El niño se divierte bajo la lluvia, el adulto maldice cada gota que moja su vestido. Así podríamos llenar mil páginas citando ejemplos. La ley de la vida es nacer y crecer, lo normal es que al paso de los años los niños dejen atrás su infancia y se conviertan en adultos, sin embargo, debemos tratar de que el pasar del tiempo, no aniquile esa parte inocente y divertida que vive en nosotros cuando somos niños.

Reconozco que es mucho pedir, que la vida se torna cada vez más difícil para la gente grande, que muchas veces ni las cosas buenas lograr hacernos bien, pero en el fondo sabemos que es por nuestra actitud, debemos estar conscientes de que somos culpables de no disfrutar la vida y las muchas o pocas cosas buenas que ella nos da, porque nosotros mismos ponemos trabas, porque aunque las cosas que nos molestan no son ideas o inventos de nosotros, sino que son situaciones reales, pero que, sin embargo, no debemos dejar que nos arruinen la vida, pero cuando vemos el calendario, nos damos cuenta que ya crecimos y que para algunos es imposible seguir viendo el mundo como si aun fuéramos niños. l

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