Hace 51 años del azaroso 28 de abril de 1965, cuando tropas de los Estados Unidos intervinieron en el territorio nacional, con el pretexto de que fueron llamadas por representantes de un gobierno que nada tenía que ver con los legítimos intereses de la República.
La realidad es que los Estados Unidos enviaron sus marines con el aval de los gobiernos derechistas agrupados en la 0EA, bajo el influjo del anticomunismo y el miedo al surgimiento de gobiernos progresistas en la región después del triunfo de la revolución cubana.
28 de abril es una fecha que no debemos olvidar. El olvido, ese virus que taladra la conciencia nacional, y hace que perdamos el sentido de los hechos que conforman los valores de la República, no nos puede arrancar del recuerdo el daño que las tropas norteamericanas y sus gobernantes hicieron a esta Nación.
Hoy entre Estados Unidos y la República Dominicana existe una relación armónica y los pueblos de ambos países mantienen un vigoroso intercambio. Además, ese país ha acogido a miles de dominicanos.
Lamentablemente, algunas actitudes incomprensibles de la representación diplomática norteamericana tienden a estimular en el ánimo nacional una posición defensiva, frente a lo que constituyen expresiones de clara pretensión de imponer una determinada agenda que nada importa al interés dominicano.
Con cautela, la oficialidad dominicana no siempre ha estado presta a jugar el papel que le corresponde. Prudencia ha sido la norma, y ha tocado a la sociedad colocar los ejes del debate en la dirección correcta.
Es importante que se entienda que los dominicanos se afirman en un principio global que es la libre autodeterminación. Fue lo que primó cuando el pueblo resistió la presencia de los 42 mil marines norteamericanos que vinieron a imponer una voluntad que no era la deseada.
Reiteramos que contribuiría enormemente a profundizar los vínculos con Estados Unidos si esa nación se anima pedir perdón por la agresión de 1965. Generosamente hace tiempo que los dominicanos perdonamos, pero nunca debemos olvidar la ofensa.