Retos económicos del entorno internacional

El desarrollo del país y de su gente está en nuestras manos. No debe ser el producto del destino ni de la voluntad de otros sino de la capacidad que tengamos de articular y poner en marcha un proyecto colectivo que privilegie la inclusión social,&#8230

El desarrollo del país y de su gente está en nuestras manos. No debe ser el producto del destino ni de la voluntad de otros sino de la capacidad que tengamos de articular y poner en marcha un proyecto colectivo que privilegie la inclusión social, y el crecimiento sostenido y el empleo decente. En la medida en que no logremos eso, otros decidirán por nosotros, y difícilmente lo harán a nuestro favor. Sin embargo, en una economía tan pequeña y vinculada al resto del mundo como la nuestra, el entorno externo tiene un peso importante en el comportamiento de corto y mediano plazo.

En este momento, hay al menos tres factores en la economía mundial que incidirán de forma importante en nuestro desempeño económico en la próxima década.  Estos son una energía más barata, una recuperación económica global que tarda mucho más de lo esperado, y un encarecimiento gradual de la producción en China. Las implicaciones van en varias direcciones, algunas opuestas, y obligan a seguirlos con detenimiento.

Con respecto a la energía, si no hay conflictos político-militares de gran envergadura que amenacen el funcionamiento de los mercados globales de hidrocarburos, en pocos años estaremos en un mundo de energía más barata.
Las proyecciones apuntan a que en unos cinco a siete años el precio del petróleo se ubicará entre US$85 y US$95 por barril, esto es entre 6% y 16% más barato que hoy, y en términos reales será no menos de un 20% más barato. La explotación de nuevos yacimientos como los de Brasil, y la disponibilidad del petróleo de esquistos en Estados Unidos (a través del uso de nuevas tecnologías de extracción y procesamiento) auguran un aumento de la producción mundial y precios relativamente bajos.

El conflicto por el control del territorio ucraniano, por donde pasa el gas ruso que abastece a Europa, y el futuro del proyecto del oleoducto de Keystone en Estados Unidos y Canadá, pudieran alterar estas proyecciones, pero es muy probable que sólo temporalmente.

Esto es una buena noticia para la economía dominicana donde el peso de la factura petrolera para la economía en general y para el Estado en particular es muy elevado. Los costos de la energía no se incrementarán y tampoco las pérdidas financieras del sector eléctrico y el subsidio público derivado. Sin embargo, es una mala noticia para el planeta en su conjunto que no verá suficiente alivio en la emisión de gases que contribuyen directamente al cambio climático. ¿Cómo podemos aprovechar esa oportunidad?

Por otra parte, la recuperación del crecimiento económico global parece que tardará más de lo esperado. Las economías de los países ricos no terminan de arrancar, incluyendo la de Estados Unidos cuyas tasas de crecimiento del PIB previstas para los próximos años no superan el 3%. En Europa, aunque parece que lo peor pasó, la recuperación sigue siendo una ilusión. Eso significa que las principales economías donde se originan los turistas que nos visitan y donde compran nuestras exportaciones seguirán registrando poco dinamismo. Aunque por suerte esas economías son un poco menos importantes que antes, su situación seguirá gravitando en nuestro desempeño.

En parte, como resultado de lo anterior, China seguirá creciendo pero a tasas menores. Eso significa que el auge exportador de materias primas de América Latina hacia Asia, interrumpido por la crisis global, no se reeditará, por lo menos no en la intensidad que vimos antes.  Eso contribuye a que los precios de las materias primas, los alimentos y el petróleo se mantengan bajos.

Por último, la subida gradual de los salarios en China y el aumento de los costos de transporte está haciendo a ese país cada vez menos atractivo para ubicar plantas industriales, y está impulsando un proceso, todavía moderado, de relocalización de la producción mundial de manufacturas. Las intensivas en energía podrían moverse hacia Estados Unidos, pero las intensivas en trabajo podrían retornar a Centroamérica y el Caribe.

En síntesis, energía, materias primas y alimentos moderadamente más baratos, y una reubicación global de empresas manufactureras abre algunas oportunidades, pero eso se combina con mercados mundiales todavía deprimidos.

En ese contexto, ¿cuál es nuestra apuesta? ¿Seguir quemando dinero y combustible en este modelo energético financiera y ambientalmente fracasado? ¿Volver al viejo modelo de zonas francas que vamos superando? Seguir a la deriva y sin estrategia no debe ser una opción.

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