Novelar la Era de Trujillo ha sido una manera de ilustrar la “historia” de esa oscura etapa de la vida dominicana desde que, en las postrimerías del régimen, el chileno Enrique Lafourcade publicó La Fiesta del Rey Acab, que aunque no utiliza el nombre de Trujillo, el personaje del dictador Carrillo tiene cierta similitud con el férreo gobernante. Néstor Medrano, periodista y narrador, sigue las huellas del peruano Mario Vargas Llosa, en La Fiesta del Chivo, y los dominicanos Diógenes Valdez, con Retrato de Dinosaurios en la Era de Trujillo; Enriquillo Sánchez, Musiquito, y Marcio Veloz Maggiolo, con Uña y Carne.
Johnny Lupano, letrista de canciones, se une con pasión de “amor infinito” a la cantante cabaretera Isabel Gutiérrez, conformando una pareja funcional y armoniosa, sin sospechar que en ese tiempo era demasiado feliz para ser real. Los encantos de Isabel motivan la Lujuria de Petán Trujillo, hermano del dictador, dueño de la radiotelevisora del Estado, quien le propone al protagonista que le permita a su amada ofrecer “una sesión de canciones en su finca particular” con la sola presencia del encumbrado admirador.
Lupano desaparece para siempre. Su bella Isabel se sumerge en una angustiosa soledad, que la vuelve nostálgica y depresiva. Petán no perdonó el gesto de negarse a entregar a la esposa para la satisfacción de su lascivia. Del romanticismo inicial la novela se vuelve policíaca, por las supuestas investigaciones oficiales tras el desaparecido. Personajes como Elito Balaguer, el Presidente, y Johnny Abbes, de la inteligencia trujillista, entran en escena, descritos con los mismos matices de La Fiesta del Chivo. Un Balaguer parsimonioso y un Abbes “mofletudo”. La novela de Medrano está ambientada en la “Era”, sin tener al dictador como personaje central. Hace dos décadas, Manuel Salvador Gautier, con su tetralogía Tiempos para Héroes abordó exitosamente de forma tangencial la dictadura. Es como ver la dictadura desde otro ángulo, lo que vuelve el tema menos manido. Ediciones de Cultura.
