Estudiantes y universidades

Constantemente escuchamos hablar de la baja calidad de los profesionales que están egresando de nuestras universidades. Una mala fama que se extiende más allá de nuestras fronteras. Una pena y una gran vergüenza. Sin embargo, no es…

Constantemente escuchamos hablar de la baja calidad de los profesionales que están egresando de nuestras universidades. Una mala fama que se extiende más allá de nuestras fronteras.

Una pena y una gran vergüenza. Sin embargo, no es solamente culpa de la baja calidad de nuestras “casas de altos estudios”, es responsabilidad directa de los estudiantes.

El bajo rendimiento académico de quienes acuden a una universidad en busca de un título, es el reflejo de una educación mediocre, impartida en la escuela primaria, intermedia y secundaria, pública y privada. Hace unos días escuché a una persona decir que su prima trabajaba como profesora en un colegio, de esos que para que un niño pueda estudiar en él, hay que ser rico o tomar un préstamo en el banco para pagar el año escolar de un solo hijo que cursa la primaria.

Contaba la joven mujer, que los estudiantes son tan mal educados como altaneros, y que cada vez que su prima los exhorta a estudiar para no tener que reprobarlos, ellos le responden con la amenaza de que ella no se atreverá a cometer tal afrenta. Según dijo, al final de cada año lectivo, la más sorprendida es ella, cuando ve las calificaciones de sus propios alumnos.

La razón es evidente, en la dirección realizan ciertos “ajustes” a las calificaciones reales. Esto es a nivel privado. En el sector público, no se mueven estos intereses, pero abunda el desinterés de los profesores y más aún, a veces ni siquiera es que sean despreocupados, es que no cuentan con la suficiente preparación para formar a sus estudiantes. En cuanto al porcentaje que deben sumar los alumnos, muy pocos se esfuerzan por ir más allá de lo que les exige un programa deficiente e incompleto. La mayoría odia leer y si lo hacen por obligación, no logran entender nada.

Muchos bachilleres, aún inscritos en el Colegio Universitario de la UASD, no saben lo que quieren estudiar, es decir, no aspiran a nada. Tienen la idea de que están pagando por un título y que la universidad está en la obligación de otorgárselo y a las universidades a su vez, no les importa concederles el diploma siempre y cuando se mantengan al día en el pago de la matrícula. Es así como llegan a nuestras universidades analfabetos funcionales, que se convertirán en profesionales mediocres, para continuar reforzando la pésima imagen de los profesionales dominicanos. l

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