Santiago al garete

La desconfianza existente en el Santiago de hoy. Una situación sin soluciónLa escritora urbanista Jane Jacobs, en su obra: “La vida y la muerte de grandes ciudades americanas”, reconoce que: “La falta de confianza es claramente…

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Santiago: la ciudad corazón partidoINTRODUCCIÓN1 Allí donde está presente la especie humana, necesariamente se producen cambios que, en una u otra forma, han de tener incidencia en el medio…

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I.- La tierra donde habitamos.1.- Una vez la tierra se enfrió lo suficiente para ser habitada por la especie humana, ha sido preocupación constante mantenerla en condiciones hábiles para disfrutarla plenamente; aunque en la medida que se…

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Todos somos testigos de los momentos difíciles, de la realidad que vive el país. La descomposición social imperante; el deterioro e infuncionalidad de las instituciones; la indiferencia de grupos sociales con incidencia en el quehacer político…

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Santiago: suciedad y politiqueríaSi no fuera porque la realidad objetiva está a la vista de todos y solamente se requiere seriedad y objetividad para denunciarla o llevarla al conocimiento de la opinión pública, se…

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Santiago está hediondoCon el transcurso del tiempo los pueblos llegan a comprender las realidades de las cosas, las interioridades de los fenómenos y las causas generadoras de los males económicos y sociales que les…

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Un Santiago no queridoCada sociedad escindida en clases, sectores y capas sociales, cuenta en su seno, necesariamente, con seres humanos que piensan de distintas formas, sostienen posiciones ideológicas partiendo de sus…

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Santiago, turismo y basureroEl ser humano no abandona voluntariamente su país para ir de visita a otro que le resulte desagradable. Una vez que una persona decide desplazarse con fines de diversión, esparcimiento y recreación,…

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Indiferencia y Santiago SucioAnte los fenómenos sociales, los seres humanos pueden reaccionar aceptándolos o rechazándolos, partiendo de la concepción ideológica que domine su conciencia. También pueden adoptar un…

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A Santiago no lo quieren Son evidentes los cambios que se presentan en la sociedad humana desde el momento que las clases y capas sociales hacen suyos conceptos y criterios diferentes a los que, en otras épocas, guiaron…

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Áreas verdes en SantiagoEl principal enemigo de los pueblos es la ignorancia, porque les impide conocer la verdad de lo que ocurre y que, en una u otra forma, les afecta. Al desconocer la realidad de los hechos, aquellos,…

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Santiago, suciedad y desordenNo hay que hacer mucho esfuerzo para darse cuenta el profundo nivel de deterioro en que se encuentra en estos momentos la sociedad dominicana expresado en todas las instituciones del Estado,…

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INTRODUCCIÓNLos seres humanos no escogemos el lugar del planeta Tierra que ha de ser el medio circundante que, por circunstancias de la vida, llega a convertirse en nuestro lar nativo. Después de la repartición territorial…

La desconfianza existente en el Santiago de hoy. Una situación sin solución

La escritora urbanista Jane Jacobs, en su obra: “La vida y la muerte de grandes ciudades americanas”, reconoce que: “La falta de confianza es claramente incompatible con el buen funcionamiento de una sociedad; lo mismo respecto a un asunto tan práctico como la vida urbana, y la limpieza y el civismo en la calle. Si no confiamos unos en otros, nuestras ciudades tendrán un aspecto horrible y serán lugares desagradables para vivir. Además, la confianza no se puede institucionalizar. Una vez que se desgasta es prácticamente imposible restablecerla. Y ha de ser alimentada por la comunidad-la colectividad-, pues ninguna persona puede imponer a los demás, ni siquiera con las mejores intenciones, una confianza recíproca”.

20.- Precisamente, en la ciudad de Santiago la falta de confianza de las personas decentes hacia la alcaldía es total, aunque no tengan el valor de hacérselo saber; los munícipes santiagueros no creen en la verdad ni en la mentira expuesta por la alcaldía; la confianza hacia ésta comienza y termina en cero. Y no es para menos.
21.- Lo peor de todo es que no se vislumbra, por ahora, una salida airosa a la debacle en nuestra ciudad; cada día, desde la alcaldía se acciona como si sus integrantes estuvieran actuando acorde con las aspiraciones del pueblo; como si todo lo que ha hecho la alcaldía actual estuviere santificado por los hombres y mujeres de Santiago, y principalmente por sus organizaciones cívicas, de profesionales, comerciantes, industriales y empresariales.
22.- Para que Santiago de los Caballeros se convierta en un medio social habitable, organizado, higiénico, y con el respeto y la consideración de las autoridades edilicias, lo primero es que ha de surgir un movimiento de contenido cívico, teniendo al frente a hombres y mujeres de vergüenza, que quieran a Santiago, dispuestos a obligar a las autoridades de la alcaldía a cumplir con la ley, la decencia, la transparencia y la honradez.
23.- De lo contrario, Santiago seguirá siendo, como hasta ahora, una ciudad con mujeres y hombres decentes, pero que viven en el pasado, añorando el Santiago de ayer; mientras otros viven el Santiago de hoy, aceptándolo como está, inviable, sucio y desorganizado.
V.- Santiago de los Caballleros: Una pocilga aceptada
24.- Al parecer, los sectores con poder económico y social en Santiago; los de fina inteligencia y alta destreza y capacidad; sin importar que residan en las urbanizaciones Cerros de Gurabo, La Trinitaria, Reparto Tavares o La Zurza, consideran que como nuestra ciudad está dominada por los  juegos de azar, la prostitución, el alcohol y la música vulgar; el tráfico, microtráfico y consumo de estupefacientes; el lavado de dinero sucio, el tráfico de personas, y todo lo que constituye el subproducto de un sistema en decadencia; carece de relevancia  luchar para resolver el problema de la basura, la humareda contaminante, los ruidos innecesarios, el desorden en el tránsito vehicular y la venta de los espacios públicos.
25.- En la llamada Ciudad Corazón la situación está, en la mente de muchos de sus habitantes, como que en la actualidad no hay alternativa; que debemos continuar conviviendo con la basura, la humareda de Rafey, los ruidos, y todo lo que Santiago exhibe como ciudad propia de cochinos; de hombres y mujeres que en su generalidad han perdido el sentido cívico, el orgullo y autoestima de munícipes distinguidos.
26.- Una vez que una realidad social negativa es tolerada sin regateo por la gran mayoría de la comunidad, todo se ve como formando parte de su cultura, de la vida cotidiana. Para aquellos que hoy habitan en Santiago, sin distinguir entre una urbanización de la elite social, o un barrio de marginados, el hecho de que la ciudad se mantenga sucia y caótica no representa un dilema, sino una solución aceptada, para no tener conflictos con la alcaldía.
27.- Una vez que el ser humano llega anidar la creencia de que reclamar limpieza y orden puede generarle problemas a su tranquilidad, y lesionar su patrimonio económico, hay que olvidarlo como aliado para vencer la resistencia de los que burlan los derechos de los integrantes de la comunidad. No olvidemos lo escrito por Lev Tolstoi, en su libro Anna Karenina, en el sentido de que: “No hay condiciones de vida a las que un hombre no pueda acostumbrarse, especialmente si ve que a su alrededor todos las aceptan”.
VI.- Conclusiones
28.- Caemos en una posición subjetiva y simplista si al enfocar el desastre en el funcionamiento y administración de la alcaldía de Santiago, nos formamos la idea de que lo que ocurre en ese organismo municipal es fruto de las personas que lo dirigen. El asunto hay que verlo en toda su extensión, como formando parte de un ordenamiento social en decadencia, que ya no da para más; que destila, desde arriba hasta abajo, pus, porquería, desorden, tigueraje de cuello blanco y cuello sucio, corrupción, vicios sociales y degeneración de todos los calibres.
29.- Si el comportamiento de los habitantes de Santiago no fuera de tolerancia hacia las ejecutorias de la alcaldía, no es verdad que Santiago fuera la afrenta que es hoy, como ciudad supuestamente civilizada.  
30.- Los hechos son los hechos y no se derriten. Creemos en un “yo lo vi”, y no en un millón de “me dijeron”.
31.- Aquel que quiera comprobar lo que es el cuadro feo que pinta ahora la ciudad de Santiago de los Caballeros, está invitado, cámara de filmación y fotografía en manos, a un recorrido por Santiago.
32.- Las personas decentes y con sano juicio, del país, interesadas en obtener mayores informaciones con relación al infierno ambiental de Santiago, que soliciten información a la Sociedad Ecológica del Cibao (SOECI).
33.- En lo adelante debemos identificar a Santiago de los Caballeros, como La Ciudad Corazón Partido.

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Santiago: la ciudad corazón partido

INTRODUCCIÓN

1 Allí donde está presente la especie humana, necesariamente se producen cambios que, en una u otra forma, han de tener incidencia en el medio social; las transformaciones producen mutaciones en los distintos segmentos presentes en una misma época, y han de fijar la metamorfosis que, en el futuro, va a permitir distinguir una generación de otra, así como su forma de comportarse, y hacerle frente a los diferentes problemas que afectan a la comunidad en general.

2.- La necesidad de cambiar una realidad en un momento dado, no es asimilada de igual forma por todos los hombres y mujeres que ocupan el mismo espacio físico. La conveniencia de la conversión de una materialidad por otra, ha de partir de la visión que tenga el ente social de lo que conviene al pueblo, a la mayoría, a los que en cada país son los más.

3.- En la forma de asimilar la necesidad de los cambios, tiene incidencia el lugar que como clase social ocupa la persona que ha de accionar, y la concepción ideológica que sustenta.

4.- La manera de actuar guarda relación directa con la de pensar; el punto de vista que sostiene alguien con respecto a la creencia de que hay que actuar en uno u otro sentido, le viene de la mentalidad que se ha formado, fruto de su concepción ideológica.

5.- Los dominicanos y dominicanas que nacieron, formaron y se desarrollaron en el curso de la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo Molina, se comportan en forma diferente a las generaciones posteriores a ese régimen. No es que la forma de obrar de una u otra sea buena o mala, sino que se manejan en forma distinta; el desenvolvimiento de un joven en el curso de la Era de Trujillo, no se observa en la juventud dominicana de ahora.

II – Habitantes de Santiago diferentes

6.- He hecho las puntuaciones anteriores para referirme específicamente a las santiagueras y santiagueros, y a las posturas que han asumido en diferentes coyunturas de la vida social, política y municipal de la ciudad de Santiago de los Caballeros.

7.- Las personas que antes residían en Santiago, fueron distinguidas, por los habitantes de otras ciudades y regiones del país, como munícipes preocupados para que su medio social se conservara higienizado, organizado, como un medio ambiente digno de ser habitable.

8.- Todo aquel que visitaba a Santiago de los Caballeros, al retirarse quedaba con la real impresión de que había estado en una ciudad bella, con el trato exquisito de sus habitantes, y de que las autoridades municipales ponían empeño para que todo el que pisara el territorio de Santiago se diera cuenta que había estado en un municipio manejado, desde el ayuntamiento, con esmero y pulcritud.

9.- El encanto por la limpieza y belleza de su ciudad, hacía calificar, por otros conciudadanos, a las santiagueras y santiagueros como “privones”, presumidos.

10.- Pero el Santiago que habitaron los munícipes de ayer, tenía como vigilantes a sectores, clases y capas sociales que, en su conjunto, veían su ciudad como la prolongación de su propio hogar. El celo para que el hábitat grande se conservara habitable constituía inquietud colectiva, traducida en afán constante por el mantenimiento de un medio ambiente placentero.

III – Lo que Santiago quiere y lo que tiene

11.- Pero lo anteriormente expuesto, es cosa del pasado; es parte de la historia de un Santiago vivido y ya olvidado.

12.- El Santiago de ahora es la otra cara del de ayer; de un período dejado atrás; de algo que hoy luce muy remoto, y que solamente sirve como punto de referencia. Para establecer la separación entre lo que queremos y tenemos.

13.- La ciudad de Santiago es hoy un medio social que se mueve alrededor de lo que unos quieren y otros rechazan; entre lo poco limpio y mucho sucio; lo algo soportable y lo absolutamente insufrible; la tranquilidad querida, y la perturbación permanente; entre el aire puro que buscamos, y el contaminado que cada segundo nos envenena; entre el espacio público que nos pertenece, y el que ha sido negociado por la alcaldía; entre el tránsito vehicular organizado que queremos, y el que por negocio nos impone la alcaldía para burlarse de los munícipes decentes.

14.- Pura y simplemente, el Santiago de hoy no es solamente diferente en lo que se refiere a lo que fue una ciudad rural antes y urbana ahora; de una población de dos o trecientos mil habitantes, a una de más de un millón. La separación es más penosa y profunda.

15.- Las clases dominantes de ayer, difieren a las de hoy en lo que se refiere a compromiso social; el comportamiento de los que habitamos a Santiago hoy, cambió en lo absoluto de los de ayer. No hay comparación posible en ningún sentido.

16.- Para aceptar tranquilamente que Santiago llegara al estado de degradación en que se encuentra en la actualidad, necesariamente tenía que producirse una combinación de indiferencia, tolerancia, indolencia, apatía y dejadez; todo ligado a un total desinterés, absoluta despreocupación por lo que constituye el perímetro de nuestra ciudad.

17.- Solamente una situación de inexplicable unidad explica que lo sucio, desordenado y bochornoso sea aceptado como normal y corriente por hombres y mujeres inteligentes y brutos; buenos y malos; nobles y perversos; ricos y pobres; canallas y cobardes; sinvergüenzas y honorables.

18.- La ciudad de Santiago es hoy una pocilga de puercos de pobres; un desorden organizado por conveniencia; un medio social nauseabundo, donde por todas partes se respira un aire fétido; donde la visión y los oídos son agredidos por letreros y ruidos aceptados por paga; el tránsito vehicular es ubicado en rutas diseñadas para beneficio económicos de terceros, y en perjuicio de la comunidad; en fin, el caos, el desbarajuste, la desfachatez e insolencia demuestran que nuestra ciudad es administrada bajo una situación solamente aceptada por munícipes para los cuales da lo mismo vivir como ratas que como seres humanos civilizados. l

Continuará la semana próxima

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Dándole continuidad a reportajes sobre Santiago y el caos imperante, el mismo dinámico periodista Ricardo Rodríguez Rosa, en el periódico El Nacional de fecha 2 de enero de 2013, pone al descubierto la forma como el espacio público ha sido ocupado por negocios instalados con la debida autorización de la alcaldía. El reportaje tiene el siguiente título:

Negocios, aceras arrabalizan
centro histórico de Santiago
“La prometida desarrabalización de esta ciudad, garantizada hace poco más de dos años por el entonces candidato a la sindicatura, Gilberto Serulle, hoy dista mucho de esa oferta política, al permitir que en el centro histórico se coloquen negocios en lugares reservados para que se desplacen los transeúntes… Además de que los interesados de comprar uvas, manzanas y toda suerte de golosinas, también pueden adquirir lechosas, piñas, guineos, zapotes y otras frutas tradicionales… Con el funcionamiento de otros negocios, autorizados por la alcaldía, las personas que se aventuran a caminar por allí apenas disponen de un 10 por ciento del área original para desplazarse, viéndose muchas veces en la necesidad de caminar por el lugar reservado para los vehículos, mayormente cuando los responsables de la caseta atienden clientes… Y como si esto no fuera suficiente, un área cerca del lugar donde se encuentra el mencionado puesto de frutas es utilizada para depositar las cajas de madera y cartón donde reciben las frutas, golosinas, bebidas alcohólicas y otros productos del agro”.

En un certero artículo, elaborado con seriedad y específicos datos técnicos y estadísticos, en el periódico La Información de fecha 8 de enero 2013, María Isabel Serrano Dina, publicó un interesante trabajo con el título:
D- Espacios públicos
y calidad de vida
“Si queremos una mejor ciudad debemos poner atención a la gestión de los espacios públicos; los peatones y conductores debemos exigir espacios urbanos de calidad, en los cuales sea saludable y agradable transitar, de igual manera tenemos la obligación de cuidarlos”.

“El estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que para atenuar la contaminación ambiental producida en la zona urbana se requiere disponer como mínimo de 10 metros cuadrados de área verde por habitante en la ciudad, Santiago de los Caballeros no alcanza los dos metros cuadrados por habitantes y este exiguo número no ostenta de espacios públicos de calidad… Nuestros parques son jaulas de hierro y cemento, inseguros, insostenibles y convidados a la soledad en el olvido… La impermeabilización de la superficie de los espacios públicos como parques, plazas, plazoletas, aceras, estacionamientos, calles y demás, constituye una de las problemáticas actuales de mayor preocupación, reduciendo la calidad de los espacios públicos, condicionando la vida de los ciudadanos. En adición a esta realidad notamos la contaminación ambiental generada por la basura, el humo de vehículos e industrias, en contraste a la falta de verde urbano que sirva de filtro para atenuar esta condición… A nuestros planificadores urbanos, encargados de gestionar y salvaguardar una ciudad sana y vivible, de forma integral a presente y futuro, se les ha olvidado considerar los seres vivos que interactúan en estas (humano, flora y fauna), los cuales mantienen el equilibrio de los ecosistemas naturales y artificiales que conforman la ciudad… Vamos a tomarnos el tiempo de mirar hacia atrás, ver lo que tenemos, lo que hemos construido, y analizar la proyección de nuestra ciudad, hacia dónde nos dirigimos… ¿Qué modelo de ciudad queremos?, porque en la dirección que vamos no se contempla un futuro prometedor”.

El acucioso periodista Nelson Peralta, en el periódico La Información de fecha 14 de enero de 2013, destaca lo siguiente:
E – Contaminan ciudad con todo tipo de propaganda comercial. Saturan aceras y solares en Santiago
“La contaminación visual es cada vez mayor y sin control en el municipio de Santiago, donde las aceras laterales y frontales de las intersecciones en calles y avenidas están obstaculizadas por una inmensidad de propaganda que promueve todo tipo de productos… La venta de alimentos, medicinas, el cine, teatro, programas sociales, de televisión, presentaciones artísticas y hasta fajas femeninas con voluptuosos cuerpos se promueven en todas las esquinas y atrae la atención de conductores y transeúntes en todas las esquinas de la ciudad… Las reatas o centros de las avenidas que anteriormente estaban cuidadas con flores, hierbas y palmas, hoy están ocupadas con ese tipo de propaganda lumínica… El peligro más grave es que este tipo de propaganda que satura la ciudad es colocada hasta en los elevados y túneles próximos a los semáforos, lo que representa un peligro público… La mayoría de los espacios públicos de la ciudad, tanto de solares yermos como aceras privadas están siendo ocupados sin ningún control”.

Al interpretar la generalizada preocupación de la comunidad de Santiago por el deterioro y suciedad en que está, en fecha 29 de diciembre de 2012, el periódico Hoy editorializó diciendo:
F.- Santiago: basura y abandono
“La Ciudad Corazón está bajo asedio de la acumulación de basura y el abandono de sus lugares públicos. La desatención de los servicios de limpieza y mantenimiento del ornato se ha impuesto de un tiempo a esta parte, haciendo de esa hermosa ciudad un paisaje deprimente. La recogida de basura ha caído a su más baja expresión y algunos lugares públicos ahora son refugios de drogadictos y alcohólicos, de vagos y maleantes… Es una verdadera afrenta que una ciudad de gente tan laboriosa y progresista, tan orgullosa de la hermosura y limpieza de su Santiago, tenga que soportar este panorama. La autoridad municipal está en el deber de responder a esta situación con acciones que hagan desaparecer de la vista los vertederos de basura y que permitan recuperar los lugares públicos, para disfrute sano de los munícipes. No hay lugar para pretextos ni argumentos”. l

Vamos a tomarnos el tiempo de mirar hacia atrás, ver lo que tenemos, lo que hemos construido, y analizar la proyección de nuestra ciudad, hacia dónde nos dirigimos”.

La mayoría de los espacios públicos de la ciudad, tanto de solares yermos como aceras privadas están siendo ocupados sin ningún control”.

Continuará la semana próxima

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I.- La tierra donde habitamos.
1.- Una vez la tierra se enfrió lo suficiente para ser habitada por la especie humana, ha sido preocupación constante mantenerla en condiciones hábiles para disfrutarla plenamente; aunque en la medida que se han desarrollado los instrumentos de producción, el terreno ha sido vivamente lesionado y el medio ambiente agredido.

2.- Aunque el globo terráqueo es sumamente inmenso, los habitantes de cada país solamente ocupan una limitada porción del mismo. Por tanto, esa parte reducida debe ser cuidada por sus pobladores, y dentro de los marcos geográficos nacionales, los moradores de cada urbe, deben preservarla.

3.- No escapa a la inteligencia y sano juicio de cada dominicano y dominicana, que el país está viviendo una etapa de su historia dominada por el deterioro social, legal e institucional; una coyuntura en la cual cada habitante de este territorio se cree con derecho de hacer lo que le dé la gana, sin importarle que con su proceder está lesionando la libertad, derechos, vida y bienes de los demás.

4.- En nuestro país, un desaprensivo cualquiera se mueve por esas calles de Dios con la idea fija de que estamos viviendo como chivos sin ley, donde prima la conducta del desorden, el caos, la anarquía, el tumulto y el bullicio; no hay quien levante la voz para imponer el respeto a la ley, la tranquilidad en la comunidad, para detener el desbarajuste impuesto por los descabellados, alocados, sinvergüenzas y groseros.

 5.- Si estamos conscientes de que solamente disponemos de un espacio físico donde nacimos y nos hemos desarrollado, o donde hemos decidido vivir, entonces estamos en el deber de defender esa parte territorial que se ha convertido en nuestro hogar grande, en nuestro aposento adorado, en el domicilio que compartimos con todos nuestros moradores y con el cual nos identificamos por voluntad propia, como santiagueros y santiagueras.
II.- El clamor de la comunidad de Santiago y las autoridades municipales

6.- En las sociedades humanas sus integrantes no accionan impulsados por apariencias, sino por realidades, por lo que es innegable.

7.- Cuantas veces en un medio social, en forma reiterativa, se levantan voces exponiendo inquietud, desasosiego e impaciencia ante la presencia de un fenómeno que crea ansiedad o turbación permanente, la prudencia manda que se le ponga atención a la situación, ya sea desde el gobierno central o municipal.

8.- El sentido común nos dice que una persona con sano juicio, no maniática, chiflada, enajenada ni perturbada, no se va a tomar un espacio de su tiempo para escribir sobre algo que carece de interés; sobre un tema no provechoso para aquellos a quienes busca orientar o edificar con el mensaje que transmite por medio de la palabra escrita. Los seres humanos que tienen sensibilidad y sentido de civismo se sienten motivados por acciones que son de utilidad, productivas para las grandes mayorías nacionales.

9.- Cuantas veces un munícipe manifiesta de buena fe su inquietud ante un problema de su comunidad, no lo hace con el fin de pleitear, litigar o fastidiar a las autoridades que están al frente de la alcaldía o de la sala capitular, sino para que se le busque solución a la dificultad. Resolver los inconvenientes que se presentan y lesionan a los habitantes de una ciudad, contribuye a la armonía, no a la discordia. Con la solución se logra una salida, se obtiene un remedio al mal; se evitan las complicaciones y los enredos innecesarios.

III.- Inquietud colectiva expresada por el bien de Santiago
10.- Lo expuesto anteriormente sirve de explicación a la idea que voy a desarrollar en este escrito, que va dirigido a la gente buena de la ciudad de Santiago, constituida por la gran mayoría de los miembros de esta comunidad.
11.- Hace alrededor de un mes escribí un artículo con el título: Mi Santiago querido: Hoy sucio y desordenado.

12.- Aquellas personas que tuvieron la posibilidad de leer el citado texto, a lo mejor pensaron que lo expuesto en el mismo sólo respondía a una inquietud mía, pero no es así, como se evidencia por los diferentes trabajos que se han publicado recientemente en los cuales autores o reporteros manifiestan su inquietud por el estado de suciedad y desorden que impera en nuestro querido Santiago.

El ingeniero arquitecto Conrado Asencio, en un escrito que publicó en el periódico La Información, de fecha 12 de noviembre de 2012, dice, entre otras cosas:
A.- Reflexiones urbanas de Santiago.

“Muy a pesar nuestro, tenemos que reconocer que, en algunos aspectos, la ciudad de Santiago está languideciendo por la falta de atención a problemas que no se pueden encubrir cuando más bien, las autoridades municipales pueden soslayar los inconvenientes que más adelante podremos enumerar, a fin de que se tomen en cuenta y se recurra a su atención para rápida solución.

Si bien “Santiago es Santiago”, esta admirable y envidiada ciudad debe ser atendida. Cuando hemos recorrido gran parte de las calles y avenidas importantes, vías por donde transitan regularmente miles de vehículos y en las mismas nos encontramos con hoyos, troneras, hundimientos y desniveles en el pavimento, falta de tapas de los registros, carencias de las rejillas en los imbornales, lotes de basura y de escombros y de cuantas cosas más que ponen en peligro la vida de los que recorren nuestras vías, que por lo que hemos escuchado y compartimos, la ciudad que mantuvo un reconocimiento por el mantenimiento de sus vías, de la calidad de vida y limpieza, hoy en día luce abandonada por su incrementado deterioro”.

La cita anterior, extraída de un escrito hecho por un munícipe santiaguero con suficiente calidad profesional para exponer las inquietudes que aborda, están a la vista de todos los habitantes de la ciudad de Santiago de los Caballeros.

La importancia del artículo del ingeniero Conrado Asencio, reside en que, a) es la obra de un profesional de la ingeniería, históricamente ligado a los asuntos urbanísticos de Santiago y, b) en el trabajo él indica con precisión, debidamente individualizados, problemas actuales que no hay que hacer mucho esfuerzo para comprobarlos.

En otro orden, recogiendo una realidad viva de la ciudad de Santiago, el distinguido periodista Amable Grullón, en fecha 16 de noviembre de 2012, en el periódico La Información publicó un reportaje titulado:
B.- Deterioro de los servicios que afectan mercados de Santiago
“El progresivo deterioro de los servicios municipales llega hasta los mercados, que con excepción del Hospedaje Yaque se aprecian sumergidos en el abandono, la insalubridad y las inmundicias… La comercialización de productos comestibles en los demás mercados se hace en medio de grandes precariedades y deplorables condiciones de salubridad.

La desconfianza de los consumidores ha llevado a un segmento importante de la población a descartar los mercados cuando se trata de consumir vegetales y gran parte de los productos que consideran más vulnerables a la contaminación prevaleciente en los mercados”.

Como se puede observar, Amable Grullón, para elaborar su escrito no tuvo que inventar nada; pura y simplemente describió una realidad que está a la vista de todos los miembros de la comunidad de Santiago.

Continuando con la descripción del cuadro feo que pinta Santiago, el periodista Ricardo Rodríguez Rosa, refiriéndose a los parques de Santiago: Colón, Los Chachaces, Ercilia Pepín y Plaza Valerio; escribió un artículo en el periódico El Nacional, de fecha del 28 de diciembre de 2012, con el título “Se deterioran lugares públicos de Santiago”. Como muestra extraemos lo expuesto por el periodista con relación a dos de los parques deteriorados:
C.- Parque Colón y Ercilia Pepín.Parque Colón:
“Este parque, que junto al Duarte son lugares emblemáticos del centro de la ciudad, producto de la falta de vigilancia, especialmente en horas de la noche, ha sido escenario de robos de algunas estructuras de metal, bombillas y cables eléctricos, las que se supone fueron vendidas a metaleras. El Parque Ercilia Pepín: Enclavado justo en uno de los laterales del hospital José María Cabral y Báez, también presenta cierto grado de descuido, especialmente en la poda de sus árboles y jardinería, hasta el punto que Bienvenido Merán, encargado de supervisarlo, se ve en la necesidad de barrerlo”. l

Continuará la semana próxima

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Todos somos testigos de los momentos difíciles, de la realidad que vive el país. La descomposición social imperante; el deterioro e infuncionalidad de las instituciones; la indiferencia de grupos sociales con incidencia en el quehacer político económico y empresarial que deberían manifestar preocupación ante hechos que, por su trascendencia, sirven de motivación para impulsar a cualquier hombre o mujer con cierta conciencia cívica; el hecho de instituciones de valía no manifestarse contra el actual orden de cosas que, sin mucho esfuerzo, se comprende que constituyen una afrenta para cualquier comunidad humana civilizada. Semejante actitud me llama a preocupación.

Me voy a permitir poner como ejemplo de la indiferencia de grupos cívicos y de poder social, el caso de la ciudad de Santiago de los Caballeros, la cual fue, en un pasado reciente, el lugar del país desde donde surgieron las principales denuncias de correctivos ante hechos que, en una u otra forma, lesionaban vivamente las buenas costumbres, la institucionalidad, la decencia y el buen vivir.

Hoy, por ejemplo, Santiago de los Caballeros es una ciudad totalmente insegura y con suciedad por todas partes, y no se escucha un organismo cívico, una organización empresarial, un gremio profesional que levante su voz con sentido colectivo, expresando su sentir, su disgusto, su protesta ante el descalabro social, institucional y la ausencia de laboriosidad municipal sin politiquería ni corrupción.

La realidad se presenta como que Santiago no tiene dolientes, que todo el mundo está en lo mismo, sintiéndose bien moviéndose en un lodazal, haciendo alianza impúdica con el ladronicio que cualquiera puede hacer lo que le dé la gana, consciente de que Santiago es hoy una letrina, una ciudad a merced de lo que quieran vagabundos, sinvergüenzas y corruptos.

En Santiago las fuerzas llamadas a impulsar los movimientos de contenido cívico y social, a lo mejor no se han dado cuenta que la indiferencia ante los asuntos de interés colectivo terminan haciendo imposible la convivencia civilizada; le da vigencia a grupos desaprensivos y permite que los sectores más atrasados y con mentalidad política delincuencial controlen los órganos e instituciones del Estado.

En sentido general, algo semejante al comportamiento en Santiago está ocurriendo en estos momentos en todo el país, que por el hecho de los sectores más limpios y sensatos marginarse del quehacer político y dejarle el espacio libre a los vagabundos, a los “tigres”, a la basura política, hoy lo que no sirve, en su gran mayoría, desempeña el papel preeminente en la vida pública de la nación.   

Si los ciudadanos y ciudadanas decentes no se movilizan, si no denuncian en forma colectiva el robo al Estado, la inseguridad personal y de bienes, y todas las cosas sucias que a diario ocurren desde los órganos de poder; continuaremos dominados por la basura social, por los que no sirven y se venden como ejemplo de personas de bien. Pronto vamos a tener a un politiquero como presidente de la República, con fichas policiales que van desde cómplice de narcotraficante hasta traficante de seres humanos. La basura política nos arropa ante la indiferencia de fuerzas políticas cívicas militantes. (19)

“Santiago en el corazón”
Los santiagueros y santiagueras no vivimos dominados por el regionalismo, pero nos sentimos bien en nuestro lar nativo; por tal razón, en cualquier lugar del mundo donde nos encontremos, recordamos a nuestro Santiago querido. Mi pueblo lo vivo, me siento bien con mis gentes de ayer y de hoy. En mis coterráneos veo a personas sinceras, sensibles y generosas.

Cuantas veces me muevo por una calle de Santiago, me siento que estoy caminando dentro de mi propia casa. Querer a Santiago es querer a todo nuestro país, a todos los dominicanos y dominicanas sin importar su lugar de origen o nacimiento. Los que nos hemos levantado tomando el agua del Yaque, aunque contaminada, llevamos en la sangre el sentido de la hospitalidad y es la razón por la cual la comunidad humana que vive en Santiago está compuesta por hombres y mujeres que activan en Santiago; pero somos santiagueros y santiagueras del mundo.

He hecho referencia a la ciudad de Santiago y el comportamiento de los que hemos tenido la dicha de haber nacido y desarrollado en esta hospitalaria ciudad, para hacer mención de un libro que recibí hace unos días escrito por un santiaguero de pura cepa, el señor Rafael E. Martínez Céspedes. La obra tiene por título: “Santiago en el Corazón”.

En el citado libro su autor hace un recuento pormenorizado de Santiago, sus calles, personas pintorescas, en fin, hace una especie de fotografía de Santiago; principalmente del Santiago de nuestra niñez y juventud. Mientras leía “Santiago en el Corazón”, creía que en ese instante yo tenía quince años de edad.

Al hablar de la motivación para escribir el libro “Santiago en el Corazón”, su autor dice: “Un día volviendo después de muchos años a mi Santiago de los Caballeros natal, sentí el aroma de una de sus calles. A través de esa fragancia, reviví mis experiencias de niño y comencé a describir como eran las cosas en mi época y como había cambiado la cara de esas cosas. Esas son las estampas que se describen en “Santiago en el Corazón”. Debo agregar, por cierto, que una de las experiencias más fascinantes eran mis baños en el Yaque, el caudaloso río que bordeaba el pueblo como un cinturón de plata. Era el “Yaque dormilón” del poeta, cantante y autor Juan Lockward, a quien recordando escribí:

“A Santiago un gran poeta,
le dedicó una canción
y al gran río de mi pueblo
llamó el Yaque dormilón”.

“Pero no dormía nunca
ese río luminoso
pues era en aquellos días
un torrente caudaloso”.

“Tenía caras muy dispares
aquel plateado camino
tenía pozos encantados
y alevosos remolinos.”

“Tenía un desierto de piedras
que espuma hacía la corriente
y había vida en abundancia
en sus aguas transparentes.”

“Cuando el río se botaba
era un mar color de miel
son los recuerdos del Yaque
que aún guardo bajo mi piel.”

Precisa el autor: “Y yo, pensando en el Yaque, fui escribiendo y escribiendo de aquel pasado mejor. Pero un día regresé y, para mi enorme sorpresa, el gran río luminoso se había convertido en un sucio arroyuelo, un caño contaminado; y esa experiencia traumática hizo que me dedicara por un tiempo a indagar las causas de ese desastre. Descubrí que, efectivamente, una de las causas principales de la muerte del río de mi niñez estaba descrita en mis propias notas: había sido el cambio brusco en nuestros estilos de vida y la adopción de costumbres foráneas a nuestro cuerpo social.”   
Creo que el libro “Santiago en el Corazón”, debe ser leído por todos los santiagueros y santiagueras, para que se refresquen la memoria y sigan teniendo a Santiago en el corazón. (20). l

FUENTES:
(19) El Nacional, 16 de febrero 2006
(20) El Nacional, 7 de diciembre 2006

Continuará la próxima semana

Hoy, por ejemplo, Santiago de los Caballeros es una ciudad totalmente insegura”.

Los que nos hemos levantado tomando el agua del Yaque, aunque contaminada, llevamos en la sangre el sentido de la hospitalidad ”.

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Santiago: suciedad y politiquería

Si no fuera porque la realidad objetiva está a la vista de todos y solamente se requiere seriedad y objetividad para denunciarla o llevarla al conocimiento de la opinión pública, se podría pensar que distintas personas vinculadas con los medios de comunicación se han puesto de acuerdo para denunciar el estado de deterioro, desorden y suciedad que presenta la ciudad de Santiago de los Caballeros.

En los últimos días, periodistas y productores de radio y televisión, han reseñado la situación que viven hoy los santiagueros y santiagueras por lo sucio, desordenado y, en particular, por la desesperación que ha creado, en distintos barrios de Santiago, la humareda que tiene su origen en el vertedero de Rafey.

Por medio de distintos artículos hemos denunciado la crítica situación en que se encuentra en estos momentos la ciudad de Santiago; la cual no reúne las más mínimas condiciones para ser habitada por seres humanos. No ha sido por prejuicios, caprichos, ni por razones políticas que nos hemos ocupado del agrietamiento de Santiago, la suciedad que lo afecta y la necesidad de que se tomen medidas que hagan habitable la ciudad.

La última publicación, en torno al infierno que es Santiago como medio social inhabitable, fue un trabajo periodístico elaborado por Ricardo Santana; quien, entre otras cosas, destacó: “El grado de contaminación ambiental provocado por los desechos sólidos y líquidos, los ruidos y el monóxido de carbono que emanan de los vehículos ha convertido a la ciudad en la más contaminada del Caribe, en los últimos años. La contaminación existente pone en peligro la salud de sus habitantes de acuerdo con expertos en urbanismo, médicos y ambientalistas.

La ciudad no sólo encara problemas de contaminación ambiental producidos por los desechos sólidos y el vertedero de Rafey, sino también de tipo atmosférico y visual.”

“Estudios realizados por organismos y profesionales dedicados a la planificación urbana revelan que por las calles de Santiago circulan diariamente más de 50 mil vehículos que arropan a la ciudad con su contaminación, lo que sumado a la gran cantidad de letreros colocados en vías centrales y el escándalo de las guaguas anunciadoras de productos y casas comerciales, la convierten en un caos y una amenaza para la salud de sus habitantes. Varios elementos provocan la contaminación en diferentes vertientes en la llamada Ciudad Corazón.

Uno de ellos es el crecimiento desorganizado y sin planificación que experimenta esta demarcación, según los expertos. El ambientalista Domingo Rodríguez, fundador de la Sociedad Ecológica del Cibao (SOECI), sostiene que el crecimiento de Santiago no ha sido planificado, sino desorganizado, a pesar de los proyectos y ordenamiento territorial planteados por diferentes sectores. Rodríguez, sostiene que la ciudad atraviesa una grave situación, por los desechos sólidos y el vertedero de Rafey.

En su opinión, el problema no radica básicamente en la existencia del vertedero, sino en la forma cómo se maneja y la poca vigilancia del lugar; que genera los problemas ambientales.”

“El ruido es uno de los factores importantes en el grado de contaminación que experimenta Santiago, que altera la salud auditiva y cardíaca de las personas, según los médicos. El médico Pedro Mendoza expone que a las urbanizaciones y sectores de clases media y alta ha llegado el ruido. Esos lugares se caracterizaban por la tranquilidad. Sostiene que el ruido es un contaminante sumamente nocivo para la salud, porque, a pesar de que el oído humano tiene una tolerancia de 85 decibeles, la exposición continua crea un impacto en la salud humana y de los animales domésticos. Mendoza recordó que hace 10 años en los comercios del centro de Santiago se registraba un nivel de ruido de 95 y 100 decibeles, lo cual ha aumentado y arropado la ciudad.

Dijo que el nivel de ruido no debe pasar de los 60 decibeles, pues cuando supera esa cifra se convierte en intolerable para el oído humano.”  
La denuncia de la suciedad de Santiago no es cuestión de politiquería, aunque la politiquería hace imposible la eliminación de la suciedad, el desorden, la contaminación ambiental y la humareda de Rafey. (15)

Santiago: inseguro y sucio

En otros escritos hemos dicho que toda persona, nacional o extranjera que, en su calidad de visitante, llega a la ciudad de Santiago de los Caballeros y se dirige al Centro León, al Campus de la PUCMM, a los lugares de esparcimiento del Centro Español, es posible que se forme la falsa idea de que ha llegado a una gran urbe dominada por el orden, la limpieza, por el cuidado de sus parques, el aseo de sus calles y avenidas; que ha penetrado a una ciudad que ofrece seguridad, garantía, confianza y que está bien protegida en su vida, bienes y salud.

Pero si esa misma persona decide moverse por el Centro Histórico y otros barrios de Santiago, se dará cuenta que está totalmente equivocada porque el Centro León, la PUCMM y el Centro Español, no son más que la apariencia que cubre la dura realidad de una ciudad sucia, desordenada e insegura. De la asquerosidad, de lo repugnante e inmundo que está Santiago, no hay que abundar mucho porque como testigos están los parques, que en unión del basurero en el Centro Histórico y el Vertedero Rafey, completan la ascosidad de la ciudad.

En Santiago, al lado de la suciedad y desorden, está la inseguridad personal y de bienes como lo hemos expuesto en artículos publicados en esta misma columna en fechas 18 de noviembre y 16 de diciembre del 2004. En el primero de estos trabajos dijimos: “Resulta muy difícil enfrentar el crimen organizado y el que opera en Santiago tiene muchas ramas.

La impunidad de la delincuencia está garantizada en lo político, en lo social o militar y hasta en las alturas de la Iglesia católica. En los casos excepcionales que un delincuente cae en manos del débil servicio judicial, él o los jueces van a recibir la visita del senador oficialista, del influyente comunicador social, del jerarca policial o militar y del obispo de la región más apartada del país; todos haciendo labor de cabildeo a favor del criminal.

Cada traficante de influencia hace labor de celestino, en provecho del delincuente detenido, por distintas motivaciones: el legislador por ser cómplice del delincuente, el comunicador por ser amigo del senador, el policía o militar por sus vínculos políticos con un político amigo del inculpado y el obispo para pagarle un favor al senador de la provincia”.

“La situación de la criminalidad en Santiago cada día cuenta con más y más ramificaciones en sectores con influencia política. Hace unos meses, en Santiago operaba una banda que realizaba acciones delictivas portando armas largas y se identificaba como una compañía legal que daba servicios de seguridad.

La situación fue puesta en conocimiento de la Jefatura de la Policía Nacional, la cual ordenó una investigación. Se comprobó la existencia de la banda armada, la no existencia legal de la supuesta compañía y el no permiso legal de las armas. La investigación se hizo con toda profundidad; pero, al final, la misma quedó archivada porque, de los interrogatorios practicados a algunos de los delincuentes, salió a relucir la persona de un senador del partido en el gobierno en ese momento.

No hay que hacer mucho esfuerzo para comprender que la ciudad de Santiago es un medio social donde nadie tiene su vida garantizada y por tanto cada quien debe procurarse su propia protección personal, con el agravante de que las causas generadoras de la criminalidad están vigentes y cada vez se desarrollan más. El hecho de que, tanto durante la gestión gubernativa pasada como en la actual, el crimen haga acto de presencia con métodos variados permite establecer que los crímenes, con diferentes estampas, van a continuar.  La delincuencia va a tener el dominio del escenario criminal en Santiago mientras ella tenga garantizada la impunidad por estar entrelazada la politiquería, el narcotráfico, sectores militares, policiales, y grupos con poder económico y social.”

Recientemente el fiscal de Santiago, calificó de delicada la situación de seguridad de esta demarcación, producto de los actos delincuenciales que patrocina el crimen organizado. Aseguró que se debe desplegar un mayor número de agentes policiales para hacer frente a la situación. Con lo expuesto por el magistrado Martínez, se comprueba que Santiago no es un jardín de rosas, sino una ciudad que, además de sucia y hedionda, es insegura. En Santiago, el horno no está para galletitas. (16)

FUENTES:
(15) El Nacional 17 de febrero 2005.
(16) El Nacional 19 de febrero 2005.
Continuará la semana próxima

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Santiago está hediondo

Con el transcurso del tiempo los pueblos llegan a comprender las realidades de las cosas, las interioridades de los fenómenos y las causas generadoras de los males económicos y sociales que les afectan y también quiénes son sus amigos y sus enemigos. No resulta fácil, para lo que constituye la mayoría de los que componen una sociedad humana, identificar a los que se divierten, a los que se burlan con el incumplimiento que hacen de las promesas electorales; o cuando las autoridades dicen que resolverán aquellas dificultades que lesionan a los más necesitados.

Si la ciudad de Santiago de los Caballeros hubiera recibido satisfacción de las cosas que en su oportunidad le han ofrecido, hoy su condición ambiental y limpieza fuera otra; pero no ha ocurrido así y Santiago sigue, hoy como ayer, esperando que le den respuesta positiva de aquellas obras prometidas y hasta ahora no materializadas.

Es de suponer el estado de desesperación en que se encuentran los santiagueros y santiagueras que residen en Santiago y forman parte de los barrios Brisas del Canal, Ciudad Satélite, San Lorenzo, Cienfuegos, ensanche Espaillat, Las Colinas, Rafey, El Ingenio Abajo, y otros que son víctimas directas de la humareda que proviene del vertedero de Rafey. La situación de estos barrios depende de cómo se mueva el viento.

Hemos sido testigos de que, en días recientes, también la mayor parte del centro de la ciudad de Santiago ha amanecido cubierto de humo que, además, llega acompañado de un mal olor sumamente desagradable. Las autoridades municipales de Santiago han dicho que el problema del vertedero de Rafey se soluciona con la construcción de un relleno sanitario que, según han manifestado, tiene un costo de unos cien millones de pesos. Sería bueno saber si el Ayuntamiento de Santiago no recibe los recursos necesarios para cubrir el costo de la obra requerida para eliminar la humareda que tiene su origen en el Vertedero de Rafey. En todo caso creemos que lo que los hombres y mujeres de Santiago quieren es que se le dé solución al problema que hoy lesiona vivamente la salud de los habitantes de Santiago.

Si el Ayuntamiento de Santiago no tiene a su disposición y alcance los recursos económicos indispensables para levantar una obra que viene a ser prioritaria, entonces el gobierno central tiene que ejecutarla. Pero lo primero que las autoridades municipales de Santiago deben hacer es rendir cuentas claras y demostrar que los dineros que reciben se utilizan para la solución de los principales problemas de la comunidad y no para hacer política clientelista y de conveniencia de grupos.

Son muy pocos los ayuntamientos del país que invierten los dineros de los contribuyentes en obras de beneficio comunitario, por ejemplo, limpieza y embellecimiento de la ciudad. Lo que se ve es el desvío de los dineros hacia otros fines, como es el caso del secretario de la Liga Municipal Dominicana, que ha invertido millones y millones de pesos en la compra de un avión para uso personal y una jipeta de último modelo para hacer campaña politiquera. Es posible que parte del dinero que Santiago necesita para la construcción del relleno sanitario haya sido invertido en el avión y la jipeta del secretario de la Liga Municipal, o quién sabe en qué otras cosas.

En todo caso, Santiago lo que busca es que se solucione el problema de la humareda; aunque estamos conscientes de que la politiquería está presente en todos aquellos asuntos que son de interés para el pueblo dominicano. La verdad es que resulta penoso ver cómo está Santiago hoy que, por donde quiera que uno se mueve, la ciudad hiede.

Nos sorprende el hecho de que muchos santiagueros, con amplios recursos económicos, con lujosas residencias, con hermosos vehículos, vestidos muy a la moda, muy perfumados, se comporten indiferentes ante la hediondez, la suciedad y la porquería que arropa a la ciudad de Santiago de los Caballeros. (13)

Un Santiago sin futuro

Dentro de los marcos de la democracia representativa, los pueblos precisan de organismos activos que ejecuten obras sin ser dependientes del gobierno central y que sirven para resolver problemas sociales. No depende de que los grupos de poder económico y social quieran o no colaborar para que las comunidades disfruten de ciertas garantías en el orden de salud, seguridad y tranquilidad espiritual. Los sectores más sensibles son los que tienen que convertirse en actores, en verdaderas fuerzas motrices que contribuyan a hacer menos pesada la vida a los que son los más y no están representados en los poderes estatales. Se impone una voluntad, decisión de luchar para eliminar las trabas que impiden el desarrollo económico y social del país en general; y, en particular, de aquellas comunidades que precisan de cambios reales para que vuelvan a tener el brillo que tenían ayer; como es el caso de Santiago de los Caballeros, que se ha quedado rezagada en lo que a progreso social se refiere.

Está comprobado que la prosperidad, el mejoramiento, el avance, el desarrollo, no se alcanzan con el quehacer político o politiquero.  Para el adelanto material y espiritual de un país se necesita el concurso de las fuerzas humanas que tengan por objetivo el desarrollo y no el retroceso; el no empeoramiento de la situación actual. El ser humano debe tener como objetivo luchar para que el medio social donde desarrolla sus actividades sea acogedor, hospitalario.

Partiendo de esta idea hay que llegar a la conclusión de que los grupos de gran poder económico y social de Santiago se deben revisar para que puedan deducir que Santiago ha perdido el empuje, el impulso que demostró en un pasado reciente.

Hace unos días, un periodista de Santiago publicó una reseña de una serie de acuerdos que habían hecho, hace alrededor de un año, distintas organizaciones empresariales y sociales de Santiago, las cuales anunciaron un plan para recuperar el Centro Histórico de Santiago; pero nada se ha hecho hasta ahora.
Todo sigue igual en lo que se refiere al Parque Duarte que continúa dominado por la suciedad; el Centro Histórico de la ciudad se mantiene como ayer, lleno de basura, suciedad y desorden en el tránsito.

Los neumólogos de Santiago han manifestado que el vertedero de Rafey requiere una reubicación urgente porque está causando graves dificultades de salud pulmonar, problemas gastrointestinales y virales, como consecuencia del humo del citado vertedero. Lamentablemente en Santiago no hay un plan institucional para hacerle frente a todo lo que significa humareda de Rafey, suciedad, basura, desorden en el tránsito de vehículos e inseguridad en general.
La realidad está demostrando que la ciudad de Santiago de los Caballeros precisa de fuerzas motrices sanas, con visión desarrollista, que tengan confianza en el pueblo, que salgan del letargo en que se encuentran hoy; por lo menos en lo que a preocupación por un Santiago moderno se refiere. (14)

FUENTES:
(13) El Nacional. 10 de febrero 2005.
(14) El Nacional. 12 de febrero 2005.

Continuará la semana próxima

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Un Santiago no querido

Cada sociedad escindida en clases, sectores y capas sociales, cuenta en su seno, necesariamente, con seres humanos que piensan de distintas formas, sostienen posiciones ideológicas partiendo de sus intereses económicos. El lugar que los hombres y mujeres ocupan en el sistema social va a guiar su actuación, por lo general, ante los diferentes fenómenos que se den en el medio social en el cual desarrollan sus actividades. Ninguna persona física nace con sentimientos buenos o malos; su comportamiento va a depender de la ideología que pueda abrazar y la cual le serviría de guía para su accionar.

En la ciudad de Santiago de los Caballeros, como en todo el conglomerado social dominicano, hay muchos hombres y mujeres que tienen el criterio de que con sus actuaciones proceden correctamente en cada coyuntura de la vida pública y social del país.

Hace unos días, para referirnos al estado de suciedad, desorden e inseguridad en que se encuentra la ciudad de Santiago, dijimos, entre otras cosas, que lo que hoy se está viendo es que Santiago no lo quieren sus autoridades municipales ni el gobierno central; y muchos de sus habitantes se comportan indiferentes ante la suciedad, el desorden y la inseguridad en todos los órdenes.

Empleamos la palabra querer en el sentido de los sentimientos que predominan en el ser humano; o sea, amar, estimar, adorar, apreciar. En este orden, a Santiago los grupos de poder y dominio social no lo quieren y al actuar así no se pueden ver como personas buenas o malas. Ellas se comportan, pura y simplemente, respondiendo a sus intereses clasistas, a su concepción ideológica; que es la base sobre la cual se eleva todo el edificio donde descansan las ideas de los seres humanos.

Si lo que en verdad se llama pueblo de Santiago fuera querido por los grupos de poder, hoy se supiera cuál ha sido el destino final de los dineros que se recaudaron, hace varios años, para adquirir los terrenos donde sería construido lo que es hoy el Aeropuerto Cibao de Santiago.
 
Recordamos que, en un telemaratón que se organizó en Santiago, hombres y mujeres del pueblo aportaron decenas de miles de pesos y el gobierno central, presidido por el Dr. Balaguer, también de los dineros del pueblo dominicano, suministró un millón de pesos.

Con el dinero recaudado se adquirieron los terrenos para construir el hoy Aeropuerto Cibao de Santiago. A los dominicanos y dominicanas, mucho menos a los santiagueros y santiagueras, no se les ha dicho qué se hizo con el valor económico de los terrenos; aunque la verdad es que el dinero del telemaratón se recaudó y el gobierno dominicano hizo el aporte de un millón de pesos.

De igual manera, y siguiendo con la demostración del no querer a Santiago y la primacía de intereses particulares, se da el caso de que recientemente la prensa nacional informó que los terrenos propiedad de la Sucesión Henríquez, ubicados en la parte norte de Santiago, donde funcionaba la terminal aérea de esta ciudad, fueron declarados de utilidad pública y sobre los mismos serían construidas varias obras, entre las cuales se destacan edificaciones propias para el interés de la comunidad y otras cuyos objetivos no están bien definidos en lo que se refiere a los beneficios que ha de recibir el pueblo de Santiago con la construcción.

La inversión del pueblo en los terrenos del Aeropuerto Cibao, los beneficios resultantes de la declaración de utilidad pública del inmueble de la Sucesión Henríquez, y la situación no clara de los terrenos de la Fortaleza San Luis; revelan que a Santiago, los grupos de poder social y económico, no lo quieren; porque, si en verdad Santiago fuera querido, se le explicara claramente qué se ha hecho con sus bienes inmobiliarios de gran valor económico. El Santiago de los Caballeros no es querido. (11)

Para asear a Santiago

En nuestro país, siempre ha tenido un costo revelar las interioridades de los distintos fenómenos sociales que se dan en el seno de la sociedad. Las cosas feas que a diario ocurren y que afectan a la generalidad de los dominicanos y dominicanas son bien conocidas, pero a muchos les resulta más conveniente guardar silencio que denunciarlas.

Comportarse indiferente ante lo que lesiona al pueblo, a veces da buenos resultados porque permite estar bien con Dios y con el diablo, con los de arriba y con los de abajo, con los honrados y con los ladrones, con los serios y con los sinvergüenzas, con los responsables y con los farsantes. La forma como está diseñada la sociedad dominicana de hoy cuadra perfectamente con aquellos hombres y mujeres hechos de un material dócil, fácil de manejar.

Para que se comprenda el comportamiento de muchos dominicanos y dominicanas basta con tomar como punto de referencia el estado en que se encuentra la ciudad de Santiago a nivel de suciedad, contaminación y desorden en el tránsito y en el estacionamiento de vehículos.

En Santiago, todo aquel que tiene ojos para ver sabe que las denuncias que hemos hecho de lo que ocurre, a nivel de la infuncionalidad del organismo municipal, es la pura verdad, que no hay que ser sabihondo ni un científico; lo que está ocurriendo en esta ciudad está a la vista de todo el mundo;  basta con ser una persona decente y no estar comprometido con el latrocinio, y el clientelismo político; solamente hay que ser consecuente con los intereses de la comunidad y sentirse identificado con las mejores causas. De los ochocientos o novecientos mil habitantes de Santiago más del 98 por ciento sabe que suciedad y basura en Santiago es una realidad y que ese problema tiene solución con los recursos que recibe el organismo municipal.

El dos por ciento restante, que no ve o se beneficia de las lacras sociales, es posible que no pueda o no quiera ver lo que está a la vista de todos por la montaña de basura y el mal olor que se siente en el ambiente.
 
Para muchos santiagueros y santiagueras resulta más cómodo ver los basureros en las distintas calles y avenidas de la ciudad y los parques convertidos en centros de maleantes y campo ideal de prostitución, y guardar silencio, que responsablemente denunciar lo que afecta a toda la comunidad.

Aquel que describe, en forma objetiva, el drama de Santiago es posible que tenga de frente a los que se benefician de toda la porquería que genera la corrupción. Pero el que se hace mudo, ciego y sordo será bien visto, bendecido y hasta declarado hijo distinguido de Santiago. La complicidad del silencio tiene su paga con dinero y halagos.

Hace unos días hablé con un joven próspero empresario de Santiago y le expuse el caso de la suciedad que afecta la ciudad; él coincidió conmigo y dijo que ese es un gran problema. Le manifesté que en Santiago hay muchos hombres y mujeres con gran sentido cívico, que pueden coordinar acciones que tengan por finalidad darle a Santiago el brillo que tenía ayer; aunque se haga abstracción del ayuntamiento. Le precisé que lo ideal fuera crear un instrumento que se ocupara por mantener a Santiago aseado y dejar el órgano municipal para que los partidos del sistema resuelvan los problemas de sus clientes políticos.  Así el pueblo de Santiago se da cuenta que no tiene nada que esperar del organismo edilicio.

Lo que ocurre con la ciudad de Santiago y su basura, suciedad y abandono, hay que plantearlo con el razonamiento de, una de dos: aceptamos seguir conviviendo con la basura, la suciedad y el desorden; o se le busca solución al margen de la politiquería. Con lamentaciones no se le da solución a los problemas sociales; los fenómenos que lesionan a toda la comunidad son los hombres y mujeres más consecuentes los que tienen que salir al frente para combatirlos.

Lo que pinta la realidad de la suciedad de Santiago es que el aseo de la ciudad no se va a lograr reclamándole al ayuntamiento que lo haga. Ese órgano municipal hace tiempo que demostró que su misión no es solucionar los problemas de la comunidad, sino ocuparse de otras cosas muy ajenas a la limpieza y orden de la ciudad. Y no es cuestión de la actual gestión municipal, sino de todas las que hemos padecido en los últimos años. Los tres partidos que han controlado el Ayuntamiento han hecho más de lo mismo. Se necesita un órgano especial para asear a Santiago. (12)

FUENTES:
(11) El Nacional, 5 de enero  2005.
(12) El Nacional, 5 de febrero 2005

Continuará la semana próxima

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Santiago, turismo y basurero

El ser humano no abandona voluntariamente su país para ir de visita a otro que le resulte desagradable. Una vez que una persona decide desplazarse con fines de diversión, esparcimiento y recreación, busca encontrarse con lugares que le sirvan de edificación, afianzamiento cultural; descubrir nuevos elementos de las artes, conocer las interioridades de otros comportamientos humanos.

Las personas físicas se sienten motivadas a visitar aquellos países en los cuales pueden divertirse sanamente o enriquecer sus conocimientos científicos o culturales. Nadie se dirige a un sitio donde se va a sentir mal, enfadado, aburrido o fastidiado; el turista busca entretenimiento, distracción, recreación y sano pasatiempo. No se hace turismo en un país donde se va a permanecer desganado.  El tedio no está en el cálculo de aquel que hace turismo internacional. Para estar en un lugar que no genera nada agradable, mejor es no moverse de su casa.

Hemos traído a colación el tema del turismo porque, hace unos días, la prensa nacional trajo la información de que la provincia de Santiago se prepara para convertirse en un atractivo turístico. Las personas que están promoviendo la ciudad de Santiago de los Caballeros como destino turístico es posible que estén dominadas de la mayor buena fe, pero no han tomado en consideración los fines que persiguen los turistas y la realidad de lo que es hoy nuestro querido Santiago. Las motivaciones de los turistas no están solamente en la existencia de centros hoteleros y las condiciones humanas de los habitantes del país o pueblo receptor.

El turista busca algo más que comodidad y calor humano. La belleza interior de un hotel, la delicadeza en el arte culinario y la presentación de una bella artesanía no completa el gusto de un turista. Está comprobado que todo aquel que visita un país en condición de turista le interesa moverse por las ciudades, compartir con sus habitantes, conocer la historia de sus calles y sus parques; visitar sus centros de diversión y admirar sus centros históricos, sus parques, la limpieza de la ciudad y el aseo de sus calles.
 
Lo ideal fuera que Santiago reuniera hoy las condiciones adecuadas para hacer sentir bien a los turistas y a todas las personas que, en otras calidades, puedan visitarlo. Pero, lamentablemente, nuestro querido Santiago no es, en estos momentos, el lugar adecuado para ofertarlo como destino turístico.

Una vez que el anfitrión extiende la invitación, debe poner la casa en condiciones para hacer sentir bien a su huésped. No va a estar a gusto el visitante que llega a la residencia donde ha sido invitado y se encuentra rodeado de suciedad, desorden y estado de inseguridad.

Es de suponer el choque desagradable que recibe aquel que, al momento de entrar a la casa donde ha de estar, se encuentra que en la misma se respira un mal olor y penetra una humareda asfixiante que provoca tos, vómitos y otras afecciones respiratorias.

Para hablar de Santiago como destino turístico primero hay que asearlo, limpiarlo, ponerlo en condiciones de ser habitado por seres humanos.  Muchos santiagueros vivimos en Santiago porque lo queremos, formamos parte de él; y hoy no lo vamos abandonar por el hecho de que grupos desaprensivos lo hayan convertido en un basurero. Una cosa es que los que nacimos en Santiago aceptemos vivir en el Santiago pocilga, y otra, muy distinta, quererlo vender como destino turístico. 

No se ve bien ponerse a hablar de que en Santiago se puede hacer turismo, cuando la ciudad se ha convertido en una letrina simbolizada en lo que es su centro histórico, las áreas del Mercado Modelo y el Mercado Yaque. (9)

Santiago de los basureros

Lo más difícil es querer retorcer la verdad.  Cuantas veces se demuestra la realidad de las cosas, resulta imposible demostrar lo contrario.  Lo fiel, lo verídico, lo real, la autenticidad y la veracidad, se mueven sin necesidad de tener un comodín. Solamente lo falso, la mentira, lo que es el resultado del engaño, precisa de maniobras y juegos de palabras para temporalmente convencer. Todo aquel que está armado de la verdad puede estar tranquilo con sus posiciones porque los hechos son los hechos y no se derriten.

Así, por ejemplo, es una verdad irrefutable que la ciudad de Santiago de los Caballeros está convertida hoy en un basurero. Para sostener este criterio no hay que hacer mucho esfuerzo pues basta con caminar por las calles de la principal ciudad del Cibao para ser testigo de lo que es un medio social convertido en vertedero. 

La penosa situación de sucieza de Santiago ha sido destacada por distintas personas que escriben con libertad y se han encargado de exponer la cruda realidad que vive Santiago. Hace unos días, el periodista Leoncio Peralta, en un reportaje hecho sobre el Hospedaje Yaque, uno de los centros de basura de Santiago, expuso lo siguiente: “El temporal lluvioso que afecta esta zona desde hace casi un mes, ha convertido el Hospedaje Yaque, principal mercado público de Santiago, en un lugar de características dantescas, agravando su tradicional situación de amenaza permanente a la salud de quienes realizan actividades en el interior y sus inmediaciones.”

Todos los problemas propios de este establecimiento, como son el cúmulo de desperdicios, la falta de pavimentación de sus calles, y el inadecuado posicionamiento de las mercancías, se profundizan con las constantes lluvias que genera un agudo proceso de descomposición de los desechos.  El lodazar que se registra en sus vías laterales y callejuelas internas, con los desechos de los tarantines y todos los negocios que existen en ese mercado, lo convierten en un lugar inapropiado para ninguna actividad humana, y menos para comercializar artículos comestibles.

En medio de ese pandemónium de lodo, aguas negras y materia orgánica descompuesta, se registra la actividad comercial. Los malos olores, como consecuencia de la putrefacción de los desechos de las verduras y los víveres, se esparcen por todo el entorno del Hospedaje Yaque, convirtiéndose en una real amenaza para que se desaten epidemias entre los que laboran en el lugar y los visitantes. En torno a esa situación, el comerciante Paulino Pérez, quien tiene muchos años laborando en ese lugar, expresó que tiene una fuerte congestión bronquial debido a la situación de grave deterioro del medio ambiente imperante en ese lugar.

Muchos de los comerciantes y empleados de ese centro sufren en la actualidad de problemas respiratorios, gripe y otras dolencias derivadas de las malas condiciones higiénicas en que se desenvuelven. Los santiagueros y santiagueras se mueven alrededor de la basura, de la suciedad, de las inmundicias, de las porquerías, de los desperdicios, de los desechos; en fin, es verdad que Santiago es algo así como un vertedero y, por tanto, Santiago ha dejado de ser de los Caballeros para convertirse en el de los basureros. (10).

FUENTES:
(9) El Nacional 20 de enero 2005.
(10) El Nacional 27 de enero 2005

Continuará la semana próxima

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Indiferencia y Santiago Sucio

Ante los fenómenos sociales, los seres humanos pueden reaccionar aceptándolos o rechazándolos, partiendo de la concepción ideológica que domine su conciencia. También pueden adoptar un comportamiento de indiferencia aceptando los hechos sin buscar sus causas generadoras ni tomar en consideración métodos para su solución.

El despreocupado, aquel que está dominado por la idea de que hay que aceptarlo todo sin discutir, hace de la despreocupación una línea de actitud ante la vida y la base de sustentación de su forma de actuar es la indolencia, la apatía, el escepticismo y la frialdad.

En nuestro país abundan indiferentes de todos los matices y calibres. Los hay por formación familiar, por convencimiento filosófico y, también, por conveniencia. En el indiferente por conveniencia está siempre presente el oportunismo que se alimenta del sentido de la oportunidad, de la coyuntura favorable, de las circunstancias, de la posibilidad circunstancial pancista que termina en una conducta egoísta y para quien, más allá de sus intereses, no hay más nada que buscar; por su tranquilidad espiritual y el desarrollo de su patrimonio económico, no choca ni con la brisa y muchos menos con las autoridades y el orden establecido.

De los criterios antes expuestos se puede sacar la actitud que han asumido, en los últimos tiempos, algunos hombres y mujeres; así como organizaciones cívicas, gremiales, empresariales y de otra índole, de la ciudad de Santiago de los Caballeros.

Para nadie es un secreto que, hace unos treinta años, Santiago era una ciudad en la cual se vivía con garantía y agrado porque el ambiente que se respiraba generaba satisfacción espiritual; aunque no material para amplios sectores con condiciones económicas limitadas, propias de países con estructuras atrasadas como las que predominan aquí. Pero, en sentido general, los habitantes de Santiago se sentían que formaban parte de una comunidad humana que se movía garantizada en vida, bienes y salud. Pero hoy todo ha cambiado fruto de un proceso de deterioro que lentamente ha ido minando los cimientos de la ciudad de Santiago.

Lo que ayer los santiagueros y santiagueras podían exhibir con orgullo, hoy constituye una afrenta, un agravio, una deshonra, un deshonor, un bochorno.
Cuando se hablaba de Santiago se estaba haciendo referencia a una ciudad hermosa, limpia; sus parques con bellas flores bien cuidadas, con sus elegantes bancos, debidamente iluminados y con la protección y cuidado de sus guardianes municipales.

Sus calles y avenidas bien aseadas, el tránsito de vehículos debidamente ordenado; en fin, Santiago, con sus altas y sus bajas, era una ciudad acogedora, sana, con autoridades municipales que se ocupaban de las funciones puestas a su cargo. Pero lo que en un pasado reciente fue motivo de alegría por la satisfacción de formar parte de un conglomerado social que se movía en un ambiente acogedor, en el presente se ha convertido en algo desafortunado y frustrante. Santiago no es hoy ni la sombra de lo que fue ayer.  Los santiagueros y santiagueras, con sentido de decencia y conciencia cívica, se sienten ahora como si su ciudad formara parte de una pocilga.

Lo peor de todo es que Santiago se hunde en la suciedad, en el desorden y la inseguridad ante la mirada indiferente de la generalidad de sus habitantes. Solamente hay que tener ojos para ver lo que es el Santiago de hoy, con un vertedero en pleno centro de la ciudad.

Para ser testigo del Santiago sucio, desordenado, maloliente y apestoso; solamente hay que visitar el parque Duarte, o darse una vuelta por el Mercado Modelo y si lo que quiere es sentirse un marrano muévase hacia el Mercado Yaque.

Pero si no está conforme con lo visto en el centro de la ciudad de Santiago, se puede dar una vuelta por el Monumento a la Restauración, para que sepa lo que es sufrir los efectos del mal olor de una letrina que despide fetidez, hediondez y pestilencia las veinticuatro horas del día.

El lugar ideal para orinar y defecar es la avenida principal que circunda por el frente el monumento, símbolo de la entrada a Santiago.

Resulta penoso y chocante que, la ciudad de Santiago que cuenta en su seno con hombres y mujeres cultos, decentes, disciplinados y con un alto sentido cívico, muchos se comporten indiferentes ante el deterioro social, organizativo y ambiental que cada día se siente con más profundidad.

Una comunidad humana se eleva cuando sus integrantes saben valorar, apreciar y estimar lo que significa convivir en un medio social seguro, limpio, ordenado y con autoridades y grupos cívicos con sentido de limpieza y disciplina. (7)
 
Santiago: pobreza y suciedad

La pobreza no siempre ha existido; es un fenómeno propio de los sistemas sociales fundamentados en la explotación de las grandes mayorías nacionales, por una minoría insignificante que se apodera del fruto de la fuerza de trabajo de los que en cada país son los más.

Para que desaparezca la pobreza tiene que ser eliminado el ordenamiento social que le sirve de sustentación. Alrededor de la pobreza giran otros fenómenos inherentes a ella que se expresan de diferentes formas dependiendo del grado de profundidad de la depauperación de las masas populares. Pero la pobreza no entraña necesariamente la sucieza, el desorden y el abandono. Se puede vivir en condiciones materiales de pobreza sin acumular la suciedad.

He querido traer a colación el fenómeno de la pobreza, para hacer referencia al estado de suciedad en que se encuentra ahora la ciudad de Santiago de los Caballeros. 

El hecho de que nuestro país se encuentre hoy bajo un estado de crisis económica profunda por el saqueo a que ha sido sometido por las distintas administraciones; semejante situación no quiere decir que tenemos que vivir bajo un estado permanente de suciedad, desorden y abandono.

La ciudad de Santiago de los Caballeros genera, con el trabajo de sus hombres y mujeres, amplios recursos económicos que se traducen en aportes para el presupuesto nacional y, por vía de consecuencia, de la contribución que suministra la Liga Municipal al Ayuntamiento de Santiago.

Los santiagueros y santiagueras, no castrados mentalmente, están conscientes de que, por muy limitado que sea el presupuesto del Ayuntamiento de Santiago, hay fondos suficientes para que se le dé respuesta positiva a la limpieza de la ciudad, a la recogida de la basura, al cuido de los parques, a la solución del problema que representa la ocupación del centro de la ciudad por expendio de toda naturaleza.

La realidad es que, una de dos: o el ayuntamiento no recibe los recursos económicos para responder a las necesidades municipales urgentes; o los dineros que aporta el pueblo para el Ayuntamiento de Santiago no son utilizados en forma racional en interés de la comunidad de Santiago.

En todo caso, corresponde a las autoridades edilicias decir con toda claridad si resultan insuficientes los aportes que hace el gobierno central del presupuesto nacional para el Ayuntamiento de Santiago; o explicar en qué se están aplicando los dineros de la corporación edilicia de Santiago.

Por muy pobre que sea el Ayuntamiento de Santiago, no justifica el estado de suciedad, desorden y abandono que hoy exhibe la ciudad de Santiago.
Por feliz casualidad no hay que hacer mucho esfuerzo para comprobar el estado en que se encuentra lo que una vez se vendió, a nivel de turismo, como la ciudad más bella de América Latina y el Caribe.

Toda persona que en Santiago visita el Centro León, el recinto de la Universidad Católica Madre y Maestra o el complejo del Centro Español, y luego se mueve por la parte céntrica de la ciudad, se dará cuenta que está en una ciudad con dos condiciones diferentes de cuido.

Los citados centros de cultura, educación universitaria y de diversión, marcan la diferencia entre lo que es la limpieza y la suciedad, el orden y el desorden, el cuido y el abandono.

Limpiar la ciudad de Santiago es compromiso de las autoridades municipales; exigir su aseo es un deber de todos los que vivimos en Santiago. El estado de pobreza en que vive la mayoría de los santiagueros y santiagueras, no quiere decir que tienen que aceptar convivir con la suciedad. (8) l

FUENTES:
(7) El Nacional 13 de nero 2005.
(8) El Nacional 15 de enero 2005.
Continuará la semana próxima.

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A Santiago no lo quieren

Son evidentes los cambios que se presentan en la sociedad humana desde el momento que las clases y capas sociales hacen suyos conceptos y criterios diferentes a los que, en otras épocas, guiaron la dirección de las instituciones y organismos del Estado. Algo semejante ha ocurrido en nuestro país y, en particular, en la ciudad de Santiago de los Caballeros. El comportamiento de las autoridades edilicias del Santiago de hoy difiere, totalmente, del que manifestaron las de ayer en lo que se refiere al cuido, al aseo y al orden de la ciudad. Para los diferentes departamentos del ayuntamiento del municipio del Santiago de ayer, atender, velar y esmerarse por el buen orden de la ciudad era algo que formaba parte del interés principal de sus autoridades para que Santiago fuera un medio social habitable, acogedor, con condiciones sanas, propicias para vivir seres humanos.

Los jóvenes técnicos que laboraban, por ejemplo, en el Departamento de Planeamiento Urbano del Ayuntamiento de Santiago en el año 1962 tenían un conocimiento claro y profundo de lo que convenía a los habitantes de Santiago; cómo se debía diseñar y distribuir la ciudad para que fuera acogedora en ese momento y para el futuro. En esa pasada coyuntura de la vida municipal de Santiago, el síndico, licenciado Jorgito Gobaira, se encontró con verdaderos técnicos, urbanistas, enamorados de su profesión, que querían a Santiago como dominicanos y dominicanas; su identificación como santiagueros y santiagueras se comprobaba a simple vista; las flores en parques y avenidas decoraban la ciudad y el aseo era permanente.

En la conciencia de los que estaban al frente del ayuntamiento de Santiago estaba fija la idea de la decoración, el embellecimiento adecuado, la limpieza con sencillez y buen gusto.

El Santiago de ayer quedó atrás. Nuestra ciudad está hoy abandonada, desamparada, desatendida, desaliñada, desaseada, sucia; dominada por la basura, la porquería, la inmundicia, la ascosidad, el mal olor y la contaminación.

Santiago ahora está mugriento, roñoso, nauseabundo, poluto y mugroso. Nuestro medio social no se ajusta para ser habitado por seres humanos limpios y decentes. Santiago resulta propicio para personas que no tienen como norma de vida la disciplina y el buen vivir. La limpieza ha dejado de ser, al parecer, una obligación municipal para convertirse en algo ausente en los barrios, las urbanizaciones, calles y avenidas de Santiago.

Los hombres y mujeres de Santiago merecen vivir en una ciudad dominada por la limpieza, por el buen orden municipal y la seguridad ciudadana. Pero hoy en Santiago padecemos suciedad, desorden e inseguridad de personas y bienes.

Al lado de la falta de garantía de vida material y espiritual, por el peligro, el riesgo generado por la delincuencia común y los sicarios al servicio del narcotráfico; los que vivimos en Santiago nos estamos moviendo como si fuéramos cerdos, conviviendo con la basura, con una criminal humareda, con un tránsito caótico y con cuantas cosas calamitosas pueden lesionar la salud.

Todo aquel que habita en Santiago está expuesto a vivir afectado de una tos permanente, una constante erupción y el castigo de fatídicos sarpullidos.

Por su falta de aseo; Santiago es un centro de enfermedades contagiosas, infecciosas, un ambiente en directa comunicación con todo aquello que contribuye a desarrollar la contaminación en altos grados de polución y humareda acompañada de hediondez, lo que hace la vida insoportable. Es muy difícil permanecer todo el tiempo compartiendo con lo hediendo, lo pestilente, lo apestoso, lo carroñoso y fétido.

Estamos conscientes de que el actual síndico de Santiago no es el responsable de todos los males que padece nuestra comunidad. Las lacras que lesionan a Santiago fueron heredadas y han sido continuadas por la actual gestión municipal. Pero es la vigente administración la que debe darle respuesta al pueblo de los males que corroen a toda la sociedad de Santiago.

Santiago ha crecido en número de habitantes, barrios y urbanizaciones; como también los recursos económicos que recibe el ayuntamiento han aumentado en forma significativa. Lamentablemente la mayor parte de los dineros que pagan los santiagueros y santiagueras no son utilizados para darle respuesta a los problemas de la comunidad, sino para pagar el clientelismo político, con el agravante de que Santiago está arropado por la suciedad, guiado por el desorden y no cuenta con autoridades municipales que lo quieran.

Santiago está abandonado y es la razón por la cual está sucio, hediondo, desorganizado e inseguro. Pero esto no puede seguir así; esto tiene que cambiar. La cochinada hay que derrotarla; y a la sindicatura de Santiago le corresponde desempeñar las funciones para las cuales fue seleccionada por los electores y electoras. Lo que se está viendo es que a Santiago no lo quieren sus autoridades municipales ni el gobierno central, y muchos de sus habitantes se comportan indiferentes ante la suciedad, el desorden y la inseguridad en todos los órdenes. (6)

FUENTES:
(6) El Nacional. 8 de enero 2005
Continuará la semana próxima

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Áreas verdes en Santiago

El principal enemigo de los pueblos es la ignorancia, porque les impide conocer la verdad de lo que ocurre y que, en una u otra forma, les afecta. Al desconocer la realidad de los hechos, aquellos, no tienen la capacidad de saber distinguir entre lo que es falso y lo que es verdadero, quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos, entre los gobiernos que administran el erario para beneficio personal de grupos, y los que gobiernan para el pueblo. Si las grandes mayorías nacionales tuvieran conocimiento cabal de todas las cosas que ocurren en el país y que las lesionan vivamente, otra fuera su reacción y comportamiento.

El pueblo dominicano va a darse cuenta de la forma como ha sido históricamente engañado, en la medida que los politiqueros irresponsables no cumplan con las promesas que hacen en el curso de las campañas electorales.
No se llega a comprender la estafa política con facilidad porque los estafadores no siempre se presentan como lo que en verdad son, sino que se venden como hombres y mujeres de bien en los cuales se puede confiar. Por suerte los acontecimientos se desarrollan con tanta rapidez que, más temprano que tarde, nuestro pueblo se va a edificar en el sentido de que ha sido utilizado como simple pieza política electoral.

Si en nuestro país los electores estuvieran representados por aquellos a los cuales eligen, por ejemplo como regidores, en estos momentos los que residen en la Urbanización Jardines del Oeste, en Santiago, no se sintieran como se sienten ahora; abandonados a su suerte en la reclamación que están haciendo para que se respete el área verde de su barrio.

Los santiagueros, poco a poco, se han ido dando cuenta que muy poco o nada hacen sus elegidos en los procesos electorales, sin importar que sean, síndicos o regidores. Ha sido constante la lucha que han llevado a cabo los integrantes de las diferentes urbanizaciones que se han levantado en los últimos años. En Santiago los que adquieren propiedades inmobiliarias, con áreas verdes reservadas, viven con el grito al cielo porque nunca las disfrutan.

Los hombres y mujeres que residen en la Urbanización Jardines del Oeste, en Santiago de los Caballeros, deben actuar en bloque ante la Sala Capitular del Ayuntamiento de Santiago, para que hagan valer sus derechos en su área verde. La porción definida como área verde de cada urbanización está debidamente individualizada desde el mismo momento que se constituye el centro comunitario.

El área verde es propiedad de la comunidad que habita en la urbanización y no puede ser destinada a un fin extraño a los intereses colectivos de los dueños de las viviendas que tienen derechos adquiridos sobre la porción identificada como área verde. El asunto de las áreas verdes preocupa a los residentes en las distintas urbanizaciones de Santiago porque las mismas han sido objeto de apropiación ilegal o han sido destinadas para construcciones que en nada favorecen a los miembros del barrio.

La democracia representativa descansa, supuestamente, en la delegación que hace el pueblo, los electores, en los elegidos. Cada ciudadano y ciudadana tiene derecho a que los escogidos en los procesos electorales les rindan cuenta.  Por tanto, el o los regidores que fueron seleccionados por los votantes de la Urbanización Jardines del Oeste de Santiago, están en la obligación de salir en defensa de los electores que fueron a las urnas a depositar sus votos para ser representados en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Santiago.

No resulta difícil comprobar si es justa o no la reclamación que actualmente hacen los integrantes de la Junta de Vecinos Jardines del Oeste en Santiago. Los derechos constituidos como áreas verdes figuran en una Constancia o Certificado de Título. En materia inmobiliaria, la prueba de los derechos sobre una porción de terreno se determina con suma facilidad y más en los casos de área verde, donde la parte reservada está individualizada desde el mismo momento que el Tribunal de Tierras acepta la subdivisión de la parcela o solares. (4)

Santiago y el desorden

A quien le interese conocer el estado de descomposición, desorden, anarquía, desbarajuste, desorganización y trastorno en que estamos viviendo en la presente coyuntura, le basta con hacer una visita a la ciudad de Santiago de los Caballeros.

La que en una época fue considerada como una ciudad modelo, bien organizada, limpia, etc., es hoy una muestra de lo que está ocurriendo en todo el país.  Algunos, ejemplos sirven como punto de referencia y orientación.

Fue inaugurado el Teatro Nacional del Cibao, majestuosa y hermosa obra, digna de ser apreciada, cuidada y disfrutada por lo que se llama pueblo dominicano.
Muy cerca del teatro está el Monumento a los Héroes de la Restauración, levantado en la Era de Trujillo, y que hoy se presenta como si fuera el escudo de Santiago.

Pero, lamentablemente, al lado de esas dos obras -el Teatro y el Monumento- hay dos letrinas que son utilizadas para defecar en horas del día y de la noche y despiden un mal olor que hace imposible la permanencia en algunas de las áreas que circundan el Teatro y el Monumento.

Pero, como si para demostrar el desorden y la descomposición social imperante no bastaran las dos letrinas a que hemos hecho referencia, en las esquinas principales del Palacio de Justicia, en la calle 16 de Agosto con Mella hay un vertedero; y en la 16 de Agosto con San Luis, un pequeño mercado.

Pero si con lo anterior no se prueba lo que decimos, respecto a la anarquía existente en el país a la anarquía existente en la ciudad de Santiago; el que quiera más pruebas que se dé una vueltecita por el centro de la ciudad, y se dará cuenta de que en las calles y avenidas principales se han instalado centros de operaciones de carros taxis que contribuyen a anarquizar más y más el caótico tránsito de vehículos que estamos padeciendo los santiaguenses.

Con relación a las letrinas se puede argumentar que, como las necesidades fisiológicas son de acción rápida, que no se pueden aguantar, es posible evacuar en el primer lugar que usted se encuentre; y como el que se está recreando por el Monumento o admirando el Teatro, lo primero que tiene para utilizar como retrete son las letrinas que están al comienzo de la calle Restauración de Santiago, pues, ahí lo hace.

Los que lanzan desperdicios en el basurero de la esquina 16 de Agosto con Mella, pueden justificar su acción diciendo que a falta de la recogida por el ayuntamiento, cualquier lugar es propicio para depositar desperdicios.

El mercado en la 16 de Agosto con San Luis, al igual que los taxistas, justificará su posición diciendo que tienen que buscársela, que son padres de familias; y como no hay un lugar específico para ofrecer sus productos o buscar pasajeros como clientes, en los lugares que están es donde tienen que funcionar para ganarse el sustento.

Hemos citado los casos anteriores simplemente como ejemplo de lo que es una sociedad en estado de desorden. Los que se evacuan en las dos letrinas cercanas al nuevo Teatro y al Monumento; los que tienen el mercado y hacen uso del vertedero en las esquinas del Palacio de Justicia; como los taxistas, no son los únicos. (5).

FUENTES:
(4)  El Nacional 28 de octubre 2004
(5) Archivo personal del doctor Ramón Antonio Veras.

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Santiago, suciedad y desorden

No hay que hacer mucho esfuerzo para darse cuenta el profundo nivel de deterioro en que se encuentra en estos momentos la sociedad dominicana expresado en todas las instituciones del Estado, en los órganos de gobierno y hasta en la familia. Basta con tomar como punto de referencia la ausencia de conciencia cívica en muchos ciudadanos y ciudadanas que, aunque tienen un alto nivel educativo, hacen caso omiso a las normas más elementales de convivencia civilizada en una sociedad humana.

El hecho de que se haya perdido el sentido de la disciplina, el orden, la decencia y el buen comportamiento ciudadano, ha hecho posible que cada quien se crea con derecho de hacer lo que le dé la gana sin importar que con sus actuaciones lesiona a los demás miembros de la comunidad.

Los dominicanos y dominicanas que nacimos, nos formamos y desarrollamos, y en forma ininterrumpida hemos vivido en la ciudad de Santiago de los Caballeros, sabemos lo que ella fue ayer en el orden de la disciplina, actitud de respeto mutuo entre sus habitantes, así como la limpieza e higiene de todo su entorno.

Los barrios de La Joya, Baracoa, Los Pepines, Pueblo Nuevo, Bella Vista o el Ensanche Bolívar, se mantenían tan limpios como el centro de la ciudad, dominado por las calles Del Sol, San Luis, 30 de Marzo, España o Duarte. Pero hoy todo ha cambiado.

Santiago de los Caballeros es hoy el vivo ejemplo de lo que es la República Dominicana en sentido general.

De una ciudad limpia y ordenada, Santiago se ha convertido en un medio social caracterizado por la suciedad y el desorden. Para comprobar lo sucio que está Santiago basta moverse a pie por las calles que circundan el Mercado Modelo en el mismo centro de la ciudad.

Aquel que se detiene en la esquina formada por las calles España y General Cabrera, por ejemplo, con facilidad cree que se encuentra cerca de un vertedero.
La suciedad y desorden en Santiago no es una situación aislada de lo que ocurre en toda la sociedad dominicana.

Lo de Santiago es una parte del todo y es responsabilidad de los que formamos parte de la comunidad de Santiago; ciudadanos y ciudadanas, autoridades civiles y militares, municipales, judiciales y, en mayor grado, de muchos padres de familias que, al parecer, no les afecta levantar a sus niñas y niños en un medio social que tiene más de pocilga y antro de perversión que de centro de convivencia humana.

La presencia de una sociedad policlasista hace posible que distintos sectores y capas sociales aniden en sus cerebros ideas muy diferentes con respecto a lo bueno y a lo malo, a lo sucio y deshonesto, lo que conviene o no a la generalidad de los miembros de la comunidad. A lo mejor muchos y hombres y mujeres se sienten bien moviéndose en lo que es hoy la ciudad de Santiago de los Caballeros, desde el punto de vista de la indecencia, el irrespeto, la ilegalidad, el desorden y otras tantas desviaciones de la conducta humana.(2)

Santiago al Garete

Ninguna persona con sano juicio se puede formar la idea de que el comportamiento de los dominicanos y dominicanas de hoy es igual al que mantenían los de ayer, que formaron parte de otra sociedad, de un orden social y político diferente al actual.

Los tiempos han cambiado y también se ha transformado la educación, la moral, formación familiar y educacional. Las reglas que ayer impusieron los padres a sus hijas e hijos difieren totalmente de las normas que predominan ahora en los núcleos familiares.

La tolerancia de los jefes de familias para con sus vástagos ha llegado muy lejos, hasta el punto de que resulta muy difícil de entender si el padre o la madre está sirviendo de modelo a sus descendientes o si, por el contrario, aspira a que su niño o niña se afiance la línea de que se debe preparar para tener como guía una moral de cafres.

Hace unos días escribimos un artículo con el título “Santiago: Suciedad y Desorden”. Algunas personas que tuvieron la posibilidad de leer lo que expusimos en ese escrito nos han manifestado que tenemos razón con lo que habíamos escrito, pero que la situación planteada no se limita a Santiago, sino que se extiende a todo el país. Tiene que ser así, porque el deterioro de la sociedad dominicana se observa en todos los órdenes, moral y material.

El agrietamiento social aquí se comprueba con suma facilidad; no hay que hacer mucho esfuerzo ni estar dotado de gran inteligencia para saber que nos estamos moviendo en un medio social caracterizado por el predominio de antisociales, degenerados, indisciplinados y truhanes cubiertos con un barniz de decencia improvisada y peor digerida.

Aquel que estaciona su vehículo en el mismo lugar donde está la puerta de la marquesina de su vecino, o el que lanza la basura para el patio contiguo al de su casa, proviene de la misma clase social que ha hecho dinero por vía de la política o el tráfico de estupefacientes. El dinero no aporta decencia, ni disciplina, ni buena conducta.  No nos cansamos de decir que no hay que hacer mucho esfuerzo para darse cuenta del profundo nivel de deterioro en que se encuentra, en estos momentos, la sociedad dominicana; esto se expresa en todas las instituciones del Estado, en los órganos de gobierno y hasta en la familia. 

Basta con tomar como punto de referencia la ausencia de conciencia cívica en muchos ciudadanos y ciudadanas que, aunque tienen un alto nivel educativo, hacen caso omiso a las normas más elementales de convivencia civilizada en una sociedad humana. El hecho de que se haya perdido el sentido de la disciplina, el orden, la decencia y el buen comportamiento ciudadano, ha hecho posible que cada quien se crea con derecho de hacer lo que le dé la gana; sin importar que, con sus actuaciones, lesiona a los demás miembros de la comunidad.

En un artículo anterior pusimos dos ejemplos de lo que caracteriza hoy a la ciudad de Santiago de los Caballeros como sucia y desordenada. Pero si citamos como ejemplo de la suciedad lo que se puede ver en el mismo centro comercial y en las calles que circundan el Mercado Modelo, no quiere decir que sea el único lugar donde se puede destacar la sucieza. Si nos movemos por lo que es el Mercado Yaque, es posible que el que va a Santiago se forme la idea de que se está residiendo en una pocilga.

De igual manera, cuando en el mismo artículo “Santiago: Suciedad y Desorden”, destacamos como símbolo de una ciudad bajo el desbarajuste porqué Santiago se podría llamar una ciudad de nadie, a no ser porque, en verdad, no es de nadie, sino es de los que la controlan y mantienen bajo el signo de la ilegalidad, la violencia, las drogas y cuantas cosas sucias y feas se pueden imaginar en una sociedad humana supuestamente civilizada.

El que quiere saber el estado de desorden y de ausencia de autoridad que impera en Santiago, que se dé un paseo en horas de la noche por la calle Del Sol frente al Monumento y trate de penetrar, girando a la derecha, a la Urbanización La Zurza, para que se encuentre con una situación degradante que revela con toda crudeza que en Santiago, cuando se acuesta el sol y entra la noche, la ciudad está a merced de lo que decidan los abusadores, provocadores, truhanes y tigres de todos los calibres.

Lo peor de todo es que, lo que ocurre en Santiago, no es responsabilidad individual del Síndico, la Policía Nacional, ni del Ministerio Público. El deterioro que se observa en la ciudad de Santiago de los Caballeros, es consecuencia de todo el agrietamiento social colectivo; y, para vencer esa situación, se impone un trabajo común. Que se pongan en pie todas las fuerzas motrices que no estén de acuerdo con seguir viviendo, como hasta ahora, bajo el imperio de la ilegalidad, la tolerancia delincuencial y la complicidad desde las alturas del poder. Mientras tanto, nuestro Santiago querido seguirá al garete, constituyendo una afrenta, una desvergüenza, un medio social, al parecer, sin dolientes. (3)

FUENTES:
(2) El Nacional 26 de agosto 2004.
(3) El Ncional 11 de septiembre 2004.
Continuará la semana próxima

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INTRODUCCIÓN

Los seres humanos no escogemos el lugar del planeta Tierra que ha de ser el medio circundante que, por circunstancias de la vida, llega a convertirse en nuestro lar nativo. Después de la repartición territorial llevada a cabo por las clases sociales constituidas en dominantes, las personas físicas llegaron a identificarse por nacionalidades que, históricamente, han sido el resultado de guerras de rapiña entre potencias coloniales.

Una vez una comunidad de hombres y mujeres han nacido, formado y desarrollado dentro de un área específica, toda una serie de factores van haciendo posible que su estadía en ese sitio contribuya, en el futuro, a ser guía de su comportamiento. El terreno, sus ríos, árboles, clima, giro idiomático, productos agrícolas alimenticios, el calor humano de sus coterráneos; crea una vinculación afectiva hacia todo lo que gira alrededor de ese lugar que por coincidencia, hace suyo, por ocuparlo con sentido de apego.

Los dominicanos y dominicanas que nuestras madres, por pura coincidencia, nos parieron en la parte del globo terráqueo que se llama República Dominicana, circunstancialmente en la ciudad de Santiago de los Caballeros y por apego a esta urbe siempre hemos permanecido en ella, la añoramos por el sentido laborioso, solidario y sensible de sus gentes, la identificación con las causas justas de sus habitantes, por sus tradiciones democráticas; en fin, la queremos por su clima acogedor y la agradable vegetación de los parajes y municipios que circundan a nuestro siempre querido Santiago.

Debo precisar que me siento, y así he tratado de comportarme, un ciudadano del mundo que solamente se siente bien en Santiago y en ningún otro pedazo de tierra. De diferentes formas me he dado cuenta que afectivamente la cuna de mi nacimiento significa mucho para mí, hasta el punto de que no obstante que el accionar político ha sido la motivación de mi existencia, y he tenido la posibilidad de ocupar altas posiciones en distintas instancias del Estado, por no vivir fuera de mi Santiago, he optado por no aceptar ninguna función estatal.

I.- El Santiago que yo quiero

Sin ser localista, regionalista, chauvinista ni nada que se parezca, siempre he hecho mías las expresiones que tienen como objetivo elevar el sentido cívico, desarrollista y democrático de Santiago.

Probablemente, por lo mucho que quiero a Santiago me gusta ver a sus gentes, a mis compueblanos contentos, animados, con espíritu de lucha por el avance del país, y por la belleza de la metrópolis circundada por el Yaque; el mismo río desde donde mi madre extrajo el agua para lavar mi cuerpo al momento de mi nacimiento, y espero que conserve agua para que con ella, al momento de mi fallecimiento, mis culpas sean limpiadas.

Para ser consecuente y coherente con mi forma de actuar y pensar debo decir que en los últimos años de mi existencia, como munícipe de Santiago, me he sentido anímicamente lastimado, por la forma de total ausencia de cuido en lo que se refiere al aseo, la falta de interés en enfrentar el desorden en el tránsito y rutas de vehículos públicos, la tolerancia en el desorden en la ocupación de los espacios públicos tomados para el expendio de artículos de todas clases, en tarantines y ventorrillos sin ningún control para su ubicación.

Para evitar cualquier confusión e interpretación caprichosa y antojadiza, debo precisar que mi dolorosa opinión de lo que es el Santiago inviable de hoy, no sólo la expongo ahora, sino que en el curso de otras gestiones municipales escribí varios artículos en los cuales manifesté mi opinión sobre la situación que se encontraba Santiago en lo que se refiere a su estado de abandono.

II- Escritos en interés de Santiago.

Procede que haga la observación de que todo aquel que lea los escritos que voy a transcribir, debe colocarse en la fecha que fue publicado el mismo, para que así pueda tener una adecuada comprensión de lo que abordo en cada uno. La fecha está indicada en la fuente de citas al final de este trabajo.

Para confirmar lo que he dicho en el párrafo anterior, me voy a permitir transcribir algunos de los artículos en los cuales, en un pasado reciente, destaqué la indignación que me producía, al igual que ahora, ver a mi Santiago querido convertido en un medio social no apto para ser habitado por seres humanos civilizados y que gustan de la limpieza y el orden.
 
Santiago, basura y democracia

Para los pueblos disfrutar lo que es la real y verdadera democracia, precisan tener a su disposición y alcance los bienes materiales y espirituales necesarios para una vida digna.

El hecho de participar en procesos electorales no entraña necesariamente bienestar para los que en cada país son los más; semejante situación se comprueba con lo que ocurre en la generalidad de los países de América Latina y el Caribe, y en particular en el nuestro.

El hecho de que los derechos y libertades individuales estén estampados en un documento y que proliferen lo partidos políticos, no garantiza a los electores y electoras que sus garantías constitucionales puedan llegar a ser una viva realidad.  La mucha libertad teórica consignada en los estatutos políticos legales no se traduce en progreso si el sistema social está organizado en una forma tal que ha sido diseñado para burlar a los que en cada país son los más.

Aquí la ineficacia del funcionamiento de las instituciones se ve con plena claridad y sin el mayor esfuerzo.  Basta con tomar como punto de referencia lo que ha sido el organismo municipal de Santiago que se supone existe para darle solución a los problemas que afectan a la comunidad humana de Santiago.

El descalabro institucional es el resultado de lo que es la política clientelista instaurada en los últimos años por los partidos tradicionales que tienen como base de sustentación a los que están en la política como una forma o vía para solucionar problemas personales.

Lo peor de todo es que se ha llegado a ver como normal que los dineros que pagan los santiagueros y santiagueras para que su ciudad se mantenga limpia sean utilizados para otros fines, lo mismo que se acepta tranquilamente que el Presidente de la Liga Municipal Dominicana haga labor politiquera en un avión con un valor de decenas de millones de pesos comprado con recursos provenientes de todos los ayuntamientos.

Si el nuestro fuera un país administrado por personas decentes y honradas no es verdad que un ciudadano se va aprovechar del cargo que ocupa y los fondos públicos que administra, para comprar un avión para su uso personal, precisamente en el momento en que el pueblo dominicano vive una de sus peores crisis económicas.

La ignorancia de los que ejercen su derecho al voto como clientes políticos hace posible que se desnaturalicen los organismos municipales y el caso de Santiago no es la excepción.  El cliente político está imposibilitado de exigir rendición de cuentas por parte de las autoridades electas porque ha recibido la paga por el sufragio.

La infuncionalidad de las administraciones municipales pone en evidencia que el desorden generalizado es cuestión del sistema y no de personas; lo que se comprueba porque la corporación edilicia de Santiago ha tenido al frente de ella diferentes administradores y partidos, y todos han procedido en igual sentido, lo que revela que el problema no es de qué persona física tenga la dirección municipal, es el sistema que rige el ordenamiento social que hace inútil el órgano municipal.

De una u otra forma las diferentes gestiones municipales han aplicado el mismo método para dirigir el ayuntamiento del municipio de Santiago. Domina la idea de que los recursos que aporta el pueblo para que se le dé solución a los problemas municipales deben ser desviados para cumplir compromisos políticos. Se tiene como una línea en el quehacer de las organizaciones políticas que han manejado los dineros del pueblo de Santiago en el Ayuntamiento que primero son los clientes políticos y, si sobra algo, se piensa qué hacer.

Algunos políticos se han formado la falsa idea de que al llegar al ayuntamiento cumplen con los miembros de la comunidad por el hecho de construir una escuela, dos letrinas, dos contenes, así como donar tres sillas de ruedas y dos escobas para barrer las calles de un barrio determinado.

Los contribuyentes pagan sus impuestos con la creencia de que sus dineros van a ser utilizados para que el ayuntamiento cumpla con los asuntos prioritarios entre los que se destacan, principalmente, la limpieza y el embellecimiento de la ciudad reflejada en sus parques, calles y avenidas. Pero no ocurre así.

Aceptar tranquilamente que Santiago está dominado por la suciedad, la basura y la contaminación ambiental, forma parte de lo que es la democracia representativa en un país atrasado y dependiente como el nuestro. Si aquí las instituciones descansaran sobre una base social justa y se respetara la voluntad política de los electores y electoras, no es verdad que un pueblo como Santiago, que genera una gran parte del presupuesto nacional, se encontrara en el estado actual de podredumbre, suciedad y desorden.

FUENTES:
(1) El Nacional. 3 de febrero 2004.
Continuará la semana próxima

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