El mundo del espectáculo muchas veces se torna indescifrable. Son incontables las personalidades del arte y el espectáculo que en su época de gloria alcanzaron un rotundo éxito y otras que se mantienen vigentes y que nunca han obtenido uno de los galardones más codiciados que entrega la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) con el patrocinio de la Cervecería Nacional Dominicana.
En esta ceremonia de los Premios Soberano 2014, que se celebran el próximo 18 de marzo en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, algunos buscarán romper con ese maleficio.
¿Qué ha pasado con estos artistas locales que no fueron premiados y/o recibieron un reconocimiento en el momento justo de la gloria de su carrera? Es la pregunta que muchos se hacen.
Algunas de las principales figuras de los años 80, como el intérprete de “Paloma dime por qué” y “La carta”, Ney Nilo, nunca sonaron en una premiación y por ende el artista nacido en Navarrete tampoco fue reconocido por su talento y su aporte musical.
Baladistas de la talla de Fausto Rey, que pese a su pegada en la década de los 70 y principios de los 80, tampoco poseen una estatuilla en algún rincón de su casa, según se puede consultar en el libro “Premios Soberano: Récord de categorías, nominados y ganadores”, una obra editada por el periodista y expresidente de Acroarte, Máximo Jiménez, disponible en Amazon en formato e-book.
“El Niche”, intérprete de éxitos como “Yolanda” “Guadalupe”, “Loco dicen que soy”, “Lisa” y “Vete de aquí”, entre otros que conforman una cantera de éxitos que fueron la plataforma de su popularidad, es señalado en la reducida lista de los artistas criollos que han llenado el Estadio Olímpico Félix Sánchez.
A pesar de que algunas figuras, como es el caso de Luis Segura, quien es sindicado entre los pioneros del género bachata, han sido distinguidas en el marco de la ceremonia de los antiguos premios Casandra, y el merenguero Bonny Cepeda, quien recibirá un Soberano especial por los 30 años de su carrera, ninguno de los dos han sido premiados en competición a nivel de nominaciones.
Y quién se imagina que un cantante de la talla de Alex Bueno, artista que ha pegado en géneros como el merengue, balada, bachata y salsa, no ha conquistado un premio de Acroarte.
Luego de integrar el grupo de Fernando Villalona, Alex Bueno, oriundo de San José de las Matas, despuntó en el año 1982 con su proyecto La Orquesta Liberación, tras la cual popularizó “Colegiada”, “Querida”, “Esa pared”, “La radio”, y “Jardín prohibido”, entre otros éxitos.
En 1992, El Mayimbito, como también se le conoce, rompió récord de venta con “Ternura”, su primer disco de bachata con el que comprueba su calidad vocal e interpretativa y con el que se consolidó como artista internacional.
Siguiendo en el género merengue, Carlos Manuel “El Zafiro”, en su época de ensueño tampoco fue objeto de un reconocimiento en los Premios Casandra, ahora Soberano.
El género salsa tiene un representante criollo de gran proyección internacional que no figura en la lista de ganadores: Raulín Rosendo. También la bachata tiene un gran perdedor dentro de su género, Luis Vargas, quien a pesar de cosechar tantos éxitos y popularidad durante su trayectoria artística nunca ha ganado en las premiaciones locales, a pesar de que ha sido nominado varias veces.
Tati Salas, baladista femenina dominicana, destacada por su participación en los festivales de la Canción Iberoamericana y el Festival Oti, en el cual se alzó con el segundo lugar en 1982, pero nunca fue premiada en el marco de los premios más importantes de su país.
Juan Lanfranco, una de las voces románticas de la discografía criolla que en los 80 ganó popularidad con temas como “El amor es libre” y Delirante amor”, no exhibe un galardón del entonces Premio Casandra. Artistas del género tropical dentro de los que podemos mencionar a Jandy Félix, intérprete del género fusón y destacado por su éxito “Amor lunático”, el cual grabó en la agrupación de Chichí Peralta, tampoco ha ganado.
En el renglón teatro, destacadas figuras como Ángel Haché se inscribe en la lista de los que se han ido con las manos vacías durante su trayectoria en las tablas.