NBA Steve Nash se autodescartó para el encuentro entre Los Angeles Lakers y Oklahoma City Thunder de ayer.
Los dolores en su maltrecha pierna izquierda persisten y el armador no cree conveniente estar disponible para la cita. Se trata de otro revés luego de regresar en cuatro juegos marcados por unas molestias tan presentes como intermitentes.
Es así como Nash deshoja la margarita a diario, con una frase que siempre le mantiene alerta: ‘me duele o no me duele’. Pero los nervios de su pierna (de los isquiotibiales a la espalda) son zoquetes y se inflaman con un argumento casi tan doloroso como el periplo lagunero de Nash, que no ha podido enseñar todo su potencial en dos años en los Lakers: sus 40 años de edad no pasan en balde y aunque quiera, el hombre de hierro se funde poco a poco en el ámbito deportivo.
“Cuando no estoy aquí (dedicado a los Lakers) disfruto de otras cosas”, señaló el miércoles, un día después de que su equipo sumara una derrota más, esta vez contra Utah Jazz. “Estoy con mi familia y con mis hijos. No me entero del ruido. Después de 18 años ya no te afectan las cosas. No me entusiasmé cuando la gente dijo que yo era bueno durante aquel tiempo de mi carrera y tampoco me afecta cuando me dicen que debería mirarme al espejo”, afirmó.
“Me encanta jugar, quiero salir y ayudar a mi equipo. Es simple. Me gusta jugar y quiero hacerlo antes de vivir una larga vida sin ello (básquetbol)”, argumentó.
Jugó contra el Jazz el martes y tuvo que retirarse antes de tiempo. La mala fortuna de un choque en el punto exacto en el que se fracturó la pierna la temporada pasada contra el jugador de Chicago Bulls, Kirk Hinrich, le pasó factura el domingo pasado. Decidió jugar a pesar de los dolores debido a que el equipo estaba mermado por unas lesiones que no dan tregua. Craso error considerando que el Thunder es el próximo rival.
No pierde su humildad en las malas situaciones
A pesar del esplendor de su carrera culminado con dos premios al Jugador Más Valioso de la NBA en 2005 y 2005, y ocho apariciones en el Juego de las Estrellas (la última en 2012), Nash no desprende aura de prepotencia. Todo lo contrario, lleva la humildad por bandera y apenas gesticula ante las repetitivas cuestiones sobre cuán frustrado está por su mala fortuna en los Lakers, o por sus lesiones.
