Los Alou una familia consagrada al béisbol

No hay una familia de jugadores como esa en todo el béisbol. No hay un apellido que por cinco décadas haya mantenido la vigencia en el deporte. No existen tantas historias de éxito entre miembros que compartan el mismo ADN. En disciplina…

No hay una familia de jugadores como esa en todo el béisbol. No hay un apellido que por cinco décadas haya mantenido la vigencia en el deporte.

No existen tantas historias de éxito entre miembros que compartan el mismo ADN. En disciplina alguna, los Alou tienen el mayor palmarés, y no es casualidad que ese apellido de cuatro letras sea sinónimo de triunfo.

A pesar de que no llegaron a Cooperstown de las Grandes Ligas, el Salón de la Fama del Béisbol Latino acoge a tres miembros de esa respetable familia, que a pesar de no estar en el terreno de juego, recibe la admiración de muchos que los han seguido por largos años.

Se trata de Felipe, Mateo y Moisés, este último exaltado la noche del pasado sábado junto a un seleccionado grupo de exjugadores que supieron ejecutar a la perfección todas las facetas del béisbol en diferentes etapas de sus vidas. Jesús es el único que no ha sido exaltado.

“Es una bendición de Dios el que nuestro apellido esté en tan importante lugar”, dijo Moisés. “Quién iba a decir que tres outfielders dominicanos de un mismo vientre (Felipe, Mateo y Jesús) iban a jugar en las Grandes Ligas por tanto tiempo y ser miembro de esa familia y poder seguir esa dinastía con mucha honra y respeto, de verdad que no hay palabras para describirlo”, agregó.

La primera exaltación al Pabellón de la Fama del Béisbol Latino, en 2010, fue de lujo. Para ese entonces, la fragua de lo que se estaba convirtiendo en ese momento en una tradición no podía tener un mejor comienzo.

El nombre de Felipe Rojas Alou se encontraba entre esas grandes luminarias a ser inmortalizado.

“Me siento muy orgulloso de que mi papá, que al igual que yo no pudimos llegar a Cooperstown, hoy nuestro nombre figure junto a grandes figuras que cuando niño seguía como don Osvaldo Virgil y mi tío Mateo (fallecido).

Me gustaría que mi tío Jesús algún día pueda estar entre ese grupo de hombres latinos que elevaron el béisbol en sus años mozos”, expresó.

Y es precisamente Mateo, quien llevó a la familia al más alto nivel al convertirse en el segundo de los Alou en llegar a la inmortalidad latina el año pasado junto a luminarias como Mike Cuellar, Octavio –Cookie- Rojas, Juan –Igor- González y Antonio (Tony) Armas. “Es de mucha honra saber que una familia, que lo ha dado todo por el béisbol, nos coloque en un importante sitial como este. Estar al lado de mi hermano y mi hijo me llena de mucho orgullo”, expresó Felipe.

Muchas son las cualidades que, con el paso de los años han caracterizado a esta familia. Aparte de ese momento histórico, cuando el 15 de septiembre de 1963, la trilogía de hermanos debutó en los jardines con los Piratas de Pittsburgh en las Grandes Ligas.

En el caso de Felipe, conectó sobre los 20 cuadrangulares en cuatro ocasiones en su carrera. Asimismo, en dos temporadas superó la barrera de los 200 imparables. En tanto que Mateo se convirtió en el primer dominicano en ganar un título de bateo en 1966 con los Piratas, mientras que Moisés es el único Alou que más jonrones (332) y carreras remolcadas (1,287) ha cosechado en el béisbol de las Grandes Ligas.

“Me siento un padre muy orgulloso al poder ver a mi hijo desarrollarse en el béisbol”, relata don Felipe, quien fue su dirigente en las Mayores con los Expos de Montreal y Gigantes de San Francisco, respectivamente. “Es mucho lo que quiero decir de Moisés, pero lo más importante es que ha sido un ejemplo para la familia Alou. Como jugador fue excelente, pero como ser humano es grandioso”, agregó.

La noche del pasado sábado esas expresiones quedaron de manifiesto, cuando Felipe le pidió en público que no se separara del béisbol, en especial del béisbol invernal con los Leones del Escogido que mucho éxito le ha dado desde la gerencia general desde que fue nombrado en ese puesto en la temporada 2009-2010. Bajo ese puesto, los Leones conquistaron tres títulos invernales y dos Serie del Caribe.

“Aunque mi hijo nació en Atlanta, Georgia, no creo que haya un dominicano más dominicano que Moisés Alou. Es un orgullo tener un hijo como él, que ha sabido darle orgullo a su país a través del béisbol, en diferentes facetas”, sostuvo el mayor de los Alou, quien llevó a los Expos a lograr el mejor récord de ganados y perdidos en la División Este de la Liga Nacional (74-40), a seis juegos por encima de los Bravos de Atlanta.

En esa temporada, 1994, le valió a Felipe ser seleccionado Mánager del Año, primer dominicano, en ese entonces, que conquistaba un galardón de esa estirpe.

Se espera que en los próximos ceremoniales del Pabellón de la Fama del Béisbol Latino, la figura de Jesús Rojas Alou quede enmarcada junto a la de sus hermanos Felipe y Mateo, así como la de su sobrino Moisés. l

Moisés
En términos globales, los números de Moisés fueron excelentes. .303 de promedio de bateo de por vida, 332 cuadrangulares, 1,287 carreras impulsadas, registro de embasarse de .369, 2,134 imparables y un OPS de .885, sin dudas que esas estadísticas superan a las de su padre y sus tíos (se incluye a Jesús), situándolo en el slugger de la familia Alou.  

Felipe, el primero de los Alou

El mayor de los Alou se mantuvo activo por 17 temporadas en las Grandes Ligas con los Gigantes de San Francisco, Bravos de Milwaukee, Bravos de Atlanta, Atléticos de Oakland, Yankees de Nueva York, Expos de Montreal y finalmente con los Cerveceros de Milwaukee en 1974. Como dirigente fue exitoso. Se retiró en 2006 como uno de los 100 mánagers más ganadores de todos los tiempos, quedando actualmente en el puesto 53 con 1,053 victorias.

Mateo, un fenómeno

El segundo de los hermanos tuvo grandes temporadas en una de las épocas más difíciles en la Liga Nacional, ya que se encontraba en un grupo de los mejores lanzadores de todos los tiempos, entre ellos Sandy Koufax, Bob Gibson, Juan Marichal y Warren Spahn. Promedió .307 con 1,777 hits, 236 dobles 50 triples, 31 jonrones y 427 carreras remolcadas. Lo que más llamó la atención es el registro de ponches en su carrera de 15 temporadas. En 5,789 turnos abanicó 377 veces.

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