El pasado 10 de enero, elCaribe publicó el siguiente comentario: “Hemos celebrado al Papa Francisco sus posiciones razonables y comprensivas del mundo de hoy. Sus prédicas por la tolerancia y su empeño por rescatar las ovejas que abandonan el rebaño.
También agrada su discurso por los pobres, por la paz y la convivencia con otras confesiones.
Entonces, cómo negarle el derecho a la justicia a juzgar a un hombre que abusó de menores, violó el código canónico, que ofendió a tu iglesia y al pueblo dominicano.
Józef Wesolowski tiene que ser procesado por la ley de los hombres, porque la divina hace tiempo que lo condenó. ¡Por Dios, Francisco! Manda a Wesolowski a Polonia”.
El pasado jueves, el Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU denunció que el encubrimiento de los abusadores de niños en el seno de la Iglesia Católica sigue siendo una lamentable forma de conducta, lo que va contra las normas de la justicia universal, y especialmente de la ley de Dios.
Es una pena que al Vaticano le cayera esta denuncia sin que actuara frente a tantos escándalos que envuelven a sacerdotes, y que sea ahora, cuando se supone, como decíamos al principio, que tenemos un Papa renovador.
Los dominicanos hemos sido testigos del comportamiento de Wesolowski, denunciado incluso por algunos miembros prominentes de la propia Iglesia, que se resistieron al silencio y actuaron con la calidad que se espera de los hijos de Dios.
Es una pena que una organización ultraconservadora, como Los Legionarios de Cristo, fundada por Marcial Maciel, se adelantara al Papa Francisco, al argentino Jorge Mario Bergoglio, como mejor lo estimamos, y pidiera perdón por los gravísimos e inmorales abusos de su fundador “contra seminaristas menores de edad, por los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y de los bienes, el consumo desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros.”
El Papa Francisco todavía está a tiempo. En la Iglesia debe desatarse una cruzada contra los pederastas y todos aquellos que la utilizan para cometer fechorías. l
