Porque me amo, me cuido

No podemos evitar sentirnos molestos y frustrados, cuando pensamos en que aquello que deseamos para nuestra existencia es tan sencillo y, sin embrago, tan difícil de lograr para algunos. No quiero entrar en detalles, son muchas las cosas…

No podemos evitar sentirnos molestos y frustrados, cuando pensamos en que aquello que deseamos para nuestra existencia es tan sencillo y, sin embrago, tan difícil de lograr para algunos.

No quiero entrar en detalles, son muchas las cosas que quisiéramos y que no podemos tener. Y que nadie se confunda, hablamos de aspectos sentimentales y espirituales y en estos temas, lo material sale sobrando, no cuenta, no interesa.

No niego que muchas veces me he dejado ganar por la tristeza, una sensación horrible que pelea hasta derrotar mi sonrisa, mis fuerzas y mis deseos de seguir adelante. Para mí el sufrimiento que produce es una especie de cáncer emocional, que poco a poco destruye toda posibilidad de volver a ser feliz.

Es por eso, que he decidido no dejarme aplastar, pues las enfermedades físicas terminan afectándonos el ánimo y lo mismo pasa con las afecciones del alma, que terminan con la salud de nuestro cuerpo.

No es que deje de luchar por lo que quiero y por quienes quiero, es que para tener las fuerzas de hacerlo, no pienso desperdiciar mis energías en cosas sin sentido. Si hay un amor del que nunca he dudado es del que siento por mí y por mis seres queridos. Si alguna vez he dicho: “Te amo”, es la verdad. Para mí decirlo sin que sea cierto, equivale a lo que representa jurar en vano para los cristianos. Es por ese amor que me tengo, que he decidido cuidarme y luchar por estar bien.

A veces amamos tanto a otros que llegamos a olvidarnos de nosotros mismos. Hay amores así, unas veces vale la pena, otras veces no.

Hay cosas que jamás podrán ser como uno quisiera, aunque nunca se pierdan las esperanzas, pero también existen esas cosas inevitables, esas que suceden por más que trates de impedirlo. Entonces, si de todos modos lo que ha de ser será, ¿para qué luchar, para qué mortificarnos, para qué desgastarnos en tratar de impedir lo que algún día tendrá que ser?
Dejemos de atormentar nuestra alma y enfermarla con sufrimientos innecesarios, pues hagamos lo que hagamos, y aunque no siempre sea a nuestro favor, el viento siempre sopla y, como todo en la vida, un día cambia de dirección. Total, ¿acaso no son los cambios la razón de ser del mundo y la humanidad? l

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