La devaluación de las palabras

José Ortega y Gasset en el Prólogo de La Rebelión de las Masas afirma que “hubiera sido, pues, excelente ocasión para practicar la obra de caridad más propia de nuestro tiempo: no publicar libros superfluos”. Lo que Ortega no se imaginó…

José Ortega y Gasset en el Prólogo de La Rebelión de las Masas afirma que “hubiera sido, pues, excelente ocasión para practicar la obra de caridad más propia de nuestro tiempo: no publicar libros superfluos”. Lo que Ortega no se imaginó es que lejos de confrontar  una crisis cultural por un exceso de libros, la actual tecnología de las comunicaciones ha propiciado una verdadera epidemia de la palabra hablada.

Es revelador que en el diccionario Webster, la referencia indispensable del idioma inglés, la palabra “chat” de donde se deriva la palabra  “chatear” tan en boga entre los jóvenes, se refiere a una conversación informal y descuidada, hecha sin preparación o pensamiento. De acuerdo a la misma fuente, la palabra “chat” se contrapone a la palabra “discuss,” que significa tratamiento formal de un tema, donde se aportan informaciones, ideas u opiniones sobre algo.

Pero esto último ocurre cada vez con menos frecuencia pues las palabras  y los mensajes que prácticamente son palabras habladas viajan a velocidades que superan el  1,000,000 de bites por segundo. Confrontamos, pues, una sobre-oferta de palabras que las desvalorizan. La sucesión de lo conversado es tan rápida que pone a prueba nuestra capacidad de recordarlo. Todo se sucede a tal velocidad, que las palabras se convierten en algo que se desvanece inmediatamente. Un hecho que está en armonía con una cultura popular de lo desechable y lo light, de lo inmediato y lo banal.

Estamos tan concentrados en hablar que no tenemos tiempo para pensar lo que decimos. Es decir, nos estamos alejando de la realidad Cartesiana de “pienso, luego existo,” y vivimos en una  cultura virtual, donde muchos de nosotros “no piensa, solo existe,” utilizando la expresión de un amigo, en otro contexto.

Pensar las cosas detalladamente y con rigor, requiere de un esfuerzo disciplinado. Pensar bien, requiere de tiempo y de un diálogo más sereno y profundo. Y nuestros “chateos” que navegan a  millones de bites por segundo no tienen tiempo para eso.

Así mismo, el hablar tanto y hablar tan rápido frecuentemente atropella el idioma. Las riquezas heredadas tienen la particularidad de que a veces no se valoran, por eso hay tantas personas que despilfarran o malgastan su herencia.

Una de las herencias y riquezas más grande que tenemos es el idioma español, que nos permite comunicarnos con más de 500 millones de personas, lo que constituye un logro cultural extraordinario. Sin embargo, somos indiferentes a la responsabilidad de conservarlo, hablando y escribiendo correctamente.

En fin, mantenernos conectados está bien. Divertirnos con conversaciones intrascendentes nos ayuda a vivir. Pero dicho esto, demos un poco más de espacio a la lectura, a meditar las cosas, a informarnos más allá de nuestro entorno inmediato y a cultivar nuestro idioma.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas