Adversidad golpea a los damnificados de El Ejido

Independientemente de su nueva desgracia, los habitantes del Hoyo del Ejido, que perdieron sus casas en el incendio de la semana pasada, también corren otros riesgos que afectan su convivencia.Un cableado de electricidad que les cuelga…

Independientemente de su nueva desgracia, los habitantes del Hoyo del Ejido, que perdieron sus casas en el incendio de la semana pasada, también corren otros riesgos que afectan su convivencia.

Un cableado de electricidad que les cuelga sobre sus cabezas, con conexiones riesgosas y aguas residuales que corren por sus pies, son solo algunos de los riesgos a los que se exponen los residentes de este marginado sector.

María Milagros Paulino lavaba ayer los muebles que pudo rescatar de las llamas, mientras su esposo trataba de buscar algunas hojas de zinc para techar una de las habitaciones de su vieja casa para poder pasar la noche.

Ella es de las 56 propietarias de viviendas que el pasado lunes resultaron quemadas y afectadas por el incendio en el Hoyo de El Ejido, donde antes se han registrado otros fuegos de consideración.

“Estábamos alojados en la casa de una amiga, pero llegaron gentes de fuera y ya no podremos seguir allá, no tengo otro lugar donde ir, por lo que tendremos que hacer algunos arreglos aquí para pasar la noche”, expuso.

María Milagros confiesa que ha recibido algunas ayudas, como ropas, comido y un bono de mil pesos para comprar  ropa interior, además de la promesa de reconstruir su casa que resultó destruida casi en su totalidad.

Mientras asimilan lo ocurrido e intentan recuperar lo que han perdido, con el uso de los pocos recursos que tienen a la mano, sus esperanzas están cifradas en la caridad de los vecinos y de los sectores sensibles que les han extendido la mano, así como de los organismos de socorro y del Gobierno que ya se han dejado sentir para hacer menos dramática su desgracia.

Ayer, la Defensa Civil continuaba retirando escombros y con el corte de árboles quemados para evitar nuevas tragedias. Mientras curiosos están apostados en las calles a la espera de ver lo que les llega a los afectados.

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