E l exministro Víctor Díaz Rúa es harto conocido por su pasión por la bohemia y su afición a compartir anécdotas y vivencias con sus amigos y relacionados. Aquí les va una nuevecita, fresquecita: Víctor se ha dejado ahora una barba blanca que va para copiosa y hasta se nota un poco adelgazado, según me dicen, porque tengo cierto tiempo que no lo veo ya que estoy un poco retirado de la vida bohemia. Pero un amigo común me informa que a causa del nuevo look del extitular de Obras Públicas, un memo de esos que abundan dizque lo confundió hace poco a lo lejos con Roberto Rodríguez Marchena y con cierto júbilo quiso compartir su alegría con varios contertulios de una ya célebre peña nocturna del ensanche Julieta presumiendo de que “vi hace un rato a Rodríguez Marchena y se nota que salió bien del accidente de tránsito que tuvo hace varias semanas”. Otro que estaba ahí y que sí reconoció a Víctor provocó la hilaridad de los presentes al corregir a su compañero con un “tienes que ir al oculista porque no fue a Roberto que vimos hace un rato, fue a Víctor Díaz Rúa”. Todavía hay quienes ríen de buenas ganas al comentar el hecho. ¡Ji, ji, ji…!
¿Despistados?
Muchos creen aquí que nuestros políticos, principalmente los que hacen vida pública en las provincias, andan despistados o no están en aquello de atender sus cartones y hay mucha equivocación en esa creencia. Vean un ejemplo: A propósito de recientes comentarios de esta columna sobre el laborantismo de mi gran amigo Carlitos Bello en procura de la candidatura senatorial reformista por la alejada provincia fronteriza de Independencia para los comicios de 2016, me cuentan que funcionarios electos de esa demarcación ya han hecho reuniones por la reactivación de sus equipos políticos, a los fines de que no los agarren asando batatas, pese a que en los últimos sufragios congresuales, la alianza encarnada en el denominado Bloque Progresista obtuvo una extraordinaria votación allí. Los caciques del interior a veces duermen con un ojo abierto y otro cerrado…
