Recuerdo palabras de mi obstetra durante el trabajo de parto: “Dame un pujo grande, pon fuerza para que venga”. Me sonaba torturador, debilitada como estaba por el intenso dolor. Pero si quería abrazar a mi hija, debía esforzarme.
Cual hice. Concentré todas mis energías en mis caderas; el llanto de la bebé anunció mi victoria. Un pujo definitivo, vigoroso y unificado de las fuerzas sociales, logró el “parto” del 4% para la educación. Problemáticas aberrantes como “barrilitos” y “cofrecitos” legislativos, también demandan firme poder ciudadano para desterrarlas.
Esporádicas críticas de opinión pública o posturas aisladas son “pujitos” infructuosos. Parir la nación de derechos que modela la Constitución, exige pujar, unidos, fuerte y decisivamente.
