El IX Festival Internacional de Danza Contemporánea Edanco inició con las emociones del homenaje a la primera bailarina en la década de los 40, Olga Espaillat.También fuue motivador escuchar las palabras del consejero de la embajada del Japón en el país, Yuji Takeya, al ser esta nación el país invitado de honor en esta edición, y del director de Bellas Artes, Franklin Domínguez.
Inmediatamente, inició el primer acto que estuvo a cargo de los japoneses. El sonido del agua fue penetrando en los oídos del público, lento, más lento, rápido, más rápido, mientras aparecía en escena la maestra Kato Miyako.
Movimientos lentos sin dejar de ser sinuosos daban continuidad a la presentación del grupo “Miyako Kato Dance Space”, quienes con su presentación intentaban compartir lo que significó para el pueblo de Japón haber tenido que asumir el Gran Terremoto del Este, a través del cual tuvo origen un tsunami apocalíptico.
Las entradas y salidas de uno, dos, tres, los balarines van construyendo el mensaje, mientras se presentan profundos silencios, pero la expresión de los cuerpos basta para comprender la historia que entretejen sus movimientos.
Y, a pesar de ser la danza contemporánea una forma de expresión anacrónica, poco coherente en relación a los movimientos, pues no existen patrones prefijados que dispongan cómo deben mostrarse los bailarines, tal como ocurre en la danza clásica, en la pieza “Voice From Monochrome”, se percibe cómo Kato Miyako ha dispuesto cada acto de manera que se pueda sentir lo que pretende el contenido: “Como si la tierra y el agua estuvieran ondulando y los cuerpos cantando los actos de la vida, –pues la danza en sí– representa el silencio y la energía de la vida, nace del pensamiento horizontal de un mundo politeísta asiático, que tiene como fin, representar la historia cultural japonesa”.
Entre los bailarines, además de Miyako, quien además hace de coreógrafa, participaron Azechi Ayaka, Azechi Manaka, Murayama Masako, Nishina Itoe, Yokota Kay, Shinohe Yoshika, Omi Minae, Toji Kurimi, Komatso Mutsumi, Llon Kawai, Omae Yutaro, Ilda Sohichiro y Kihara Kota.
El Teatro Popular Danzante tuvo a su cargo el segundo segmento de la noche. Fue cuando una voz se hizo del escenario, rememorando a los ancestros, a la madre África y, en un proceso sincrético, los movimientos del cuerpo femenino fueron dando paso a la libertad expresiva que supone la coreografía de Alexander Duval.
“Por ella” recreó un ambiente de ritmo, acción y gestos corporales prodigiosos. Música y danza se van fundiendo y, entre lo abigarrado, lo entremezclado, como el mulato que deviene del amasijo del blanco con el indio y más tarde el africano, quedando la presencia de este último como un componente étnico de arraigo en nuestra cultura y que se hace evidente de sólo escuchar los toques de los tambores. Participaron en este número la solista Berjania Solís y los intérpretes: Ana Javier, Diana Reyes, Brenda de la Cruz, William Rosario, Luis Ovalles, Joel Céspedes, Miguel Reyes y Yaser Padilla, bajo la dirección artística y los textos de Senia Rodríguez.
Entre los músicos que integraron este número estuvieron Abel Madera, Julio César Zorilla, Jankir Contreras, Martín Feliz, Johansy Rodríguez y Danny Vicente.
