Un arriesgado modelo de negocios

Las recientes disputas comerciales con nuestros vecinos evidencian el alto riesgo de ciertas prácticas empresariales.

Las recientes disputas comerciales con nuestros vecinos evidencian el alto riesgo de ciertas prácticas empresariales. De acuerdo a The Economist, estas disputas parecen haberse originado en el intento de implementar en Haití un desfasado modelo de sustitución de importaciones, que pasa por prohibir y subir los aranceles a 594 productos, muchos de ellos alimenticios, un contra-sentido en un país donde 6.7  millones de personas tienen hambre o comen muy precariamente.

Sin embargo, estas disputas que causan tanto alboroto representan aspectos coyunturales de una relación mucho más compleja, cuyas serias consecuencias deberían ser analizadas desde una perspectiva estratégica, global y de largo plazo. Esto así, pues la verdadera cuestión con Haití y su mercado tiene que ver con la definición de la política nacional dominicana frente a un problema que ha desbordado nuestro mercado laboral, que  pone en riesgo la seguridad nacional, y nuestra definición como nación.

La encuesta realizada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), con el apoyo de la Oficina de las Naciones Unidas para la Población nos resulta alarmante: En las provincias de la zona fronteriza, la población inmigrante oscila en promedio entre 20% y 29.9 %. En Valverde y algunas provincias de la zona Este la población inmigrante llega a 17.2 %. Esto significa que hay localidades en todo nuestro territorio donde los inmigrantes son mayoría y los dominicanos enfrentan problemas de convivencia en su propio país. Es decir, enfrentamos una “balcanización” del territorio nacional, que  se entrelaza con el empobrecimiento de las capas más pobres de nuestra sociedad cuyos salarios y puestos de trabajo están bajo la presión de esta inmigración desbordada. La baja productividad, los salarios deprimidos, las pocas posibilidades de empleos para la juventud, acompañadas por conflictos de convivencia a nivel local debido a la acelerada “balcanización” de nuestro territorio apuntan hacia un agravamiento de las tensiones sociales en nuestra sociedad.

La paz social de nuestro país se está manteniendo en base a un sistema de transferencias sociales ejecutadas por los últimos gobiernos para ayudar a que la gente llegue precariamente a final de mes; una abultada nómina pública que ha contribuido a la desorganización del Estado y que limita su capacidad a operar eficiente y efectivamente; y las remesas de los dominicanos a quienes este país no fue capaz de ofrecerle un empleo decente.

No obstante lo anterior, los problemas se acumulan y marchamos hacia una crisis social de grandes proporciones, por lo que tarde o temprano se deberá redefinir nuestro futuro como nación. Es de esperarse que la contraparte haitiana utilizará los temas comerciales como uno de los elementos de presión y negociación, lo que necesariamente perjudicará a quienes apuesten a ese mercado para la prosperidad de sus negocios.

Pues entre los negocios de ciertas empresas y la supervivencia de una nación, creemos que está claro que la colectividad y la nación se impondrán.

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