Mucha gente anda asustada con el desempeño de la selección dominicana de baloncesto, que hasta ayer en la tarde había perdido dos partidos de fogueos ante Puerto Rico y dos choques más (uno de ellos también ante los boricuas) en la Copa Jenaro Tuto Marchand.
Es natural que si al final del juego el score no te favorezca algunos se metan en miedo por más irrelevante que sea el encuentro de baloncesto.
El resultado negativo en los dos choques de fogueos importa un bledo para los propósitos de la escuadra quisqueyana, tampoco las dos derrotas y la victoria que hasta en la tarde de ayer registraba el equipo nacional en la Tuto Marchand.
Claro que al final usted quiere ganar el juego, pero estoy seguro que se gana más probando y preparando al equipo para el fuego que se avecina, donde ciertamente no se admiten errores.
Orlando Antigua ni ninguno de los restantes cuatro dirigentes están más enfocados en conquistar el evento que en testear a sus equipos y saber con quién y para qué cuentan. El hecho de que el evento te permita subir y bajar jugadores debe decir mucho.
Pero si bien el resultado a nivel de pizarra me tiene sin cuidado, no es menos cierto que me preocupa un poco la organización en la ofensiva que ha presentado el equipo.
Sigo viendo a una escuadra dominicana muy orientada a hacer puntos en base al talento individual de los jugadores y no apoyada en ideas o técnicas que involucren a más de uno.
Se suponía que debimos aprovechar este evento para corregir aspectos como esos, pues se trata del último recurso que se tiene en ese sentido y no quisiera imaginar un desempeño semejante en el Premundial de Caracas, que arranca el próximo sábado.
Aún con un ausente Al Horford me aferro firmemente a la idea de que vamos a clasificar al Mundial de 2014, mas que por un aspecto técnico, por uno lógico.
Es que hablamos de un torneo en el que participarán pocos equipos con muchos puestos disponibles, así que no me gustaría pensar que estamos quintos o sextos en la región cuando realmente no lo es.
