Código de barras: Mercadeo personal

Ey, tú. Sí, a ti. No, no mires para otro lado, te estoy hablando a ti mismo/a. Tú eres un producto. Vamos, créelo. Yo también me sorprendí cuando me lo dijeron, pero es así y debemos aceptarlo. Tienes un código…

Ey, tú. Sí, a ti. No, no mires para otro lado, te estoy hablando a ti mismo/a. Tú eres un producto. Vamos, créelo. Yo también me sorprendí cuando me lo dijeron, pero es así y debemos aceptarlo. Tienes un código de barras por encima de tu piel: tu forma de vestir, tus gestos y ademanes, las palabras que pronuncias, las fotos que subes a las redes sociales, todo eso dice lo que eres y cuánto vales.

“El ser humano, le guste o no, al momento de cumplir una función económica se convierte en un humano/producto”, explica Claudio L. Soriano en su libro El plan del marketing personal. El autor reconoce que cuesta, y a veces hasta molesta, admitir que la práctica del mercadeo personal es una forma de supervivencia no sólo en el plano económico, sino también en el emocional y en el profesional.

Aplicarlo no es imprescindible, pero aquel que lo haga “estará en la capacidad de establecer con claridad y con la mayor precisión posible lo que quiere lograr, por qué quiere lograrlo, cuándo y cómo”, asegura. Ahora bien, para aplicarlo, hace falta un recurso muy importante: debes saber quién eres.

Paso número uno

No es tan simple como responder a cómo te llamas, dónde naciste o qué te gusta comer. Uno de los más grandes pensadores de la historia griega, el filósofo Tales de Mileto, afirmaba que lo más difícil en el mundo es conocerse a sí mismo, porque se trata de una acción profunda, en la que tienes que reconocer tus cualidades y debilidades, observándote desde fuera, como cuando miras a los que te rodean. 

Un forma de empezar a conocerte se da poniendo un poco de atención a los resultados de tus acciones. “La gente deja una huella en todo lo que hace”, explica Mariano Abreu, consultor de imagen pública, business coach y professional life coach. Es como una firma, como la de los cocineros, para identificar su estilo de preparar un plato o la de un periodista, para identificarse del resto utilizando un estilo particular de redacción. “Uno se distingue o se extingue. Si no te distingues quiere decir que eres un número más”, advierte Abreu. Con esta aseveración justifica por qué para ser una marca no se puede ser parte del montón, de una población anónima.

Saber construir para saber vender

Una vez superada la etapa del reconocimiento propio, es cuando se pasa al siguiente nivel, en el que se le presenta a los demás cómo te gustaría que te reconozcan, que te recuerden, sin que eso signifique que dejes de ser tú mismo. La coherencia en el discurso no es negociable, según Andrea Arueste, psicóloga y Consultora Outplacement, porque todo en cuanto realices, se convierte en una piedra sobre la que construyes tu reputación, aún sin darte cuenta. “Siempre estamos comunicando algo, aún cuando la intención sea no comunicar”, afirma la especialista.

Primera impresión. Sí es lo que cuenta

Cuando un coach trabaja una marca personal, se encarga de enseñarle sobre todo: lenguaje corporal, protocolo, cómo vestirse, hasta qué tipo de comida pedir en una reunión de negocios. Mariano Abreu demuestra por qué la primera impresión es lo que cuenta, pues asegura que un 55% de la primera buena impresión depende de la imagen física, de cómo te ves. Un 38% tiene que ver con el lenguaje corporal y solo el 7% que restante es el que tiene que ver con la imagen verbal. Es decir, que un 93% de una valoración positiva en una primera ocasión, no depende de lo que sabes, ni de lo bien que hables, sino de lo bien que luzcas. Por eso, insiste Mariano Abreu, es vital cuidar ese 93%.

“Existen elementos que nos rodean que son parte de lo que comunicamos: vestimenta, tono de voz, puntualidad, el cómo expresamos las ideas, gesticulamos o actuamos… que forman nuestra imagen personal, que se deben entrenar cuando se quieren llevar cabo estrategias del marketing personal”, va detallando Andrea Arueste, recordando que no se pueden descuidar por el impacto que causa en los otros. Pero reconoce que la imagen se construye paso a paso; que es un proceso que  se toma su tiempo y en el que “no podemos fingir quien no somos ser. Es necesario construirla (la imagen) en base a lo que somos”, concluye.

Francotiradores emocionales

Ciertamente, los demás siempre estarán inconformes y no se debe vivir pendiente al qué dirán con el único fin de agradar. Ante esta inquietud, de cómo mantener ese equilibrio respecto a la imagen, Abreu, quien también es licenciado en informática y administración, con certificados en imagen y relaciones públicas, contesta: “la gente siempre va a opinar, ya sea para bien o para mal. Son los francotiradores emocionales”. Su invitación es a que, a pesar de qué digan, siempre hagas lo correcto. Porque esa persona que quieres que los demás recuerden cuando ya no estés físicamente, debes construirla ahora.

Tienes un código de barras por encima de tu piel: tu forma de vestir, tus gestos y ademanes, las palabras que pronuncias, las fotos que subes a las redes sociales, todo eso dice lo que eres.

Mi imagen frente a las redes sociales

Desde que salieron las redes sociales ya no hay excepción de fama. El Facebook es un paralelismo a las fiestas de Andy Warhol en Factoría, en el que todo el mundo tenía chance de brillar con sus 15 minutos de fama. Y qué decir del Twitter o del Instagram, la red del momento.

Por eso, Mariano Abreu es categórico con aquellos que han decidido y tienen consciencia sobre el mercadeo personal, recordando que: “tu vida ya no es privada cuando la haces pública”. Refiriéndose a que muchas empresas tienen como requisito revisar el Facebook del futuro empleado antes de contratarlo. Por eso recomienda cuidar lo que se dice o se publica en las redes, porque si no eres coherente con lo que predicas, “la gente puede empezar a dudar de tu reputación”. Abreu termina como queriendo sembrar una interrogante en nosotros: ¿Qué marcas estás vendiendo? 

Ese “servicio que vendemos” (nosotros), desde cualquiera que sea el área profesional o personal en la que esté, va integrada a tres elementos: los conocimientos que poseemos, las habilidades para aplicarlas y el tiempo para llevarlas a cabo. Lo primero es armar un plan de vida en la profesión, tener plena consciencia de quién eres realmente, qué deseas lograr y cuáles obstáculos y alternativas se te presentan, y cómo vas a controlar los resultados de esos esfuerzos. Claudio Soriano.

“El 93% de una valoración positiva, en una primera ocasión, no depende de lo que sabes ni de lo bien que hables, sino de lo bien que luzcas”. Mariano Abreu.

José Luis Orihuela, profesor universitario, conferencista y escritor, es el autor de Mundo Twitter y 80 claves sobre el futuro del periodismo. Le preguntamos, como experto en Twitter, cuál es la mejor manera de proyectar su imagen a través de las redes sociales. 

1. ¿Por qué debemos manejarnos en las redes como si fuéramos una marca o producto? En la medida en que hacemos comunicación pública, nuestra identidad en línea como usuarios de las redes sociales, se convierte indefectiblemente  en una marca.

2. ¿De qué manera podemos mercadearnos a través de las redes sociales? Las marcas, tanto personales como corporativas, tienen que ser visibles, diferenciarse y aportar valor. Las redes ayudan a construir la identidad digital y a gestionar la reputación.

3. ¿Cuáles son los beneficios que se pueden obtener? Una buena estrategia en redes sociales mejora las relaciones de las marcas con sus públicos, permite anticipar y resolver situaciones de crisis y aumenta su visibilidad.

 4. ¿Qué tipo de publicaciones van en detrimento de nuestra marca? La comunicación sin estrategia, sin profesionalidad o sin respeto siempre acaba dañando a las marcas.

 5. ¿Cuáles son los 5 consejos que daría a los usuarios para crear un perfil positivo en las redes? Aportar valor, no saturar, escuchar siempre, responder con criterio y medir los resultados.P

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