La Organización Mundial de la Salud (OMS), considera que un régimen alimenticio saludable debe incluir un mínimo de 25 a 30 gramos de fibras al día. Muchas enfermedades de nuestra moderna civilización están relacionadas con nuestro tipo de alimentación, en la que la mayoría de los alimentos que ingerimos están industrialmente procesados, privados de sus fibras y con aditivos químicos.
Una ingesta apropiada de fibras puede ayudar a la prevención y control de la diabetes, el sobrepeso y la obesidad, las cardiopatías coronarias, el cáncer, los divertículos, los hemorroides y el estreñenimiento.
Los vegetales, frutas, cereales y legumbres contienen tanto fibras solubles como insolubles, pero en proporciones distintas. Por ejemplo, la pulpa de manzana contiene fibras solubles y la cáscara fibra insoluble. La proporción recomendada es de 3 a 1, favoreciendo el consumo de alimentos con predominio de fibras solubles, para evitar que el exceso de la forma insoluble provoque diarreas y gases.
No pretendemos retrotraer nuestros hábitos a los del hombre primitivo en que se consumían los alimentos en forma natural, no procesados; pero sí esperamos que nos acostumbraremos a ingerir una cantidad razonable de fibras que podemos encontrar en frutas, vegetales, legumbres, granos, semillas, nueces y víveres que tienen la propiedad de ser carbohidratos complejos que gozan de cualidades más saludables que los carbohidratos simples (procesados).
