«A prueba de grasa»

¿Sabes cuando estas en un restaurante y entra una muchacha esbelta, bien formada con un vestido pegadito que le hace una hermosa silueta? Y te le quedas mirando pensando: “¡Wao! así quiero verme yo”.

¿Sabes cuando estas en un restaurante y entra una muchacha esbelta, bien formada con un vestido pegadito que le hace una hermosa silueta? Y te le quedas mirando pensando: “¡Wao! así quiero verme yo”.

O cuando estás en la tienda y ves una pieza que te encanta pero sabes que no te quedaría bien por la forma de tu cuerpo. O tal vez sí; si te la pones con otra cosa que tienes en tu closet se vería bien, pero cuando la vas a comprar solamente la tienen en dos tallas más pequeñas que la tuya.

Es muy desalentador y cansón ese sentimiento. ¿No estás cansada de sentirlo? ¿No quisieras ser la muchacha que entra con el vestidito y la hermosa silueta? Pero a la misma vez, la sensación en tu boca de ese tres leches, ese bizcocho de nutella o dulce de leche… o de una deliciosa hamburguesa, con papas finas, sazonadas con doble ‘honey mustard’, que hacen que peques; y que no se nos olvide el trago de los viernes con las amigas o esa copa de vino en momentos de stress o tristeza.

Esos sentimientos de satisfacción también son buenos… pero te has puesto a analizar que esos son satisfacciones momentáneas por un aproximado de 20 minutos como mucho. ¿Y la satisfacción de que te vean en la calle y te digan: “¡Tú si estas bella!”? o mejor aún… la satisfacción de verte en el espejo y sentirte bien contigo misma y saber que tienes el cuerpo que siempre has querido.

Soy Yadira Gómez, y a partir de hoy pienso compartir mi historia de cómo decidí transformar mi vida de una satisfacción temporal, a una satisfacción permanente.

Síguela en Instagram: @yadigomezm

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