Madre no es solo quien pare, sino quien cría

Todo ser humano necesita de alguien que le provea de cuidados, protección y amor, en especial en los primeros años de vida (la infancia y la adolescencia). Una persona que le forme con valores morales y cívicos, que le enseñe la diferencia entre&#8230

Madre no es solo quien pare, sino quien cría

Todo ser humano necesita de alguien que le provea de cuidados, protección y amor, en especial en los primeros años de vida (la infancia y la adolescencia). Una persona que le forme con valores morales y cívicos,…

Todo ser humano necesita de alguien que le provea de cuidados, protección y amor, en especial en los primeros años de vida (la infancia y la adolescencia). Una persona que le forme con valores morales y cívicos, que le enseñe la diferencia entre el bien y el mal, que le motive a ser mejor persona y alcanzar sus metas; una persona que le sirva de soporte emocional y social; quien vele sus sueños en las noches en las que una enfermedad amenaza su salud o que le dé la oportunidad de ser amado, y de que también (el niño o niña) tenga el chance de dar amor.

Tener estas experiencias durante la infancia garantiza que el niño o la niña, al ser adultos sean entes más proactivos y productivos para la sociedad a la que pertenecen (y probablemente, personas muchas más felices). Por tal razón, es de suma importancia que los infantes cuenten con un núcleo familiar estable. Lamentablemente, por alguna razón u otra, no todos los niños tienen la dicha de tener un lugar al que llamen hogar o una mujer a quien llamen “mamá”.

Entonces… ¿Adónde van? ¿Quién los atienden? ¿Qué pasará con su futuro?  ¿Quién les dará las buenas noches, los levantará por la mañana con beso para ir a la escuela y quién le hará el almuerzo cuando retornen de la jornada escolar (si es que van a la escuela)? Son algunas de las tantas interrogantes que vienen a la cabeza cuando conoces la historia de cientos de niños en la República Dominicana que carecen de una familia, de una madre.

El valor de la familia

Conscientes de esto, en el 1979 se instala en el país Aldeas Infantiles SOS, una organización internacional de desarrollo social sin fines de lucro, fundada por Hermann Gmeiner en el 1949, con el fin de proveer un hogar y una madre a niños, niñas y jóvenes privados del cuidado de sus padres, o que por alguna razón no pueden estar con sus familias de origen.

En los 34 años que tiene la organización en el país, han provisto de una familia a 600 aldeanos (así se hacen llamar los egresados); y en la actualidad acogen a 460 infantes y adolescentes, los cuales están distribuidos en tres sedes: uno en Los Mina, uno en Los Jardines y otro en Santiago de los Caballeros, según explica Henry Farfán, asesor de desarrollo de fondos y comunicaciones.

Esta entidad cuenta con varios programas, en los que no solo se encarga de darles un hogar y una familia a los niños que los necesiten; también refuerzan los conocimientos, la entrega y disposición de un grupo de mujeres que se han convertido en mucho más que las cuidadoras, y a la que ellos denominan “Madres SOS”.

Como dice un popular refrán: “Padre no es quien engendra, sino quien cría” (en este caso, madre). Conoce un poco más la historia de tres de las 70 madres que forman parte de Aldeas SOS en el país, quienes han acogido como suyos a niños que necesitan de sus atenciones.

“Me hace feliz pensar que tengo nietos”

María Altagracia Florián, oriunda de Barahona, ocupa la casa número 16, del programa de Aldeas SOS, Los Mina. Allí lleva 14 años dedicando su tiempo, paciencia y cariño a los niños y niñas que tiene bajo su cuidado.

Narra que durante muchos años intentó tener hijos biológicos, pero no pudo. Al enterarse de la misión de Aldeas SOS decidió aplicar al puesto de “Madre SOS”, sin imaginar que esta experiencia marcaría un antes y un después en su vida.
“Cuando vi a las dos niñas que tendría bajo mi cuidado, una de ocho meses y otra de un año, fue increíble. Jamás imaginé que tener a esas criaturas en mis brazos podría despertar tanto amor en mí”, cuenta María cerrando los ojos, como recordando ese día.

Comenta que su experiencia es muy distinta a las demás madres, pues ellas  tienen hijos biológicos, y hay cosas que solo se aprenden con la práctica, como el saber entender los cambios de la niñez a la adolescencia.

“He criado 15 niños, a los cuales quiero como si los hubiera parido. Hoy, soy abuela de dos hermosos nietos, y me hace muy feliz el pensar que ellos me consideran su abuela”, dice María, quien asegura que tiene el mejor trabajo del mundo, ser madre.

En la actualidad, ella es la madre de siete niños de los 144 que acoge Aldeas SOS Los Mina.

“Ellos aprenden de uno, y uno de ellos…”

Otra de las casas visitadas en  Aldeas SOS, Los Mina, fue la número 14, donde se encontraba Cristina Contreras junto a Junior desgranando los guandules que se iban a cocinar al día siguiente.

Cristina es de Dajabón, y a diferencia de María, ésta tiene tres hijos biológicos (de 10, 13 y 15 años de edad, los cuales se encuentran en Dajabón) y tiene cinco años siendo Madre SOS.

Bajo su cuidado tiene cinco niños, a quienes dice “se llegan a querer como si fueran propios”.

“Es difícil no encariñarse. Uno cree que viene solo a cuidarlos (un trabajo), pero al final, ves cómo ellos aprende y crecen”, dice Cristina, mientras bendice la mano de uno de los vástagos recién llegado de la escuela. 

Dice extrañar a sus hijos biológicos, pero cuando está lejos de la Aldea también le ocurre lo mismo. En especial a Junior, a quien cuida desde que este tiene un año de edad. “ Ellos aprenden de uno, y uno de ellos. Esta es una experiencia diferente, en la que uno aprende a ser mejor”, dice.

“Es bonito poder seguir dando amor…”

Entre risas y algarabías abre la puerta  de la casa número 15 Adelaida María Rodríguez (que dice la pueden llamar Ada) y quien tiene tres años siendo una Madre SOS.

En la Aldea tiene seis niños, y biológico tiene tres (de 18, 21 y 24 años de edad).

“Mis hijos ya están grandes y sentía la necesidad de volver a cuidar y criar un niño, tanto que les dije a mis hijos que quería tener nietos y me respondieron que no (que primero van a estudiar y luego tendrán hijos). Entonces me hablaron de formar parte de Aldeas y apliqué al puesto”, explica Ada sobre cómo se integra a este programa.

“Es bonito poder seguir dando amor, y recibirlo, porque para hacer esto se necesita amor, entrega y paciencia”, agrega Ada, mientras llama a sus muchachos a que se organicen para la “visita”.

“En el tiempo que tengo siendo su madre me he encariñado mucho y se me hace difícil dejarlos. ¿Cómo hacerlo? Uno es su madre”, dice mientras observa a los niños viendo televisión.

Representantes de Aldeas sos

Henry Farfán
Asesor de Desarrollo de Fondos y Comunicaciones.
“La labor de las Madres SOS ayuda a los infantes y a los adolescentes a crecer en hogar estable, en el que se les suplen sus necesidades básicas, pero también se les da estabilidad emocional. Además, procuramos que reciban la educación y la formación que necesitan para ser miembros activos y exitosos de la sociedad”.

Irene Sena
Directora de Aldeas SOS, Los Mina
“Este es un trabajo complejo y cuando una mujer decide iniciarse a formar parte de Aldeas SOS debe estar consciente que es un trabajo que va más allá de ser ama de casa, serán quienes suplan las necesidades emocionales de estos niños. Por lo regular, las Madres SOS tienen hijos biológicos, y deciden dedicar su tiempo y amor a otros que no tienen una familia”.

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Todo ser humano necesita de alguien que le provea de cuidados, protección y amor, en especial en los primeros años de vida (la infancia y la adolescencia). Una persona que le forme con valores morales y cívicos, que le enseñe la diferencia entre el bien y el mal, que le motive a ser mejor persona y alcanzar sus metas; una persona que le sirva de soporte emocional y social; quien vele sus sueños en las noches en las que una enfermedad amenaza su salud o que le dé la oportunidad de ser amado, y de que también (el niño o niña) tenga el chance de dar amor. 

Tener estas experiencias durante la infancia garantiza que el niño o la niña, al ser adultos sean entes más proactivos y productivos para la sociedad a la que pertenecen (y probablemente, personas muchas más felices). Por tal razón, es de suma importancia que los infantes cuenten con un núcleo familiar estable. Lamentablemente, por alguna razón u otra, no todos los niños tienen la dicha de tener un lugar al que llamen hogar o una mujer a quien llamen “mamá”. 

Entonces… ¿Adónde van? ¿Quién los atienden? ¿Qué pasará con su futuro?  ¿Quién les dará las buenas noches, los levantará por la mañana con beso para ir a la escuela y quién le hará el almuerzo cuando retornen de la jornada escolar (si es que van a la escuela)? Son algunas de las tantas interrogantes que vienen a la cabeza cuando conoces la historia de cientos de niños en la República Dominicana que carecen de una familia, de una madre.

El valor de la familia

Conscientes de esto, en el 1979 se instala en el país Aldeas Infantiles SOS, una organización internacional de desarrollo social sin fines de lucro, fundada por Hermann Gmeiner en el 1949, con el fin de proveer un hogar y una madre a niños, niñas y jóvenes privados del cuidado de sus padres, o que por alguna razón no pueden estar con sus familias de origen.

En los 34 años que tiene la organización en el país, han provisto de una familia a 600 aldeanos (así se hacen llamar los egresados); y en la actualidad acogen a 460 infantes y adolescentes, los cuales están distribuidos en tres sedes: uno en Los Mina, uno en Los Jardines y otro en Santiago de los Caballeros, según explica Henry Farfán, asesor de desarrollo de fondos y comunicaciones. 

Esta entidad cuenta con varios programas, en los que no solo se encarga de darles un hogar y una familia a los niños que los necesiten; también refuerzan los conocimientos, la entrega y disposición de un grupo de mujeres que se han convertido en mucho más que las cuidadoras, y a la que ellos denominan “Madres SOS”. 

Como dice un popular refrán: “Padre no es quien engendra, sino quien cría” (en este caso, madre). Conoce un poco más la historia de tres de las 70 madres que forman parte de Aldeas SOS en el país, quienes han acogido como suyos a niños que necesitan de sus atenciones.

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