La independencia a celebrar y la pendiente

Dentro de 2 días se cumple el aniversario 169 de la gesta heroica de la independencia. A diferencia de casi todos los países de la América hermana que lograron su condición de países libres, separándose de España, en línea con la originalidad&#823

Dentro de 2 días se cumple el aniversario 169 de la gesta heroica de la independencia. A diferencia de casi todos los países de la América hermana que lograron su condición de países libres, separándose de España, en línea con la originalidad criolla nosotros lo hicimos de Haití, segundo país libre de América, primera república negra del mundo, con una de las pocas rebeliones de esclavos coronadas por el éxito.

La ex colonia francesa de Saint Domingue, basada en la economía esclavista tremendamente lucrativa para la corona de Francia y de “nobles” inversionistas, suplía de azúcar toda la demanda mundial.

Su “éxito” estaba  sustentado en un brutal sistema mercantilista sostenido por la sangre de esclavos, traídos desde el centro de la costa africana. Al momento de la ocupación, 1822, Haití no era nación reconocida por las potencias y fue en 1826 que Francia, por el pago de 150 millones de francos-oro como “reapariciones de la Revolución”, la reconoce y tras ese injusto compromiso, la reconoció Inglaterra.

El Vaticano en 1861, Estados Unidos, Venezuela y Colombia lo hicieron después del 1870. Tras la independencia, el Cónsul Francés, Andrés Levasseur hizo esfuerzos para que los dominicanos asumieran parte de esa “deuda”, a lo que los febreristas se negaron.

El excelso Juan Pablo y los honrosos conspiradores, nos liberaron de la brutalidad del yugo haitiano e hicieron nacer nuestra República Dominicana: libre, soberana e independiente. Pero ¿somos realmente libres? Somos esclavos de la pobreza que aplasta a una gran parte de la población; presos de la mezquindad política y la carencia de escrúpulos; cautivos de la permisividad que hace posible absurdos desmanes y abusos lacerantes; encadenados a pasiones que nos arrastran a la incomprensión colectiva; esclavos de la violencia de género y de la filosofía del “mía o de nadie”; atados a la cultura de la mediocridad; encadenados a contradicciones propias, como nación y dependientes de una libertad mal interpretada; esclavos de la Consigna de Dios, Patria y Libertad: Dios en lo externo como idea, lejos de las acciones de conciencia; Patria como concepto filosófico, sin aplicación práctica; libertad, pero solo para hacer lo que venga en ganas, sin responsabilidad ni compromiso. La inequidad, la incomprensión y la rigidez de conceptos, las posturas falsas, la riqueza fácil, el beneficio a costa del bien colectivo, nos atrapan; las injusticias y la negación de justica, encadenan; la falta de oportunidades amarra a la población joven y subyuga adultos; somos presa del temor a envejecer por la aplastante dureza social de la edad mayor; esclavos de tabúes culturales que lastran el espíritu. Somos un país libre, lleno de esclavos emocionales. l

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