Juancho, Perdernales. El Centro Primer Nivel de Atención de esta comunidad necesita de todo. Aquí las quejas son porque a veces no aparece siquiera hilo para coser las heridas.Juancho es una comunidad pobre situada al sur del país, que se sustenta principalmente de la agricultura y la pesca. El pequeño centro hospitalario que posee es una muestra de las carencias que rondan por aquí.
“Yo he ido varias veces a ese hospital y no hay de nada. Eso indica que tenemos que ir más lejos, al hospital de Enriquillo, a atendernos”, sostiene Pércida Féliz, a un equipo de elCaribe y CDN que visitó el lugar. Féliz no es la única que se queja por la situación del centro. En Juancho ese tema es conversación común hasta entre los grupos de personas que visitan el parque de la comunidad.
Rosaida Carrasco es otra de las personas que han sufrido los efectos de la ausencia de medicamentos en la pequeña clínica pública y cuenta su experiencia.
“Aquí no internan gente, si tú tienes un dolor pasas dificultades porque en lo que llegas a Enriquillo fácilmente te mueres. El otro día traje una amiga embarazada a la clínica de Juancho, pero me enviaron a Enriquillo y ella dio a luz en la guagua”, expuso Carrasco.
Lo que cuentan estas personas lo revalida Yeiry Gómez, una de las dos doctoras que prestan servicio en Juancho. “Los medicamentos llegan, pero no alcanzan y cuando se acaban la gente no entiende, aunque se le explique. Damos el mejor trato a los pacientes y la gente es testigo de eso y de que no hablamos mentira”, sostiene. Y agrega: “Aquí vienen personas que necesitan un medicamento, pero como no hay, la otra doctora que trabaja aquí y yo misma hemos tenido que darles dinero para que suplan esa necesidad. Es bueno que salud pública fortalezca el programa de dotación de medicamento”.
Encargado de seguridad no está apto para oficio
La doctora Yeiry Gómez pidió al ministro de Salud Pública, Freddy Hidalgo, pensionar al encargado de seguridad del hospital de Juancho, porque esa persona tiene una edad avanzada y necesita su retiro. “Él oye poco y hace mucho espera su pensión”. Narró que ella teme abrir la puerta de madrugada cuando llega un paciente, porque el “sereno no escucha cuando tocan”.
