Días malos

En un buen restaurante, me sirvieron el plato elevado de sal. Me quejé y el servicio fue sustituido, pero continuaba salado. Una tercera versión…

En un buen restaurante, me sirvieron el plato elevado de sal. Me quejé y el servicio fue sustituido, pero continuaba salado. Una tercera versión tampoco estaba óptima aunque me resigné. Expresándome las excusas, el camarero contó que el cocinero, cuya excelencia defendía, probablemente estaba desconcentrado, tras recibir una llamada telefónica perturbadora. En cualquier ocasión nuestro desempeño laboral no es el esperado; sufrimos “días malos” en que fallamos al ejecutar tareas rutinarias. Desde un problema circunstancial hasta las hormonas podrían ser responsables. En esas coyunturas quisieras contar con gestos nobles como el de aquel camarero. No echó leña al fuego denostándolo, sino que lo respaldó y evitó dañar su reputación.

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