Bálsamo sanador

“Cuando me encuentro en algún lugar con determinada persona que hace tiempo me hizo un gran daño, en mi interior siento como si…

“Cuando me encuentro en algún lugar con determinada persona que hace tiempo me hizo un gran daño, en mi interior siento como si en ese instante se hiciera vivo ese momento”. “Si tengo la oportunidad de enterarme que esa persona va a participar en tal o cual actividad, inmediatamente evito ir a ese lugar”.

Ambos comentarios solemos escuchar los entre personas a las cuales conocemos.  Estos sentimientos afectan a quienes lo tienen, de manera que interfieren en la vida cotidiana de los que lo mantienen. Y lo terrible es que a medida que pasa el tiempo los mismos se van agrandando y tomando forma, y llegan a convertirse en una gran montaña que bloquea e inhabilita para vivir a aquel que sin darse cuenta lo ha ido alimentando.

El rencor es un ingrediente que daña e intoxica todo lo que hacemos. Dice La Biblia que el rencor y la amargura seca los huesos. Por tanto, aunque científicamente no se menciona este como causa de enfermedades, quiero citar cuando también en La Biblia, en el libro de Job, éste señala en un gran momento de dolor y sufrimiento: “Se secaron mis huesos, y mi piel ennegreció y no fue del sol”. Parece como si Job hubiese tenido una Dermatitis Cenicienta y una gran Artritis en sus huesos.

Perdonar es un acto que beneficia tremendamente a la persona en todos los aspectos de su vida, empezando por su salud física. Quiero dejarles un ejemplo vivido con un familiar cercano, pero que como psicólogo traté: Tenía una íntima relación comercial y familiar con su hermano, pero por una serie de circunstancias estos se enemistaron por años; tiempo que se convirtió en caldo de cultivo para el rencor. Ella empezó a enfermar con serios trastornos gástricos: insomnio, cefaleas, dolores en el cuerpo, a punto de creer tener una grave enfermedad. Un domingo en la mañana, voy a verla y le digo que ella tiene una enfermedad terminal que ya descubrí. Asustada pregunta: “¿Qué es?”. Le contesto: “¡Su rencor!, suéltelo y sanará”. Y su bálsamo sanador fue el perdón.

Cuando logras poder perdonar a esa persona que por una razón u otra te ha dañado en algún ámbito de tu vida, verás cómo en tu interior se desarrolla una especie de limpieza.

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