¡Ese hollín!

No es exactamente la grasa negra a veces imperceptible que el humo industrial deja sobre nosotros. Cae en trocitos imperceptibles y de mayores volúmenes,…

No es exactamente la grasa negra a veces imperceptible que el humo industrial deja sobre nosotros. Cae en trocitos imperceptibles y de mayores volúmenes, a la vista y molestia de los residentes en el valle de Neiba y más allá. Ocurre cuando empieza la zafra del intocable ingenio Barahona o Consorcio Azucarero Central. Esa gente quema los campos de caña. La humareda lo cubre todo y al mismo tiempo hace flotar un hollín que invade todos los escenarios, hasta los aposentos de las viviendas. Es una práctica común y demasiado visible que la gente acepta con resignación, y que el ministerio de Medio Ambiente no quiere mirar. El todopoderoso ingenio, como siempre, impone sus reglas y tiene sus defensores, como el Codia, en Barahona.

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