La reciente exhortación que hizo el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez a las autoridades, en el sentido de que es preciso “apretar la tuerca” para enfrentar la delincuencia e inseguridad en el país, es una muestra de lo mucho que preocupa esta situación a representantes de sectores tan influyentes y relacionados con la sociedad dominicana como la iglesia católica.
Pero también es una expresión de esperanza de que los elevados niveles de delincuencia e inseguridad todavía pueden ser controlados y reducidos, si se hacen los esfuerzos necesarios tanto del lado de la prevención, como de la decisión firme de los representantes del Ministerio Público y de la Justicia para llevar a la cárcel a los delincuentes y corruptos.
El Cardenal sintoniza con el sentir de una sociedad que en ocasiones se torna desesperada y muchas veces impotente ante los hechos delictivos. Y al mismo tiempo llama la atención de las autoridades competentes cuando expresa que es absolutamente posible cambiar el rumbo de la delincuencia, la corrupción y la impunidad que lleva el país desde años recientes.
La reacción de la Policía no se hizo esperar. El mayor general José Armando Polanco Gómez defiende la efectividad de los mecanismos de control y prevención de los actos delictivos, aunque reconoce que siempre es posible hacer ajustes y “apretar algunas tuercas”, como sugiere López Rodríguez.
Pero no debe malinterpretarse la expresión del Cardenal cuando exhorta a apretar la tuerca. Esto no quiere decir en modo alguno que se violen los derechos humanos cometiendo asesinatos de supuestos delincuentes en alegados “intercambios de disparos”. República Dominicana tiene los mecanismos coercitivos necesarios para enfrentar y controlar la delincuencia y la criminalidad. Lo ideal es que sean aplicados de manera efectiva, con los debidos controles y el apego estricto a los mandamientos de la Constitución y de la leyes.
