Un año político a superar

En las próximas horas concluye un año que podríamos calificar de muy intenso en materia política. Sin embargo, esta intensidad…

En las próximas horas concluye un año que podríamos calificar de muy intenso en materia política. Sin embargo, esta intensidad en la agenda política nacional puso en evidencia los profundos retrasos de los que aún adolece la democracia dominicana. Décadas de reformas institucionales no han sido suficientes para enfrentar los principales males de nuestro sistema político. El autoritarismo, la centralización del poder y el clientelismo siguen siendo parte de la cotidianidad e impidiendo que se fortalezca la institucionalidad democrática a partir de la constitución de un real Estado de derecho.

El que concluye, fue un año electoral en que se puso de manifiesto que a pesar de los avances en la administración de las elecciones, experimentamos retrocesos en la regulación de la campaña, en la equidad de la competencia y en la transparencia del financiamiento político. Con un órgano electoral políticamente dependiente y derrochador, tuvimos un proceso cargado de cuestionamientos. Sin reformas profundas, que impliquen la aprobación de la tan discutida Ley de Partidos y de la Ley Orgánica del Régimen Electoral, seguiremos condenados a repetir las inequidades de la pasada campaña.

Por otro lado, en este año se incrementó la crisis de representatividad del sistema de partidos políticos. El deterioro de la democracia interna y de la institucionalidad de los partidos dominicanos es uno de los problemas más graves del sistema democrático al concluir este año. La división del PRD, la crisis del Partido Reformista y la centralización y parálisis del PLD así lo evidencian.

Sumado a esto, nos encontramos con una gran incapacidad de los grupos políticos alternativos de articular un proyecto común que pueda convertirse en opción de poder.

Durante el año, tampoco se pudo constatar una real separación e independencia de los poderes del Estado. Las instituciones, esencialmente el Congreso Nacional y la Justicia, no ejercieron sus funciones de control y fiscalización. La mitad del año el Congreso estuvo prácticamente paralizado, pues los legisladores estaban dedicados plenamente a la campaña. El resto del año, su preocupación fundamental ha sido mantener su régimen de privilegios, cofrecitos y barrilitos incluidos, aprobando sin analizar una serie de proyectos de ley enviados por el Ejecutivo.

Fortalecer el sistema político y electoral y superar la debilidad y dependencia de las instituciones de la democracia dominicana, son los dos grandes retos institucionales que tiene el país de cara al próximo año. Se requiere un compromiso real de parte de la clase política para promover las reformas y las nuevas prácticas que permitan superar el mal año político que casi termina.

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