“Mi único plan es seguir escribiendo”

En persona, el escritor argentino Leopoldo Brizuela (La Plata, 1963) es un hombre más pequeño de lo que aparenta en fotos.

En persona, el escritor argentino Leopoldo Brizuela (La Plata, 1963) es un hombre más pequeño de lo que aparenta en fotos. De contextura delgada, que susurra las palabras y su rostro muestra el cansancio que se manifiesta cuando uno acaba de bajar de un avión, más si se sobrelleva esa intensa gira de promoción que trae consigo el Premio Alfaguara de Novela, que lo acaba de ganar con su obra Una misma noche, un libro que la escritora  Rosa Montero, presidenta del jurado, calificó como “un thriller existencial, perturbador, hipnotizante”.

Al autor le agradó esa clasificación perturbadora porque, admitió el pasado miércoles en una entrevista con elCaribe, era una aspiración, un propósito que empezó a perseguir desde que se le ocurrió escribir esta novela que fue construyendo como si fuera “un cuaderno de notas”, imaginería que dio vida a un personaje “distraído”, con una mirada inocente pero al mismo tiempo detectivesca, sobre cosas preocupantes que sucedían en los 70 en su país.

“Perturbarme a mí, perturbar al lector… no por la dictadura, porque no es una novela sobre la dictadura, sino sobre uno mismo, lo que cada quien ha hecho. Es como uno, sobre un mismo recuerdo, puede lograr diferentes significaciones, plantear cosas distintas teniendo como punto de partida un mismo hecho”.

Brizuela rechaza que Una misma noche esté centrada sobre la dictadura militar que predominó en 1976 en Argentina, aunque el tema aparece ligeramente en lo que acontece en esta historia de suspenso.

“Me interesaba analizar a ese chico de 12 años; ver qué sabíamos sobre lo que pasaba en ese entonces, era el gran desafío. Tratar de meterme en esa cabeza, recordar, percibir qué entendía, qué veía cuando ni siquiera había palabras para nombrar ciertas cosas. La palabra ‘desaparecido’ no existía en el diccionario hasta los años 80”, dijo.

Hay que hacer un esfuerzo para escuchar sus respuestas, se distrae con facilidad, cuando por el lobby del hotel ve cruzar niños vestidos de carnaval y se pregunta sorprendido ¿qué es eso?. Viste jeans, un T-shirt y tenis, con una mirada que se pierde con frecuencia, como si no quisiera encontrarse con su interlocutor. Ríe y se entusiasma cuando habla sobre el proceso de escritura de su galardonada novela.

Experiencia de recuerdos

“Un proceso apasionante, volver atrás, reencontrarme con palabras muy escuchadas. Lo que quería hacer, el desafío este, después de más de 30 años, todo eso que uno escuchó de la dictadura, pensar en lo que sabía yo, qué recordaba. Me quedé con imágenes, recuerdos e historias que escuchaba. Leer sobre la dictadura, ver películas, todo lo que se te ocurra. No me había pasado a mí, no me importó si era verdad o no, me quedé con palabras, fue una época alucinante, se decía ‘se lo llevaron’ en vez de decir lo que realmente había pasado”, dijo.

Brizuela, autor también de las novelas Tejiendo agua (Premio Fortabat 1985), Inglaterra. Una fábula (Premio Clarín de Novela 1999 y Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires; Alfaguara, 1999) y Lisboa. Un melodrama (finalista del Premio Rómulo Gallegos 2011; Alfaguara, 2010), no cree que detrás de su nueva recreación literaria deje alguna lección para las nuevas generaciones. “No creo que esa es la intención, no estoy seguro si dar una lección haya sido mi intención”.

Mientras escribe, considera que “la cabeza tiene espacio para un solo mundo imaginario”, no lee ficción, aunque sí se sumergió, en el tiempo en que paría Una misma noche, en obras italianas sobre la mafia.

“Trato de evitar la ficción cuando escribo una novela, más me interesan libros que tratan sobre la realidad, hechos reales”, indicó el escritor que desde República Dominicana viaja el sábado a Guadalajara, para participar en su próxima feria del libro.

Concluido su intenso plan de viajes y entrevistas, el día de este encuentro ofreció cuatro, piensa volver a su Argentina natal y seguir en lo suyo, que eso sí lo tiene bien claro. “Mi plan es escribir. Volver a mi casa, sentarme a crear, me imagino que vendrán a visitarme y esas cosas, pero deseo volver a lo mío”, ese oficio que invadió su curiosidad cuando apenas tenía 12 años, cuando solo tenía conocimiento del Diario de Ana Frank, experiencia que llegó a través del cine.

Empezó a leer, intercambiar opiniones, y las lecturas iban y venían. Jorge Luis Borges es su escritor admirado: “En esta novela hay elementos heredados de su literatura y de otros escritores”.

Perdió la esperanza que podía ganar el premio

El narrador que lleva la historia en la novela es una persona perturbada, infeliz, si se quiere, un estado de ánimo que dista de la satisfacción y el regocijo que experimentó el escritor mientras escribía. “Estuve feliz, disfruté mucho las cosas que iba descubriendo, me gustaba que las cosas fueron engarzando y la novela fue mostrándose sólida. Una de las cosas más placenteras es poder inventar una estructura, como veía que todo se iba armando, pues me sentía muy feliz”, recordó.

Leopoldo, que tuvo el privilegio de ver premiada su primera novela, perdió la esperanza de poder ganar el Premio Alfaguara y cuando le llamaron para darle la buena nueva fue sobrecogido por una sensación inesperada. Recuerda el momento: “Había descartado, porque pensaba que el veredicto había sido el día anterior y cuando me llamaron al celular, que no pensé que me contactarían a ese teléfono, estaba un poco distraído, deprimido. No entendía para nada cuando la persona se identificó que llamaba de Alfaguara, pensaba que era otra cosa. La chica me dijo ‘te has ganado el premio cariño’”. 

En el 2011 recibió este premio el colombiano Juan Gabriel Vásquez, por su novela “El ruido de las cosas al caer” y en el 2010 ganó Hernán Rivera Letelier con “El arte de la resurrección”.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas