Soluciones a fondo

Es muy loable que las autoridades acudan a las zonas donde se desatan brotes epidémicos o desastres naturales, porque muestran sensibilidad…

Es muy loable que las autoridades acudan a las zonas donde se desatan brotes epidémicos o desastres naturales, porque muestran sensibilidad e interés por los pobladores. La gente se entusiasma y agradece que sus líderes actúen de esa manera. Se sienten tomados en cuenta, y les crece la estima. Perciben que el gobierno los valora, los ve como seres humanos. Como mecanismo de conexión con los pobladores, el ejercicio es válido. También provee información útil para la gobernabilidad.

Pero eso no basta. Hay situaciones que ameritan soluciones a fondo, que vayan más allá de la salida coyuntural. Son necesarias medidas que resistan las inclemencias del tiempo. Que eviten que la gente se sienta defraudada.
Eso tiene que ver con los daños provocados por el huracán Sandy. Un asunto sensible como el puente sobre el río Ocoa. Esa infraestructura perdió sus aproches durante la tormenta Isaac. Obras Públicas acudió con prontitud. El propio presidente Danilo Medina supervisó todo eso, pero la próxima tormenta arrasó “la reparación”.

Un caso como ese amerita acciones de otra envergadura. La deforestación y los daños que ha sufrido el cauce de ese río, deben indicarles a las autoridades que el puente requiere un mayor nivel de intervención y más calidad en los trabajos. Quizás una extensión hacia los dos extremos y una mayor elevación. El caso debe ser estudiado por los especialistas, pero la reparación que hemos presenciado es insuficiente. Hasta los legos podemos descubrirlo.

Otra cara de la misma moneda. Los brotes de dengue, que es endémico, y ahora el cólera, nos indican que las causas que los generan siguen presentes. Zonas y barrios en niveles de abandono que dan ganas de llorar. El deterioro de los edificios de Guachupita, construidos por el Estado con todos los servicios, ahora condenados al fango. El descuido de los vecinos es más que evidente. Ellos tienen su cuota de irresponsabilidad.

Algunas zonas ameritan ser rescatadas. Pero es necesario involucrar a los vecinos. Sin ellos no hay posibilidad de librarnos de las mil y una pestes.

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