Introducción

Del 11 de octubre de 2012 hasta el 24 noviembre 2013” ha sido declarado por el Papa Benedicto XVI Año de la Fe.

La fe, pues, un tema de siempre, será recurrente y acentuado en el seno de la Iglesia Católica.

Ya la Conferencia del Episcopado Dominicano decidió que será un eje central  de su Plan Nacional de Pastoral 2013, uniéndolo  a los temas de la fraternidad y de la comunidad. Así el lema, que iluminaría y guiará parte  de su enseñanza y accionar en la República Dominicana durante ese período, será: “con fe y fraternidad construimos la comunidad”.

Por eso, me parece útil y conveniente volver una y otra vez sobre esta materia, tan importante en la vida de cualquier persona, recordando algunos puntos clave relacionados con ella.

Normalmente la palabra fe y su contenido se suelen referir a la religión y a Dios.  Sin embargo, hay una fe relacionada con las realidades humanas, tan normal como la vida misma.  En este trabajo, el propósito es hablar tanto de la “fe humana” como de la “fe divina”.

1. Fe
La fe es una manera de conocer. Cuando digo: “yo creo en la existencia de Dios” estoy diciendo “yo sé que Dios existe”. La fe es un camino del saber distinto del científico y filosófico y fuente de una gran parte de nuestros conocimientos y certezas.

Normalmente se piensa que la fe se refiere sólo a los asuntos religiosos. Pero la fe es tan humana y corriente como la vida misma. Por ejemplo, sabemos quiénes son nuestros padres por fe. Otros nos lo dijeron. Una verdad tan fundamental y existencial como esta la adquirimos por fe.

La fe humana consiste en ese asentimiento y firmeza ante afirmaciones que uno mismo no pudo comprobar científicamente. Se aceptan, aunque no se hayan visto.

Incluso los mismos conocimientos científicos en las escuelas se transmiten por fe: se cree a los autores de textos y a los maestros que los explican, aunque el alumno no puede demostrar en laboratorios o documentalmente cada afirmación.

Algo hermoso de la fe, y al mismo tiempo eficaz, es creer sin haber visto; y no al revés, como decía Tomás el apóstol a propósito de la resurrección de Cristo: “Si no veo, no creo”. Cuando se encontró con  Él y lo vio, creyó. Jesús dijo: “Porque has visto, has creído, Tomás.  Dichosos los que creen sin ver” (Juan 20, 24-29).

Los niños creen sencillamente en el amor del padre y de la madre; y ven los efectos: los padres les manifiestan amor. El que cree, ve los resultados de la fe.
El que cree en el amor de Dios verá los efectos del amor de Dios.  El que cree en Jesús Salvador será salvado. El que cree en la Palabra de Dios escrita en la Biblia, experimentará los bienes de esa Palabra al leerla. El que cree en la oración y ora, descubrirá que es uno de los instrumentos que Dios ha dado a los seres humanos para realizar obras corrientes y prodigiosas.

2. Confianza
Tener fe significa, también, tener confianza en alguien. Afirmar una verdad por la fe es, simultáneamente, creer a alguien y confiar en alguien. Cuando decimos: “yo tengo fe en una persona”, estamos asegurando que tenemos confianza en ella.

En los evangelios leemos que la gente no sólo tenía fe en Jesús, sino que también confiaba en Él. “Una palabra tuya bastará para sanarlo”,  le dijo el centurión romano, cuando le pidió que curara a distancia a su criado. Jesús le respondió: “Anda, que te suceda como has creído” y en aquella hora misma sanó el criado (Mateo 8, 5-13).

Creer que este hombre y esta mujer son nuestros padres es creer al mismo tiempo a los que nos lo dijeron, es confiar en ellos. Para creer, para el que tiene fe, para el que confía, nada es imposible.

Cuando Pedro, en una noche oscura y tormentosa, vio caminando a Jesús sobre las aguas turbulentas del lago de Tiberíades, le dijo: “Si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre las aguas”.

Con su petición, Pedro revela que tiene fe, que cree en Jesús. Este le responde afirmativamente. Pedro se lanza a caminar sobre las olas agitadas y camina sobre ellas. Pero en el camino se hunde, flaquea su fe, duda y el Maestro le recrimina duramente: “Hombre de poca fe. ¿Por qué dudaste?” ¿Por qué perdiste la confianza? (Mateo 14, 22-33).

3. Fidelidad
La fidelidad va unida también a la realidad de la fe.

Aquel en quien se cree es una persona fiel. Una de las afirmaciones que se recalca acerca de Dios es su fidelidad: “aunque tú me abandones, yo no te abandonaré”; “aunque tú seas infiel, yo seré fiel”, se repite de una u otra manera, una y otra vez, en las Sagradas Escrituras a propósito de la relación  Dios- Israel. Dios probó esta afirmación con muchos hechos. Por eso Israel sacó esta conclusión: “su fidelidad dura por siempre” (Salmo 116). Por eso, el que ama es fiel y el amado, que ha creído en el amor, confía en la fidelidad del amor.

Pero también el que cree es un fiel, por eso a los creyentes se les llama fieles.
Se pueden comparar estas dos afirmaciones: “yo soy un hombre de palabra”, “yo soy un hombre fiel”. Por eso se puede creer y confiar en mi palabra.
Cuando decimos: “yo creo en los Mandamientos de Dios”, no basta esta afirmación para la vida real. Es necesario agregar: “yo cumplo los Mandamientos, soy fiel a los mandatos de Dios”.

4. Firmeza
La fe, la confianza, la fidelidad piden firmeza, seguridad, constancia, perseverancia.

El capítulo 2 de la Carta a los Hebreos es una larga reflexión sobre la fe, en la que se acentúa la firmeza.

Al comenzar dicho capítulo el autor dice: “Tener fe es tener la seguridad de recibir lo que se espera. Es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos” (Hebreos 11,1). A continuación, para corroborar su afirmación, enumera una larga lista de ejemplos de fe, desde Abel, pasando por Noé, Abraham, Moisés y los grandes profetas hasta Jesucristo.

Fueron todos estos testigos, modelos de hombres y mujeres que mantuvieron  esa “fe-firmeza”, “confiados”, esperando “fielmente”, a lo largo de los siglos, ver hecha realidad aquellas palabras y promesas en las que creyeron sin haberlas visto.

5. Amén
Fe, confianza (“fiducia” en la forma antigua castellana), fidelidad y firmeza son cuatro ideas, que, dichas de la fe, no se pueden separar. Normalmente, en las lenguas, no hay una sola palabra que las recoja las cuatro al mismo tiempo.
Sin embargo, la palabra “amén”, que utilizaban Jesús y su pueblo, encierra las ideas de fe, verdad, fidelidad, firmeza.

Amén significa “sí”, “así sea”. Es una confesión de fe. Viene, en el fondo, a significar: Sí, “yo creo”, “yo  tengo fe”, “yo estoy seguro”, “yo soy fiel”.

Estos significados complementarios de la profundidad que encierra el término y la realidad “fe”, quedaron en el idioma inglés, en el cual “trust” significa “fe y confianza”, y “truth” es “verdad, fidelidad y constancia”.

CONCLUSIÓN

CERTIFICO: que mi ensayo  “Cinco conceptos en torno a la fe” lo publiqué por primera vez bajo el título “Fe, Confianza, Fidelidad, Firmeza, Amén” en año 2000 en mi columna del periódico “El Siglo”;  lo recogí en mi libro “Valores y virtudes” del año 2010; y lo reproduje en mi columna de “El Caribe” en el año 2012, con motivo  del Año de la Fe, declarado por el Papa Benedicto XVI, porque considero que conserva toda su actualidad y puede seguir haciendo mucho bien.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los diez y siete días de mes de octubre del año del Señor 2012.

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