El país que sueño y quiero

Nuestro país es nuestra casa. Es el lugar donde nacimos y al que nos unen fuertes lazos afectivos; por eso, al igual que para nuestro hogar,…

Nuestro país es nuestra casa. Es el lugar donde nacimos y al que nos unen fuertes lazos afectivos; por eso, al igual que para nuestro hogar, para nuestra tierra debemos querer lo mejor.

Hace unos días me puse a pensar en qué país me gustaría vivir. La ubicación sería la misma, su extensión: los mismos 48 mil kilómetros cuadrados sobre los que he pisado desde que di mis primeros pasos. Sin embargo, haría algunos cambios.

El país que sueño es uno sin violencia, sin hambre, donde no haya cabida a la desigualdad social. Allá no existirán padres que tengan que explicarles a sus hijos por qué siendo tan buenos y obedientes todo el año, el Día de Reyes no tienen la misma suerte que el hijo del vecino. Un país donde nadie se vaya a la cama sin cenar y sin saber de dónde buscará el dinero para darles de comer a sus hijos mañana.

Un lugar donde unos pocos no lo tengan todo y todos los otros no tengan nada o cuenten con muy poco.

En ese país que sueño, cada uno tiene las mismas oportunidades, los niños van a la escuela y por las tardes juegan, no conocen el trabajo, ni el maltrato, nunca han oído ni siquiera hablar de abuso, ni de discriminación racial, social o económica.

En este país los adultos proporcionan seguridad, cuidado, amor y bienestar a los más pequeños y les profesan respeto a los mayores.

Los jóvenes y adultos del país que quiero valoran la experiencia de los adultos mayores y los ven como una fuente de sabiduría y conocimiento a la cual recurrir en busca de orientación y consejo.

En ese país que sueño, la mujer y el hombre cohabitan en igualdad de condiciones, como aliados, como amigos, como gerentes de esa sociedad primordial que es la familia. En esa tierra, los hijos reciben de ambos padres amor, cuidados y atenciones. En mi soñado país abundan las sonrisas, la buena voluntad y la solidaridad.

Cada esquina de ese lugar está llena de buenos ejemplos, de respeto al derecho y las ideas de los demás. A la gente de mi país, nada le es indiferente, el dolor de sus hermanos es el suyo.

Allí cada uno le da a los otros lo mismo que quiere para sí. Debe ser por eso que su gente es más feliz. l

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas