Tómate un día refrescante de salto en salto

 Pero como Dios sabe hacer bien las cosas, cuando estaba pintando esta isla, se le ocurrió comenzar a pintar ríos por todo nuestro…

 Pero como Dios sabe hacer bien las cosas, cuando estaba pintando esta isla, se le ocurrió comenzar a pintar ríos por todo nuestro centro. Y mire usted, como estamos repletos de montaña, obviamente en algún momento los ríos tienen que caer y es aquí donde la cosa se pone buena.

¿No se te ha ocurrido que aparte de andar con el caldero lleno de espaguetis, de viajar con el BBQ para arriba y para abajo y solo entrarte en el primer charquito que encuentres, podrías vivir nuevas experiencias explorando los saltos del país? Aquí estamos acostumbrados a oís solo cuatro nombres cuando de saltos se trata ¿Y los otros? Bien, gracias, que hagan sus propias relaciones públicas. Ya está bueno de la rutina, siéntate a leer bien este artículo y cambia la ruta del  próximo fin de semana largo.

Monte Plata, olvidado y hasta tachado por muchos como un lugar con poco atractivo, sin embargo es uno de los destinos ideales para el turismo ecológico, tanto así que el Senado la declaró “Provincia ecoturística”. Es el rey de los saltos de agua y lo mejor es que está a unos 53 kilómetros de Santo Domingo, a sólo media hora si tomamos la Autopista del Nordeste o Juan Pablo II (la de Samaná, sí, ese es su nombre). Aquí te mencionaremos los mejores lugares para un buen baño.

Salto Alto: ubicado en el municipio de Bayaguana, también lo conocen como Salto Comatillo. Lo recomendable es que vayas en un vehículo 4X4, ya que, por suerte, su difícil acceso es lo que lo mantiene casi virgen y que parezca una postal de un paraíso escondido. Sus tres caídas de agua convierten el balneario en una experiencia única y que te hace olvidar cualquier problema. Si no tienes un vehículo adecuado para llegar, no te inhibas de conocerlo, en la zona te transportan en motoconcho y las autoridades garantizan la seguridad a los visitantes.

Salto de Socoa: está en el municipio Sabana Grande de Boyá, su acceso es súper fácil, puesto que ha sido habilitado por Medio Ambiente y la señalización para encontrarlo también está muy bien desde la Autopista Juan Pablo II y si te vas por la Carretera Mella sólo pagas un peaje. En realidad éste salto forma parte de una propiedad privada, pero sus dueños llegaron a la conclusión que era demasiado bello como para que otros no lo disfrutaran, así que está abierto al público. Si no es fin de semana, debes llevar comida, porque sólo hay venta los sábados y domingo.

Salto Los Bueyes: se encuentra en Villa Trina, en Moca y es una mezcla de colores entre el azul y el verde, con aguas tan frescas que nunca más pensarás en pagar un spa. Es otro de los que aún mantiene su candidez y ese es uno de los detalles que lo hacen especial.  Seremos sinceros, la carretera que lleva a Villa Trina no está muy legal, así que ve en un vehículo de pelea. Si así lo deseas puedes irte todo un fin de semana aunque no tengas familia en Moca, porque desde hace poco funciona el complejo ecoturístico Sereno de la montaña.

Saltos de Jima: no se me fue una “s”, hablo en plural porque este atractivo ubicado en Bonao no está conformado por uno, sino 12 saltos, de los cuales sólo tres están habilitados por Medio Ambiente para el disfrute, al igual que las 10 pozas que se forman, bautizadas como “Pozas de la reina”. Estas caídas de agua, que bien parece espuma, son producto del trayecto del río Jima, que nace en la Reserva Científica Las Neblinas  y desemboca en el río Camú, para alimentar la presa Rincón.

LOS MÁS CONOCIDOS

Salto de Jimenoa: todos sabemos que está en Jarabacoa. Está compuesto por dos saltos, el primero con una caída de 60 metros de altura y el segundo de 40 metros. Su acceso es posible gracias a un sendero construido por la comunidad.

Salto de Baiguate: alimentado por el río del mismo nombre, también está en Jarabacoa, escondido y se accede a pies, pero el gran trayecto bien vale la pena, aunque su caída no sea muy alta.

Salto de las Aguas Blancas: en Constanza, es capaz de congelarte la sangre, pero indudablemente es una experiencia que hay que vivir. Es considerado el más alto de las Antillas, con más de 80 metros de altura. A los amantes del peligro, que practican el “cascading”, les encanta desafiarla y treparla o descenderla.

Salto del Limón: en Samaná. Con unos 40 metros de altura, hablemos claro “al pan, pan y al vino, vino”, éste realmente es el niño lindo del turismo, todas las agencias ofrecen paquetes para conocerlo.

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