El periodismo vive hoy unos días de discusiones, análisis, estudios y proyecciones provocados, más que por determinar su futuro y esencia, por los nuevos soportes y tendencias impuestos por el fenómeno del internet y las redes sociales. Todo un mundo aún por explorar.
Gracias a esa ebullición teórica, eso que se conoce como nuevo periodismo gana actualidad y unos cultores del periodismo más fundamental, se han lanzado por contar esas historias que por la inmediatez del diarismo no podrían ser tratadas en los periódicos. Algo así como gritar a los cuatro vientos que el buen periodismo fue, es y seguirá siendo el mismo: ese que se circunscribe a los fundamentos.
En estos días galopantes del (a veces) sobrevalorado periodismo ciudadano, de redes sociales muy antisociales a los criterios éticos del oficio, nos llega la Antología de crónica latinoamericana actual, un libro que debe ser de cabecera para nosotros los periodistas, publicada este año por Alfaguara. El libro está disponible en las librerías del país. Rigor, creatividad, sentido común, ética y el deseo de escribir lo mismo de una manera diferente son razgos coincidentes en cada uno de los relatos recopilados en esta obra, los cuales originalmente fueron publicados por diarios o revistas especializadas (algunas de literatura) de América Latina.
Como “Seis meses con el salario mínimo”, un trabajo que le costó a Andrés Felipe Solano mudarse a Medellín durante seis meses para vivir en carne propia la vida de un empleado que “sobrevivía” con el salario mínimo. Así van las historias de esta excelente antología que destila periodismo del bueno.
La Antología abre con “Un fin de semana con Pablo Escobar”, de Juan José Hoyos muy oportuno a propósito de la teleserie que se estrenó esta semana sobre el capo colombiano. Así siguen yendo las cosas aquí, porque, como advierte en el prólogo Agudelo, “la crónica periodística es la prosa narrativa de más apasionante lectura y mejor escrita hoy en día en Latinoamérica”. Porque a veces, como se lamenta el periodista José Alejandro Castaño, “los diarios son nueces duras con casi nada por dentro”.
