Anciana celebra 115 años de vida y amor junto a familia

La Vega.-A sus 115 años, Juana Fernández aun recuerda perfectamente sus tiempos mozos, desde los oficios que desempeñó…

La Vega.-A sus 115 años, Juana Fernández aun recuerda perfectamente sus tiempos mozos, desde los oficios que desempeñó para poder criar a sus tres hijos en su natal comunidad El Caimito, hasta los platos de su comida preferida.

Dos de sus hijos, catorce de sus nietos y sus treinta biznietos se reunieron en la casa 96 del Caimito Afuera para celebrar el cumpleaños.

Pese a que permanece postrada en una silla de rueda, su voz aunque entre cortada narra a El Caribe, su adolescencia, como madre, cuando tuvo que dedicarse a la labor de manillar en fábricas de tabaco en la comunidad La Torre en La Vega o en Santiago.

También ejerció los oficios de ama de casa y comprando piezas de cerdo o vaca para venderlos en las frituras.

 Juana nació el 24 de junio de 1896, aunque en su cédula establece que fue en 1910, debido a que fue declarada catorce años después de su nacimiento, según narra su hija Lucrecia Fernández.

De su primer matrimonio procreó a Juan Bautista y Pedro Grullón y de la segunda boda con Dionisio Lugo, quien falleció a los 90 años nació Lucrecia quien se ha encargado del cuidado de su madre con todo el esmero del mundo.

Su avanzada edad no le impide recordar hasta los tataranietos, a quienes carga en sus piernas y los besa con todo el cariño y amor de madre.

 “En mis tiempos todo era mejor, se podía caminar y salir en paz, ahora solo se habla de violencia”, expresa.

A su biznieta Elizabeth Fernández, doña Juana como le llaman en la comunidad le pide que le cocina su comida preferida el sancocho, otras veces se antoja de chicharrón o leche caliente.

 “Mi bisabuela es todo un amor con todos, no tiene distinción, muchas veces nosotros le pedimos que nos cuenta algo de su pasado. Cuando va un rato de la historia, se detiene al lucirse cansada”, indica Elizabeth.

Al cumpleaños de doña Juana, no solo asistieron sus familiares, sino la comunidad  en pleno, que acudió a reciprocar el amor que por años brindó a su gente. Felicia Pérez, viajó desde Santo Domingo para estar con el aniversario, pues dice siempre la consideró como una madre.

“esa doña era recta conmigo, prácticamente ella se ocupaba de mí, me cuidada y me daba consejos, eso no lo puedo olvidar nunca”, expresa Pérez.

Su sobrino José Antonio Fernández acude a dos veces por día para saber del estado de salud de su tía, pues en El Caimito es como la matrona de esa zona rural, limítrofe entre Santiago y La Vega. 

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