Familia vulnerable comparte medio colchón entre ocho

Santiago. Una familia de ocho miembros, compuesta por la madre y siete niños entre seis meses y once años, comparten la ventura de descubrir…

Santiago. Una familia de ocho miembros, compuesta por la madre y siete niños entre seis meses y once años, comparten la ventura de descubrir que comerán en día y solo colchón para la noche.

Dilenia Rodríguez tiene solo 29 años de edad, es madre soltera de siete infantes, de los cuales tres requieren servicio de salud, pero ni siquiera tiene la facilidad para llevarlos al hospital por la falta de recursos económicos.

La precariedad es extrema, al punto d que María Angélica de once años, Dileysi de ocho años, Rey David de siete, Luis David de tres, Diana de un año y los mellizos Dariel y Dariana de seis meses tienen que compartir un medio colchón colocado encima de cuatro blocks con su madre, porque no hay otra cama donde dormir. En ocasiones la madre tiene que tirarse al piso.

Viven en una casa  de madera  y parte de zinc, casi en el suelo y sin energía eléctrica. Es de una sola habitación. Tampoco cuentan con servicio de agua potable. La vivienda no tiene ni siquiera un baño.

 María Ángela Rodríguez, abuela de los niños, expresó con tristeza que estos se mantienen atentos a que alguien pase comiendo para pedirles.  Los niños no tienen ropa, ni consumen los nutrientes necesarios para crecer.

María Angélica, la mayor de las niñas, tiene once años de edad y parece de ocho. Casi llegando a la pubertad aún su cuerpo no se ha desarrollado debidamente, mientras  Diana, de un año, estaba enferma  de  gripe y fiebre, pero andaba descalza y con un abrigo roto.

Viven de la caridad de algunos vecinos que se acercan a ellos y les brindan hasta un pedazo de pan. Rey David, uno de los niños que también es conocido como “la Pulga” ya es popular en todo el vecindario, porque sale a las calles a pedir limosna para poder comprar pan. Ya lo reconocen en todo Gurabo.

Es una acción que imitan de su madre que también sale por los alrededores de la iglesia del sector a pedir dinero para comprar comida. Los más grandecitos no estudian porque no hay para comprar útiles escolares.

Margarita Domínguez es una de las pocas solidarias que se acerca  a esta familia a llevar ropa y comida cada vez que puede. Ella también relata que cuando los niños le visitan y miran  los alimentos se ponen felices.

La desnutrición de estos niños esta marcada en la piel y el pelo. Los mellizos de seis meses ayer no tenían leche ni pañales son, además estaban congestionados por el virus de la gripe. La abuela María Ángela, ya anciana y con dificultades en la pierna, dice no soporta ver a sus nietos pasar hambre y tantas  precariedades. Lamentó no tener nada que  darle porque ella también vive entre precariedades. Ante esta realizad pide a las autoridades y las manos de solidarias exterderles una mano. 

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