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Continuación del artículo:

Y no nos referimos a los hombres y mujeres del pueblo que se acercan al presidente para pedirle un empleo porque no tienen nada que hacer; esto lo vemos normal. A los que censuramos son aquellos que teniendo otros medios de vida, negocios o una profesión lucrativa, le piden al Presidente un empleo sin ir a prestar ningún servicio al Estado. Eso se llama robo al erario, corrupción.

Preferimos seguir transitando en nuestro Volvo, modelo 1972, y no en uno exonerado modelo 1985; preferimos trabajar catorce y dieciséis horas al día y no recibir un cheque sin trabajar o una iguala a título de regalo. A nuestros hijos siempre les hemos dicho: “Si quieren ser respetados, tienen que dar demostración de que merecen respeto. La persona que inclina la cerviz para obtener beneficios oficiales, no merece respeto”. (134).

Al no estar perdido en lo claro comprendí que para cuidar el hombre histórico debía de no perder la menor oportunidad para salirle al paso a cualquier comentario que se hiciera vinculándome con el gobierno de Salvador. De ahí mi decisión de darle respuesta a cualquier opinión que se externara con respecto a mi persona vinculándome con  Salvador y su régimen.

En razón de que los artículos que transcribo a continuación se explican por sí  mismos, me voy a limitar a copiarlos íntegramente tal como fueron publicados en las fechas que se indican al final. A continuación los aludidos escritos:

El Gobierno ante la izquierda

En una charla que dictamos recientemente en La Romana, uno de los asistentes nos preguntó  qué creíamos de la actitud de la izquierda ante el gobierno que preside Salvador. Le respondimos a la persona que nos hizo la pregunta que teníamos el criterio de que el movimiento progresista y de izquierda había tenido una posición coherente frente al gobierno de Salvador. ¿Por qué decimos que la posición de la izquierda ha sido coherente frente al actual gobierno? Por lo siguiente.

Después del triunfo del profesor Juan Bosch, ningún presidente había llegado al Palacio Nacional con la popularidad que llegó Salvador y si es verdad que no triunfó con el voto de la izquierda, también es verdad que muchos hombres y mujeres progresistas del país dieron su voto por él porque veían en éste un hombre con una trayectoria democrática, por la posición política que había mantenido en la lucha contra los remanentes de la tiranía trujillista, en la revolución constitucionalista de 1965 y en la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas durante el régimen del doctor Joaquín Balaguer.

Salvador no era una persona desconocida por la generalidad de los principales dirigentes de los partidos de izquierda. Durante el régimen del doctor Balaguer, fue abogado defensor de militantes revolucionarios: Julio de Peña Valdez, Fafa Taveras, Cocuyo Báez, Alfredo Conde, etc, fueron asistidos en sus medios de defensa en los tribunales del país por Salvador, además de que nuestra oficina siempre se mantuvo abierta a todos los dominicanos que se sentían perseguidos por sus ideas políticas.

Por esta razón el movimiento de izquierda en el país cifró muchas esperanzas a nivel de libertades públicas en un gobierno presidido por Salvador, y en la primera etapa el gobierno fue tolerante. La izquierda comenzó a cambiar su actitud frente al gobierno cuando los servicios de seguridad denunciaron la existencia de una supuesta escuela de guerrillas, y practicaron detenciones de militantes revolucionarios. Ninguna persona seria en el país dio crédito a la existencia de la supuesta escuela de adiestramiento guerrillero.

No obstante las persecuciones y detenciones practicadas con motivo de la denuncia formulada por los servicios de seguridad, la izquierda no hizo en forma organizada una oposición agresiva al gobierno de Salvador.

La izquierda dominicana cambió de posición ante el actual gobierno después de los muertos de abril de 1984. De ahí en adelante, la táctica de la izquierda ha sido muy diferente a la que había mantenido; se ha unido a los hechos de abril de 1984, la tremenda crisis económica que golpea a las grandes mayorías nacionales.

Así como la izquierda organizada ha cambiado de táctica ante el gobierno, también hombres y mujeres progresistas que dieron su apoyo al gobierno, ya hoy mantienen otra actitud, se manifiestan abiertamente contrarios al gobierno porque consideran que, aún en los marcos de la crisis, el gobierno debió de hacer caer el peso de la misma sobre la minoría nacional y no sobre las masas populares y en el orden político debió de adoptar otra actitud frente a los partidos de izquierda.

Con todo y el cambio de táctica de la izquierda frente al gobierno creemos que, en general, la posición de los revolucionarios es y ha sido de prudencia, de gran sentido político. Personalmente tenemos la creencia de que el gobierno ha dirigido mal, muy mal, su política frente a la izquierda; ha aplicado a la izquierda la misma política que a la derecha, no ha sabido distinguir entre la oposición de la izquierda y la de la derecha, no obstante que en el gobierno hay personas que saben, porque militaron en partidos comunistas y de izquierda, que la táctica y la estrategia de la derecha y la izquierda difieren en todo sentido. (135).

La reelección y Salvador

En una charla que dictamos en una central sindical, en la ciudad de Santiago, uno de los asistentes nos formuló una pregunta doble: ¿Doctor Veras, usted es partidario de la reelección presidencial, y en el caso particular de nuestro país, usted cree que Salvador se lance a buscar nuevamente la presidencia en el año 1986?

Con respecto a la primera pregunta -de si somos partidarios de la reelección presidencial- le dijimos a la persona que nos la formuló, que por convicción política e ideológica no somos contrarios a la reelección, que todo depende quién se quiera reelegir y el sistema social bajo el cual se plantee la reelección. En nuestro país, le explicamos, poco importa quién se reelija, pues el sistema social sigue siendo el mismo; no cambia la base económica de la sociedad, las relaciones de producción siguen siendo las mismas, el latifundio sigue igual y el control de los monopolios norteamericanos sobre el país continúa intacto, sin importar el nombre de la persona que se reelija.

Lo que quiere decir, en pocas palabras, que aquí se reelige cada día el mismo sistema social, sólo cambia, a veces cada cuatro años, la persona que desempeña la función de Poder Ejecutivo. Le explicamos, además, que si en nuestro país, aún bajo la democracia representativa, llega a la presidencia una persona que ponga en ejecución un programa profundo de transformaciones sociales, seríamos partidarios de su reelección, sin importar el partido a que pertenezca.

Así, por ejemplo, si viviéramos hoy en Cuba fuéramos defensores abiertos de la reelección del comandante Fidel Castro, porque éste desde el poder ha dirigido su país por el camino de los cambios, de las transformaciones sociales, ha defendido la soberanía de su país y ha sacado a Cuba, con el apoyo de todos los cubanos decentes y honestos, del atraso en que se encontraba antes de 1959. Por esta razón no criticamos el hecho de que el comandante Fidel Castro tenga veintiséis años en el poder; esperamos que la naturaleza le dé larga vida para que siga, con el apoyo de su pueblo, sacando a Cuba del subdesarrollo en que la metieron los politiqueros ladrones y sinvergüenzas.

En otro orden, y con respecto a la segunda pregunta que nos formuló el joven asistente a la charla, en el sentido de si creíamos que Salvador se lance a buscar la presidencia en 1986, le respondimos que personalmente tenemos el criterio de que Salvador no va a buscar nuevamente la presidencia el próximo año, y para exponer tal criterio partimos de lo siguiente:
 
Aunque la Constitución política vigente no le prohíbe a Salvador buscar la presidencia en 1986, creemos que él tiene que comprender que no ha hecho el gobierno que pensó cuando llegó al mismo en 1982. Las medidas que Salvador ha tomado, en el orden político y económico, no favorecen una nueva postulación suya. Por razones de orden coyuntural, o por lo que sea, la actual administración gubernamental no ha resultado como el pueblo esperaba; existe un gran descontento en el seno de nuestro pueblo, principalmente en los hombres y mujeres que viven de la venta de su fuerza de trabajo, incluyendo sectores de clase media.

Hay que ligarse con las masas para comprender sus disgustos por las medidas económicas tomadas por el actual gobierno. Así, por ejemplo, el día lunes 23 de septiembre, publicamos en esta misma columna un artículo en el que hacíamos una relación de la impresión que habíamos recibido en Santiago, La Romana y la ciudad capital con respecto a  la opinión del pueblo adversa al gobierno presidido por Salvador. En el mismo periódico El Nacional de ¡Ahora! pero en la página número 10, se publicó una carta del señor Manuel Rolando Contín Cuesta, en la que éste expresa el abucheo que hizo el público presente en el Estadio Olímpico de la ciudad capital, cuando el animador Milton Peláez hizo referencia a “la más alta autoridad del país”. Es decir, a Salvador.

Es posible que este hecho carezca de relevancia, pero unido a los comentarios diarios que escuchamos en los clubes culturales, sindicatos, organizaciones de profesiones y otros lugares públicos, tenemos la impresión que no resultaría muy feliz para Salvador lanzarse a buscar la reelección. A Salvador le ha correspondido gobernar el país en una época de crisis, en una etapa sumamente difícil, y para él, como para cualquier otro gobernante en los límites de la democracia representativa, hoy todo se limita a determinar cómo administrar la crisis del sistema. (136).

Fuentes:
(134) El Nacional. 29 de julio 1985.
(135) El Nacional. 30 de septiembre 1985.
(136) El Nacional. 4 de octubre 1985.

Continuará la semana próxima

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