El lavado de las manos es un simple acto de agua y jabón que evita la propagación de enfermedades infecciosas. Hongos, virus y bacterias que se encuentran en nuestras manos, un vehículo ideal.
Debemos educar a nuestros hijos desde pequeños para que adopten el hábito del lavado de las manos como una costumbre permanente. Desde hace décadas se viene haciendo hincapié en la importancia de ese acto, el cual se le considera la primera medida válida y efectiva para prevenir enfermedades transmisibles.
La manipulación de los alimentos, así como la facilidad con que tenemos contacto con nuestras manos llevándola a la boca, se convierten en situaciones riesgosas.
El lavado de las manos varias veces al día debe ser parte de un hábito de vida, ya que cada vez que estrechamos nuestras manos al momento del saludo o al hacer contacto con cualquier superficie estamos recibiendo y a la vez intercambiando millones de agentes infecciosos que pueden ser causa habitual de la gripe, hepatitis, neumonías, infecciones por hongos, gastroenteritis por contaminación fecal, entre otros.
Hay que lavarse las manos cuantas veces sea necesario con agua limpia y jabón así como también con el uso de productos de gel de alcohol y con ellos haremos una magnífica maniobra de prevención.
