¡Sorpresa! Tu madre es mujer, tiene una vida sexual y es probable que sea igual de incómodo para ella contestar que para ti preguntar, pero tenemos razones para que la cuestiones (y si eres madre, pues que respondas).

Puedes hablarle de política, el secreto de tu prima, la nueva película de George Clooney o la más reciente canción de Juan Luis Guerra, pero no te atreves a tener un debate sobre sus vidas amorosas. No nos referimos a tus dudas sexuales de la adolescencia, hablamos de tus incertidumbres como adulta. Con los años, la embarazosa y jugosa charla sobre sexo no se pone del todo llevadera, aún no te atreves a indagar si tu padre la hace feliz o por qué, a pesar de que sabes que no es feliz, continúa en esa relación o no busca ayuda profesional… y hasta si amó a otro hombre más que a tu padre.

Inician las dudas de si llegó “virgen” al matrimonio, si estaba embarazada de tu hermano cuando se casó, si tenía dificultades con sus orgasmos, si con tu padre fue su primer encuentro sexual o simplemente si es feliz con su vida o no se parece a nada de lo que soñó. En fin, quieres saber si es tan de carne y hueso como tú y si le sucedió algo parecido a lo que te está pasando.

La respuesta es que sí, aunque no todo para ella ha sido exactamente igual, puedes estar segura que entre sus interrogantes hubo muchas sobre sexo que ya quizás les tenga solución, por algo es lo de “El diablo sabe por viejo y no por diablo”.

Una calle de dos vías

Quizás te sientas avergonzada de contarle a tu hija sobre tus vivencias o te arrepientes de ellas (por las muchas o pocas que fueran); tienes miedo de que la imagen que tiene de ti cambie y te juzgue. Por otro lado, no muestras la verdadera mujer que eres y dejas de compartir las experiencias y sabiduría de tus años. Y viceversa, como hija encontrarás la lección de primera mano dada por alguien que en verdad te conoce y desea lo mejor, aunque la situación sea extraña y sus opiniones diferentes.

Pero Oscar Wilde lo dijo: “No hay preguntas indiscretas, sólo respuestas indiscretas”. Según terapeutas, este es el cómo: Estés en la posición de madre o hija asegúrate de considerar los riesgos de lugar, porque puedes enterarte de cosas que no estás preparada para saber. Si te sientes lista, trata de buscar temas de conversación en tu vida diaria. Las madres están casi siempre dispuestas a hablar una vez que sus hijas les den la oportunidad. 

Educación temprana.

“No podemos decir que los jóvenes cuyos padres hablan de sexo abiertamente tienen menos relaciones sexuales, pero las investigaciones muestran una asociación entre los padres que son más abiertos y los jóvenes que esperan más tiempo para tener relaciones sexuales. La comunicación es la clave”, aseguró Steven Martino, un científico que estudia el comportamiento en RAND, Universidad de Pittsburgh.

Límites en la nueva dimensión

No queremos que tu madre o tú queden en shock con los por menores. “Cuando una madre te pregunta sobre tu intimidad, no está pidiendo los detalles gráficos. Ella pregunta sobre el respeto, el apoyo, el compartir, el cuidado y el romance”, asevera el renombrado Dr. Mehmet Oz, quien tiene un programa de televisión en la cadena de Fox, en uno de sus artículos. Eso aplica para ambas.

Los psicólogos indican a los padres que cuando un niño pregunta por algo de sexo o cualquier tema de naturaleza adulta, se le debe dar una respuesta directa. Si quieren saber más, pues seguirán preguntando. Algo así sucede en este caso, no debes temer preguntar, puedes conversar de adulto a adulto, aprender y crecer. Sólo recuerda que es evidente, sigue siendo tu madre (o hija).

La Universidad de Ohio demostró que las mujeres jóvenes que conversaban con sus madres acerca de la vacuna contra el Virus de Papiloma Humano fueron más propensas a inyectarse que aquellas que no. Lo que trajo a cuestión cómo la relación con nuestras madres afecta nuestras decisiones y comportamientos.

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