Cuando el amor te convierte en presa

Amediados de la década de los 90 un grupo de psicólogos realizaron un estudio para determinar el porqué las mujeres maltratadas…

Cuando el amor te convierte en presa

Amediados de la década de los 90 un grupo de psicólogos realizaron un estudio para determinar el porqué las mujeres maltratadas por sus parejas y que a pesar de ser golpeadas, humilladas y alejadas de la sociedad continuaban una relac

Amediados de la década de los 90 un grupo de psicólogos realizaron un estudio para determinar el porqué las mujeres maltratadas por sus parejas y que a pesar de ser golpeadas, humilladas y alejadas de la sociedad continuaban una relación dañina. La teoría de los psicólogos Graham y Rawlings apunta a que esta conducta presenta mucha similitud entre lo que ocurre con el “síndrome de Estocolmo”. En sus escritos manifiestan que dentro de las semejanzas se encuentra el estado disociativo, en el que la agredida niega la actitud violenta y agresiva de su pareja, lo cual percibe como positivo, tanto, que llegan a apreciar las necesidades del agresor como suyas. A esto se le ha llamado “síndrome de Estocolmo doméstico”, en que el “campo de batalla” se presenta en la intimidad del hogar.

Algunas reacciones ante la agresión, represión o maltrato, ya sea físico o emocional, son un punto a discutir por expertos de la conducta humana, en especial cuando la víctima responde de manera sumisa o a favor de la persona que le ha privado de su libertad.

A principios de la década de los años 70, en Estocolmo, Suecia, durante seis días, un grupo de delincuentes mantuvo bajo cautiverio a cuatro personas en un banco. Durante el hecho, en el que la policía trató de liberar a los rehenes sin contratiempos, sucedía algo que nadie se lo esperaba: una de las rehenes estaba desarrollando un vínculo afectivo con uno de sus captores. Cuando se cumplió con el rescate, y llegó la hora de testificar, la rehén que había tenido la conexión emocional con uno de los asaltantes, se negó a testificar en su contra.

Esto causó gran revuelo, tanto, que el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot “bautizó” esta conducta como “síndrome de Estocolmo”, patología conductual en el que la víctima (en el caso de Suecia, un secuestro), desarrolla una relación íntima, de complicidad con el secuestrador.

A partir de este hecho, muchos han sido los casos estudiados con un patrón similar con la finalidad de hallar las causas que propician esta conducta de sumisión ante aquello o aquel que de una manera u otra atrae por medio del cautiverio y la manipulación.

Enfocado desde el punto de vista psicológico, los expertos sobre el tema han debatido que esto se debe a un sinnúmero de factores emocionales, que dependiendo de las circunstancias que se presenten pueden determinar las reacciones de los individuos involucrados; ya sea en el caso de un secuestro o de algún tipo de impedimento para ejecutar la voluntad propia, es decir, actuar según convencimientos del individuo.

Amores que dañan

Un ejemplo del “síndrome de Estocolmo doméstico” se presenta en Camila y Pedro, quienes tienen siete años juntos (dos de noviazgo y cinco de matrimonio), ambos dicen amarse y odiarse al mismo tiempo. Ella es constantemente agraviada por Pedro, quien ejerce en ella gran poder, desde el aspecto físico como emocional. Camila ha presentado varias denuncias en la fiscalía, motivada por sus familiares y algunas amistades cercanas, pero luego se retracta. Perdona a Pedro y vuelven al círculo vicioso.

María das Graças da Silva, psicóloga del Instituto Dominicano para el Estudio de la Salud Integral y la Psicología Aplicada (Idesip), explica que estos casos de codependencia emocional son difíciles de superar, pero no imposible.

Das Graças da Silva comenta que el término de “síndrome de Estocolmo doméstico” es un concepto relativamente nuevo, pero que desde su experiencia considera que existen otros factores que inciden en que una relación de pareja se vea afectada por el maltrato, la humillación y el chantaje emocional.

“Mucha gente llega a tener una relación sin desarrollar habilidades y fortalezas, cualidades que se desarrollan en la infancia y la adolescencia. Como por ejemplo, hay mujeres que consideran que dar todo, sin esperar nada a cambio es amor, y que la retribución de lo que dan es maltrato, obsesión, abusos… ”,expresa la experta de origen brasileño.

Agrega que en muchos casos la falta de apoyo familiar, económico y social lleva a que la mujer tienda a aceptar el maltrato de su pareja, y finalmente verlo como una manifestación de amor.

Concluye que las mujeres que se ven envuelta en relaciones dañinas siempre son aconsejadas por sus allegados, esperando que esta reaccione y tome una decisión. Pero esto es algo que ellas no pueden hacer por sí solas, “ellas no tienen el poder, la voluntad de hacerlo. Deben reconocer ambos su problema y entender que necesitan ayuda”. Para determinar que una persona tiene o no una co-dependencia psico-emocional se debe tratar con un terapeuta. El acudir o solicitar una mano amiga no representa una debilidad, por el contrario. Te muestra una persona que está abierta a los cambios y a querer tener una mejor vida.

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Amediados de la década de los 90 un grupo de psicólogos realizaron un estudio para determinar el porqué las mujeres maltratadas por sus parejas y que a pesar de ser golpeadas, humilladas y alejadas de la sociedad continuaban una relación dañina. La teoría de los psicólogos Graham y Rawlings apunta a que esta conducta presenta mucha similitud entre lo que ocurre con el “síndrome de Estocolmo”.  En sus escritos manifiestan que dentro de las semejanzas se encuentra el estado disociativo, en el que la agredida niega la actitud violenta y agresiva de su pareja, lo cual percibe como positivo, tanto, que llegan a apreciar las necesidades del agresor como suyas. A esto se le ha llamado “síndrome de Estocolmo doméstico”, en que el “campo de batalla” se presenta en la intimidad del hogar.

Algunas reacciones ante la agresión, represión o maltrato, ya sea físico o emocional, son un punto a discutir por expertos de la conducta humana, en especial cuando la víctima responde de manera sumisa o a favor de la persona que le ha privado de su libertad.

A principios de la década de los años 70, en Estocolmo, Suecia, durante seis días, un grupo de delincuentes mantuvo bajo cautiverio a cuatro personas en un banco. Durante el hecho, en el que la policía trató de liberar a los rehenes sin contratiempos, sucedía algo que nadie se lo esperaba: una de las rehenes estaba desarrollando un vínculo afectivo con uno de sus captores. Cuando se cumplió con el rescate, y llegó la hora de testificar, la rehén que había tenido la conexión emocional con uno de los asaltantes, se negó a testificar en su contra.

Esto causó gran revuelo, tanto, que el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot “bautizó” esta conducta como “síndrome de Estocolmo”, patología conductual en el que la víctima (en el caso de Suecia, un secuestro), desarrolla una relación íntima, de complicidad con el secuestrador.

A partir de este hecho, muchos han sido los casos estudiados con un patrón similar con la finalidad de hallar las causas que propician esta conducta de sumisión ante aquello o aquel que de una manera u otra atrae por medio del cautiverio y la manipulación.

Enfocado desde el punto de vista psicológico, los expertos sobre el tema han debatido que esto se debe a un sinnúmero de factores emocionales, que dependiendo de las circunstancias que se presenten pueden determinar las reacciones de los individuos involucrados; ya sea en el caso de un secuestro o de algún tipo de impedimento para ejecutar la voluntad propia, es decir, actuar según convencimientos del individuo.

Amores que dañan

Un ejemplo del “síndrome de Estocolmo doméstico” se presenta en Camila y Pedro, quienes tienen siete años juntos (dos de noviazgo y cinco de matrimonio), ambos dicen amarse y odiarse al mismo tiempo. Ella es constantemente agraviada por Pedro, quien ejerce en ella gran poder, desde el aspecto físico como emocional. Camila ha presentado varias denuncias en la fiscalía, motivada por sus familiares y algunas amistades cercanas, pero luego se retracta. Perdona a Pedro y vuelven al círculo vicioso.

María das Graças da Silva, psicóloga del Instituto Dominicano para el Estudio de la Salud Integral y la Psicología Aplicada (Idesip), explica que estos casos de codependencia emocional son difíciles de superar, pero no imposible.

Das Graças da Silva comenta que el término de “síndrome de Estocolmo doméstico” es un concepto relativamente nuevo, pero que desde su experiencia considera que existen otros factores que inciden en que una relación de pareja se vea afectada por el maltrato, la humillación y el chantaje emocional.

“Mucha gente llega a tener una relación sin desarrollar habilidades y fortalezas, cualidades que se desarrollan en la infancia y la adolescencia. Como por ejemplo, hay mujeres que consideran que dar todo, sin esperar nada a cambio es amor, y que la retribución de lo que dan es maltrato, obsesión, abusos…  ”,expresa la experta de origen brasileño.

Agrega que en muchos casos la falta de apoyo familiar, económico y social lleva a que la mujer tienda a aceptar el maltrato de su pareja, y finalmente verlo como una manifestación de amor.

Concluye que las mujeres que se ven envuelta en relaciones dañinas siempre son aconsejadas por sus allegados, esperando que esta reaccione y tome una decisión. Pero esto es algo que ellas no pueden hacer por sí solas, “ellas no tienen el poder, la voluntad de hacerlo. Deben reconocer ambos su problema y entender que necesitan ayuda”. Para determinar que una persona tiene o no una co-dependencia psico-emocional se debe tratar con un terapeuta. El acudir o solicitar una mano amiga no representa una debilidad, por el contrario. Te muestra una persona que está abierta a los cambios y a querer tener una mejor vida.

Identifica síntomas de maltrato

La experta resalta que no toda situación de maltrato puede ser catalogada como “síndrome de Estocolmo doméstico”, pues existen casos en el que la mujer suele permanecer en esa por no encontrar otra alternativa.

Existen maltratos físicos y emocionales, que pueden acabar con la estabilidad mental de cualquier persona. Para saber si estás siendo maltratada puedes identificarlo con los siguientes síntomas, como: si existe un control, acoso o decide por ti; te obliga a dejar de estudiar o trabajar; te aleja de tus seres queridos, y en el caso de que tengan hijos te desautoriza en su presencia dejándoles saber que quien toma las decisiones es únicamente él.

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