El Congreso de Haití convirtió en ley el presupuesto nacional de este año, lo que permitirá acelerar los trabajos de recuperación. Además, ese mismo órgano ya aprobó la designación del primer ministro, Laurent Lamothe, lo que posibilitará la formación del gobierno, para mejorar la administración del país.La formación del gobierno y la aprobación del presupuesto nacional son dos buenas señales en un país con tantos problemas, cuyos efectos suelen impactar de este lado de la frontera. Pero con fe y esperanza en el porvenir, quizás estemos de nuevo ante el reinicio de un proceso de alivio de sus males, y con ello ante la posibilidad de que los haitianos puedan ser parte del proceso en desarrollo en Latinoamérica y el Caribe, de forma que los capitales no sólo lleguen como donación, sino como verdadero instrumento para la generación de riquezas y empleos.
Y precisamente, hemos observado que en un período en el que la economía de los grandes países ha languidecido, el sur del continente, Centroamérica y el Caribe, han sido receptores de consistentes volúmenes de inversión extranjera directa. En América Central, la inversión extranjera creció en 2011 un 36%; en el Caribe un 20%, con un fuerte liderazgo de República Dominicana, que recibió 2 mil 371 millones de dólares, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La región ha recibido el mayor volumen de inversión de esta naturaleza.
Con el rol de liderazgo en inversiones extranjeras que viene jugando la República Dominicana en el Caribe, Haití tendría la oportunidad de participar en ese concierto, pero para ello debe resolver sus críticos problemas institucionales, que son un riesgo para la estabilidad política y social.
Quizás Haití esté de nuevo en un buen momento para arrancar. Pero el liderazgo político tendrá que discernir seriamente sobre sus graves responsabilidades frente a su pueblo, que sufre tantas penurias.
