Exhortaciones a los nuevos profesionales

Extracto del mensaje que dirigió la licenciada Dulce Rodríguez, vicerrectora Académica de la Pontificia Universidad Católica…

Extracto del mensaje que dirigió la licenciada Dulce Rodríguez, vicerrectora Académica de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) a los graduandos de la quincuagésima segunda graduación del Campus Santo Tomás de Aquino, el sábado 14 de abril.

Antes de que les sean entregados los títulos que les acreditan como personas competentes para el ejercicio ciudadano y profesional, me gustaría reflexionar brevemente en torno a algunos asuntos esenciales sobre la formación que han recibido, sobre la sociedad en la que se desenvuelven, y sobre lo que de seguro ustedes construirán mañana.

Recordemos que la Madre y Maestra es una institución cuya función esencial es la evangelización de la cultura académica. Esto implica que nuestra tarea fundamental es dotar de sentido los esfuerzos y los logros de la ciencia, enmarcándolos en los principios y valores cristianos que dan significado a la existencia humana.

El logro primordial de esta institución radica en la formación de profesionales en todas sus perspectivas de realización: física, intelectual, artística, social, humanística, moral y espiritual. Esto implica educar profesionales que amen el conocimiento como instrumento de libertad y de desarrollo personal y social, capaces “de participar en la construcción de consensos orientados al bien común, de pensar y actuar de manera crítica y reflexiva, con las habilidades para resolver problemas y tomar decisiones informadas. Sujetos éticos, solidarios, comprometidos con el cambio social y el desarrollo sostenible”.

Un aspecto importante de nuestra reflexión es el hecho de que vivimos en nuevas formas de sociedades con viejos problemas. La pobreza en términos relativos ha bajado mucho en el mundo en los últimos 30 años. De todos modos los números absolutos son muy dolorosos. Casi 1,300 millones de personas vive con menos de 1.25 dólares diarios; y casi 2,500 millones vive con menos de 2 dólares diarios.

También es cierto que universalmente se ha mejorado la cobertura educativa, pero tampoco es suficiente, y parece ser que cuando se ha logrado expansión se ha generado un problema de calidad que a mediano plazo trae un problema de exclusión.

En el aspecto salud, aun en los países desarrollados con sistemas organizados, hay cuestionamientos, porque los mismos no han podido solucionar los problemas básicos de la población.  En estos momentos tenemos grandes tensiones con el tema. Por otro lado, se reafirma la preocupación universal por la degradación ambiental y sus consecuencias a corto y mediano plazo y la iniquidad que esto genera. La sobredemanda de energía y agua potable son grandes retos de este siglo.

En nuestro país la situación no es distinta, en el último informe elaborado por la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo se establece que en los últimos años “nuestra sociedad se ha hecho cada vez más excluyente, generando cada vez más riqueza”. En República Dominicana, la pobreza no es el resultado de la falta de recursos, pero tampoco es resultado de un marco legal injusto, pues como plantea el mismo informe “[…] con muy pocas excepciones, nuestra legislación es buena”.

Esta vergonzosa situación sucede en el seno de sociedades democráticas, lo cual constituye una paradoja. Uno esperaría que tales grados de desigualdad e injusticia social fueran producto de regímenes autoritarios, pero esa no es la realidad. La cuestión fundamental es que la democracia por sí sola no alcanza a resolver estos graves problemas. Como expresara el cardenal Sistach, en su discurso de colación de grado como Doctor Honoris Causa de esta Universidad, “las democracias corren el riesgo de vaciarse éticamente, de perder la fuerza indispensable de unas concepciones sobre la vida humana y de unos valores morales que inspiren, dinamicen y fortalezcan su vida y sus impulsos hacia adelante”.

La pobreza y la exclusión social tienen su origen en la ausencia de un verdadero ejercicio civil, que puede deberse a la falta de compromiso social o la incapacidad de los miembros de la sociedad para participar en la deliberación pública y en los procesos ciudadanos.

En países como el nuestro, es un privilegio tener acceso a la educación universitaria. Y es un mayor privilegio educarse en una de las mejores universidades de América Latina. Esto los hace más responsables frente a la sociedad y a ustedes mismos…

Esperamos que como profesionales formados en los principios institucionales honren su compromiso:

1) ejerciendo su profesión guiados por los valores del humanismo cristiano,
2) participando como ciudadanos y exigiendo a los políticos,
3) continuando su proceso de aprendizaje a lo largo de toda la vida y
4) cultivando una visión equilibrada del éxito.

Ejerzan su profesión guiados por los valores del humanismo cristiano en los que han sido formados.

Más allá del rigor disciplinar y de las competencias profesionales que han desarrollado, ustedes han sido permeados por principios que, a través de la promoción de los valores fundamentales del ser humano y de la sociedad, los hacen compromisarios con su permanencia y promoción en una realidad local y global que presenta evidentes visos de carencia crónica de los mismos. En consecuencia, son ustedes queridos graduandos, una respuesta positiva, fresca y solidaria a la contaminación que el materialismo deshumanizante y el egocentrismo salvaje está provocando en la misma esencia del tejido social del presente siglo.

En este punto me permito citar la encíclica “Caritas in Veritate” de su Santidad Benedicto XVI, que plantea de manera responsable y asertiva frente a la crisis financiera de 2008, que “[…] se requiere que las finanzas mismas, […] que han dañado la economía real, vuelvan a ser un instrumento encaminado a producir mejor riqueza y desarrollo.

Recta intención, transparencia y búsqueda de los buenos resultados son compatibles y nunca se deben separar. Si el amor es inteligente, sabe encontrar también los modos de actuar según una conveniencia previsible y justa […]”.

El Papa nos invita con esta reflexión a reconocer que la práctica profesional es, sobre todo, un ejercicio de aplicación del conocimiento bajo un imperativo de compromiso social y humano, manifiesto claramente en el “amor inteligente” que procura el desarrollo con justicia.

Participen como ciudadanos y exijan a los políticos

Ustedes han recibido la formación necesaria para incorporarse a los procesos de deliberación pública y toma de decisiones, si no participan no lo harán por incapacidad. No se hagan apáticos o indiferentes, colaboren con la construcción de un nuevo orden sociopolítico.

Entendamos esta participación en su sentido amplio, no restringida al partidismo. Como afirmara el mismo Cardenal Sistach, las sociedades necesitan ciudadanos formados en los valores cristianos, que ejerzan sus derechos y participen en política, que trasmitan al estado sus sensibilidades morales y exijan a quienes aspiran al poder político o lo ejerzan, el respeto, la protección y la promoción de esta savia espiritual sin la cual no puede existir una sociedad libre ni una ciudadanía responsable.

Sigan aprendiendo

Algunos piensan que al graduarse han terminado su etapa de aprendizaje,… Grave error. El dinamismo de nuestras sociedades, de los ámbitos laborales, de la ciencia y la tecnología exige que sigamos aprendiendo a lo largo de toda la vida.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico afirmaba, hace casi 20 años, que “el aprendizaje continuo,  desde la educación infantil hasta el aprendizaje activo en la jubilación, sería un factor importante para promover el empleo, el desarrollo económico, la democracia y la cohesión social en los años venideros”. Hoy sabemos lo acertado que fue este pronóstico. En la actualidad uno de los rasgos básicos de un buen profesional es la preocupación por mantenerse aprendiendo a lo largo de toda la vida.

Más del 50% de los que esta mañana se gradúan son un vivo ejemplo de esto. Nuestras felicitaciones a los profesionales que obtienen su segundo o tercer título en esta ceremonia.

Sin embargo, aprender a lo largo de toda la vida no es solo a través de más y más titulaciones. Aprovechen los escenarios formativos complementarios. Ustedes aquí aprendieron a seguir aprendiendo: a través de la lectura, de los buenos ejemplos, de su trabajo. Cada vez más, se está reforzando el enfoque de que el entorno laboral es una fuente rica de aprendizaje. Sigan aprendiendo formal e informalmente.

Cultiven una visión equilibrada del éxito

El éxito es la realización de nuestras metas. Una visión equilibrada del mismo requiere conciencia del marco de valores desde el que definimos nuestras aspiraciones y de la coherencia de éstas con el sentido que le damos a la vida. En nuestra sociedad el éxito es individual y se entiende fundamentalmente como éxito financiero. Esto está generando dos graves problemas.

El primero es que muchos hacen posible su éxito sacrificando el bien de la colectividad. Disfrazar operaciones financieras, evadir impuestos, engañar consumidores y dañar el medio ambiente, son solo algunos de los atajos más comunes al éxito.

Pero recuerden, la necesidad de trascendencia del ser humano nos obliga a reconocer que este corto espacio de tiempo, no es todo lo que tenemos.
Conseguir el éxito por esta vía nos dejará con una sensación de amargura y remordimiento al final de nuestras vidas.

El segundo problema que genera esta idea del éxito es que muchos se enrolan en un círculo vicioso que los hace querer cada vez más sin definir para qué. Aspirar al éxito financiero no es malo, el peligro es convertirlo en un fin en sí mismo, cuando debe ser solo un medio para conseguir el tipo de vida que deseamos.

Muchos hombres y mujeres de “éxito” llegan a un punto en sus vidas en que han conseguido lo que deseaban y más …, pero no pueden salir del juego y vivir plenamente. Les entretiene su habilidad para acumular y temen que bajar el ritmo pueda ser interpretado como signo de debilidad. […] “el éxito solo puede ser una pequeña parte de la felicidad, y saldrá muy caro si para obtenerlo se sacrifican todos los demás ingredientes”.

Al recibir sus títulos esta mañana, tengan muy pendiente lo que significan. Son la constancia de una cualificación profesional de mucho valor, son la posibilidad tangible de un puesto de trabajo, o de un mejor puesto, si ya están empleados, son la posibilidad de una industria, un negocio, una patente, una propuesta de ley, la posibilidad de educar a otros; pero por sobre todo, estos títulos son la constancia de una responsabilidad adquirida con ustedes mismos, su colectividad y su contexto.

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